Apurando los
últimos coletazos veraniegos y los no confinamientos de momentos en esta
nuestra maltratada comunidad por el virus y por nuestros políticos y políticas,
acudimos al Galileo, a su magnífica terraza a esta locura teatral. Con tiempo.
Esta disparatada comedia
nos habla de tres hermanos que debido a unas pastillas de hierbas viajan en el
tiempo intentando cambiar un presente huérfano de referentes. A golpe de timbre, nubes y
luna, el montaje dirigido por Félix
Estaire nos traslada a bordo del Delorian de Michael J. Fox a un presente,
pasado y futuros inciertos, divertidos y reales, muy reales. Saltos temporales
sencillos si se han visto series como Dark. El tiempo todo locura es una
comedia de relaciones, de hermanos, de los mayores, de los pequeños, de los
medianos (parece que un sorteo dirigido estableció el papel de cada uno), con
sus celos, con sus envidias, sus miedos, sus ansiedades y angustias, y sobre
todo, su cariño.
Ese que no se suele
decir, pero que está presente en nuestras familias y que pervive, en mas o
menos medida a lo largo del tiempo. El que todo locura. “Lo mejor de ser la pequeña es que ya has visto fracasar a tus hermanos
“, “Como hermana mayor, lo mejor es putear, putear y putear a tus hermanos “
Y el del medio, ¿ese quién es? :
Joyas verbales que se lanzan los personajes , enfundados en sus vestuarios monocromáticos, desprendiendo
depresiones, ansiedades y amarguras. Azules, verdes y morados nos trasladan a
un improvisado parchís donde lo prioritario no es ganar, sino que no ganen los
demás. Como las tres hermanas de Chejov que quieren volver a Moscú porque
allí fueron felices, estos tres hermanos buscan cambiar el pasado para buscar
su felicidad en su presente incierto, gris y sin muchas perspectivas.
Con sus neuras personales,
sus traumas y sus apegos, todos heredados, van moviéndose hacia delante y hacia
atrás proponiendo divertidas situaciones. Esas canallas que nos gustan, esas donde el
otro queda ridiculizado de un modo amable y que nos genera una sonrisa que nos
acerca a la vez al otro. Momentos muy cómicos (“hay que ser gilipollas para robar localizadores GPS “), situaciones
llevadas al límite, nos llevan al mismo lugar. Al mundo de recuerdo, ese que nos queda del ayer y que vamos cambiando al
compás de la memoria, al ritmo que el cerebro quiere recordar y quiere ser
recordado.
Camila Viyuela, Verónica
Ronda y Ángel Ruíz juegan entre ellos, juegan con nosotros a recordar a
nuestros hermanos, a identificarnos con situaciones donde reproducimos esos
comportamientos, esas “movidas “
heredadas de los “viejos” , como se decía en mi barrio, que nos trasladan al
ayer, al hoy y por qué no, al mañana. Interpretaciones frescas, dinámicas y de
escucha y respeto al compañero, hacen que la obra fluya con un ritmo dinámico y
fluido.
Vidas
anónimas que reflejan nuestro Jekyll y Mr. Hide particulares en nuestras
relaciones fraternales, tan complicadas y viciadas por los años. Un trabajo honesto, limpio y directo que
nos engancha desde el minuto uno. Gracias.
Referencias a la familia, a la muerte, a la
vida, al amor, a los misterios, como el de la foto, la foto, la foto, y guiños, muchos guiños a canciones de toda
la vida hacen de esta comedia un lugar amable y sereno donde reposar nuestros
cuerpos y almas en estos tiempos tan convulsos.
La
terraza del Galileo nos ofrece teatro en lugar de cañas y aceitunas. Ya
refresca.
Teatro: Teatro Galileo
Dirección: Calle Galileo 39
Fechas: Del 2 al 27 de Septiembre en Teatro Galileo.
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