Teatro. Las criadas. Naves del Español

 Era una de las obras más esperadas del nuevo rumbo de Naves del Español que se había presentado a principios de año. Ahora, tras el parón obligado previo a su estreno, llega esta descomunal obra, que no por conocida deja de sorprendernos. Hay textos que en cada nuevo montaje nos descubren cosas nuevas, matices que nos pasaron desapercibidos y son enfatizados en la nueva versión. En el caso de este trío de mujeres, todo en esta obra está tratado con infinita delicadeza, con dolorosa rotundidad, dejando al espectador perplejo ante la contundencia de la propuesta.






Vuelve una de las obras más polémicas y singulares de un autor, Jean Genet, ya de por si controvertido. Escrita y representada en la cárcel, lugar en el que pasó una importante parte de su vida Genet (de ese periodo son la primera parte de su producción literaria), fue estrenada en París en 1947 con un rechazo absoluto por parte del público. Con el paso de los años, la obra se ha terminado por convertir en una pieza de culto, que ha sido representada por innumerables autores, todos dándole su visión particular a este texto plagado de matices y de temas que lo sobrevuelan y lo impregnan en mayor o menor medida. Desde su estreno no ha dejado de representarte por todo el mundo. A España llegó a principios de los años 60 de la mano de Álvaro Guadaño.

Años más tarde, en el Teatro Fígaro, la versión de Víctor García contaría con Nuria Espert, Julieta Serrano y Mayarata O´Wisiedo en el reparto, montaje que deslumbró y encumbró (más si cabe) a Nuria Espert. En el 76, la versión dirigida por Corencia tuvo un reparto formado sólo por hombres. Se dice que era lo que quería Genet para su obra, pero no se sabe si es del todo o cierto o fue llevado por las circunstancias de que la primera representación fuese en la cárcel. Hace unos años, Pablo Messiez, dentro del Festival de Otoño, hizo su particular versión de la obra, en la que utilizaba un actor y dos actrices, al igual que pasa en esta nueva versión.


Los responsables de esta nueva versión son Paco Bezerra (traducción y versión) y Luis Luque (dirección) que ya han firmado juntos títulos como "La escuela de la desobediencia", "Dentro de la Tierra", "Lulú" o "El señor Ye ama los dragones" (con la que ya estuvieron en las Naves de Matadero) o "El pequeño poni". El texto de Bezerra entra de lleno en lo más íntimo de los personajes, centrando la trama en ellas y sus relaciones personales, sus miedos y sus anhelos. Un texto que baila entre la ensoñación y la realidad para crear un relato duro, portentoso en su crudeza, pero impactante y emocional de principio a fin. El texto original se inspiró en su suceso real, el asesinato de una mujer y su hija por parte de las hermanas Papin. Lejos de esta visión, la trama de esta versión indaga más en la personalidad de los personajes, dejando la trama del asesinato como algo casi tangencial.



Luque nos regala una dirección demoledora, en el que nos lleva de la mano por mundos de realidad y de ficción, nos mantiene en vilo de principio a fin, mientras nos desgarra poco a poco el alma. Con una puesta en escena aparentemente fría, casi podríamos decir esterilizado, para golpearnos sin miramientos con la historia de estas tres mujeres. Portentosas interpretaciones de las dos actrices, a las que Luque coloca en una montaña rusa, para que las veamos desgarrarse ante nuestros ojos. Prodigiosa medición de los tiempos, de los ritmos, incluso del tono de cada uno de los momentos de la obra. El resultado es inquietante y maravilloso, se nos agarra al estómago y no nos deja respirar en ningún momento. El shock nos acompañará incluso en la salida del teatro. 



La historia nos sitúa en la casa de la alta burguesía, en la que trabajan de criadas las hermanas Claire y Solange. Viven obsesionadas con su señora, a la cual planean asesinar. En las noches oscuras, cuando la casa duerme, ellas inician su particular ceremonia, una especie de ritual en el que tejen su plan, en el que sacan a relucir todos sus demonios, mientras tergiversan la realidad con sus propias ensoñaciones. Estos "juegos" en los que sacan a relucir sus odios, sus miedos, sus frustraciones y sus deseos, representando como podría llegar la vida en la mansión. En estos malévolos juegos se intercambian las identidades, unas veces Claire es la señora y Solange es Claire, mientras que en por momentos será Solange la que haga las veces de señora mientras Claire hace de su hermana. Un esquizofrénico juego en el que se intercambian perspectivas, sentimientos y reproches, y que deja al espectador en un limbo donde todo se entrelaza.


Pronto veremos que este obsesivo juego teatral que protagonizan las hermanas va mucho más allá de una mera representación. El odio por su señora y por lo que representa subyace en cada una de sus diálogos, en un continuo crescendo que acaba por explotar. Un dolor que las desgarra, un odio que las golpea y las pone rabiosas, frustraciones y anhelo por ocupar su lugar, que les lleva a bailar por el delgado alambre que separa la locura y la cordura. Porque en estas envidias se esconde mucho dolor, ese que va excavando la codicia y hacer sacar lo peor de cada una de ellas. Todos los miedos y la rabia, todos los anhelos y la furia, afloran en esas noches de teatrillo de las dos hermanas, para ir pudriéndose por dentro poco a poco.



Este es uno de esos montajes en los que pasamos de forma tangencial por el argumento, para deleitarnos con las sublimes interpretaciones de las actrices, que se hacen dueñas de la escena desde que comienza la obra. Dos personajes que nos regalan un duelo interpretativo descomunal, en el que nos muestran a dos mujeres llenas de aristas, con mil matices en los que profundizar, y que en cada momento nos muestran un poco más de cada una, mientras se golpean con dureza lanzándose dardos envenenados. Cada gesto está milimétricamente medido, para transmitir todas esas capas que tiene cada personaje. Ambas se nos muestran como dos seres sin una identidad propia, alienadas en su propia miseria, faltas de una personalidad definida, las dos se van solapando mutuamente los papeles de atormentada y el de luchadora, el de mártir y el de verdugo.



Ellas, no son otras que las maravillosas Alicia Borrachero, en el papel de Solange, y Ana Torrent, dando vida a Claire. Borrachero es una bomba de relojería a punto de estallar, que carga en todo momento contra todo lo que se mueve. Su despliegue de gestos, su angustia, su dolor, nos estremece y su vehemencia en el trato a Claire nos duele tanto como a ella. Una descomunal interpretación en el que mantiene la altivez de quien se siente infravalorada, la rabia ante la injusticia, la furia ante lo que no tiene. Un personaje poliédrico que se va descomponiendo ante nosotros.

Personaje que va creciendo en su dolor, para acabar de explotar con un monólogo que define perfectamente al personaje, su dolor y su furia: "La señora se creía protegida por su barricada de joyas, la señora se creía a salvo en el refugio de su destino de amante dolorosa, en la trinchera de su sacrificio, porque la señora se creía especial, la señora se creía distinta, y puede que lo haya sido, puede que la señora haya sido diferente y especial, pero la señora no contaba con algo. ¡La señora no contaba con la revolución de las criadas! ¡La revolución que viene de abajo y trepa hasta usted para acabar con su aventura! ¡La aventura de la señora con ese vulgar ladrón!".
  

Por su parte, Ana Torrent nos regala a una Claire mucho más indefensa y frágil, en su dualidad de víctima y verdugo. Su personaje transita en lugares oscuros, en los que no sabe como posicionarse, pasando de dominadora a esclava, mostrando una capacidad de registros actores descomunal. Crece el personaje en torno a la angustiosa idea de que vive en un pozo del que no puede salir, en un lugar que le ahoga y le oprime el pecho. Al contrario que su hermana, ante la presencia de la señora se muestra gentil y servicial. Este detalle hace que Claire sufra mucho más la situación, ya que pasa de un extremo al contrario en cuestión de segundos. Torrent despliega todo su enorme potencial para darnos un personaje al que se le nota el dolor y la angustia, mientras intenta continuar con su pesada carga. 

El tercer personaje de la obra, la señora, lo interpreta Jorge Calvo. Aunque presente en toda la obra porque las criadas no paran de hablar de ella, su presencia en escena se ciñe a una escena, eso si, prodigiosa. El actor nos presenta a una señora imperial, que desprecia a las criadas a la vez que alardea de su estatus. En cuestión de minutos, Calvo nos deja claro lo clasista y egocéntrica que es su personaje, su altivez y su fingida protección hacia las criadas. La señora es todo lo que no son las hermanas, ella lo sabe y se jacta de ello, con una impronta y una chulería propias de su superioridad.


Para crear este ambiente tan "limpio" y a la vez tan propicio para el desarrollo de un relato tan tormentoso, ha sido fundamental la creación escénica de Mónica Boromello. Un espacio diáfano, en el que dos grandes pantallas blancas contrarrestan con el suelo, de un color azul casi oceánico. Este marcado juego de colores para diferenciar los espacios es brillante, un minimalismo conceptual que lleva a un englobe total de la escena. Las dos pantallas, retranqueadas una con respecto a la otra, sirven para la salida de los personajes de la escena y para la proyección de las videoescenas (creadas por Bruno Praena) que apoyan el desarrollo de la historia. Presidiendo la escena nos encontramos una plataforma circular ligeramente elevada, que termina convirtiéndose casi en un púlpito sobre el que las mujeres evocan sus deseos.

La precisa (y por momentos preciosa) iluminación de Felipe Ramos es fundamental para dar el tono adecuado a cada una de las escenas, encuadrando en todo momento con maestría la acción. No pasa desapercibido tampoco el vestuario diseñado por Almudena Rodríguez Huertas, contrastando la blancura impoluta de las criadas (que hace resaltar más el ramo de rosas rojas o los guantes que llevan al inicio), con el elegante vestido de la señora, con una presencia mucho más opulenta y con color rosa, creando casi una figura magnánima. Para completar este prodigio técnico, no podemos dejar de hablar de la composición musical creada por Luis Miguel Cobo, llena de misterio y contundencia.



Estamos, sin lugar a dudas, ante un montaje brillante, que muestra unos personajes perfectamente cincelados por los actores y el director, y que nos muestran una infinidad de temas sobre los que sobrevuela la obra. La emoción, el alma, la fuerza con la que los tres actores nos muestras a estas mujeres, es simplemente prodigioso. Una versión acorde con la leyenda de la pieza, que no dejará indiferente a nadie. Retomen este clásico, no se arrepentirán y volverán a casa con muchas buenas sensaciones a las que darles vueltas. VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.

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Teatro: Naves del Español
Dirección: Paseo de la Chopera 14.
Fechas: Del 9 de Octubre al 8 de Noviembre. De Martes a Sábado a las 20:30. Domingos a las 19:30.
Entradas: Desde 15€ en navesmatadero.

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