Un colegio, una plaga de piojos, el caldo de cultivo perfecto para que salgan a relucir todas las diferencias de criterio sobre los temas esenciales y las luchas de poder ocultas durante meses entre la rutina escolar. El mundo de la enseñanza como fiel reflejo de la sociedad. Una inteligente propuesta, muy acorde con estos tiempos pandémicos que vivimos, en el que se reflejan los miedos de un grupo social ante un ataque (en este caso de piojos) y como cada uno de los elementos que conforman el sistema mueve sus piezas para salir indemne de la tesitura.
Estamos impresionados con la selecta programación seleccionada en el ciclo "Plataforma", que se ha podido ver durante este mes en las Naves del Español. Con "La plaga" cerramos el mes de Mayo y afrontamos el final de esta interesante selección de "obras de pequeño formato escénico que han destacado por sus propuestas artísticas dentro del circuito off independiente de la ciudad de Madrid". Cerrará el ciclo "La rueda" que se podrá disfrutar del 1 al 6 de Junio en la sala Max Aub.
Esta producción deCaramala Teatro("Superheroínas S.L.", "Memoria de pez", "Barrio de la paz") es un extraordinario espectáculo sobre la inconsciencia humana y las luchas de poder. Una visión de nuestra sociedad, desde el prisma del mundo escolar. Una obra irónica, cargada de sentido del humor, pero con una profunda reflexión sobre lo que somos, tanto como sociedad hasta como seres humanos. Los valores, el poder, la confianza, la lealtad, todo se tambalea en el momento en el que llega un problema externo que afecta a todos. En estos momentos de incertidumbre y caos, aflora el famoso "sálvese quien pueda" y florece el lado más egoísta de las personas. ¿Les suena familiar? Tengo que reconocer que la obra (fechada mucho antes de la pesadilla que estamos viviendo) me parece una fantástica radiografía de lo que somos y de la poca empatía que tenemos al colectivo, intentando salvar siempre nuestra cuota de poder. Real, desgraciadamente, como la vida misma.
El texto creado por Sergio Rubio, Carmen Baquero, Virginia Muñoz, Noemí Ruiz (las tres actrices de la obra) y Chiqui Carabantees fabuloso, una mezcla de alocada comedia con una dura crítica social. Todo en él tiene una doble lectura, un trasfondo para la reflexión, una velada crítica a nosotros mismos. Bajo la aparente ligereza de un problema común en un colegio se esconde toda una reflexión sobre la incapacidad humana para trabajar como comunidad. Los alumnos, los profesores, los padres, cada una de las piezas que componen este puzle está perfectamente definida y caracterizada para mostrarnos una parte de la sociedad, en la que las luchas de poder, la defensa de lo propio o las luchas sociales quedan perfectamente reflejadas.
En palabras de una de sus creadoras, "La Plaga surgió de la necesidad de hacerse preguntas sobre la educación. Tenemos una edad en la que tenemos cerca padres, madres y niños. Y eso hizo que surgiera la duda en nosotras de si lo estábamos haciendo bien. Y eso nos sirvió para hablar del mundo que estamos construyendo a nivel general. Situar al espectador en un universo pequeño para hablarle del mundo entero".
La dirección corre a cargo de Chiqui Carabante ("Algún día todo esto será tuyo", "Herederos del ocaso", "Desde aquí veo sucia la plaza") que como en trabajos anteriores somete al espectador a un espectáculo vibrante, lleno de ritmo y situaciones absurdas cargadas de simbolismo. Un trabajo preciso de concatenación de diversas realidades paralelas (profesores, alumnos, padres) que discurren paralelas con gran fluidez. Una obra cargada de momentos divertidos, que en realidad son escenas de dura crítica social que el director siempre sabe llevar al humor casi esperpéntico. Situaciones llevadas al extremo tamizadas de la más brutal de las comedias, para conseguir que el fondo último de lo que nos quiere contar nos llegue de forma más directa.
La historia nos sitúa en el colegio concertado Blas de Lezo, "uno de esos centros que se ven al pasar desde cualquier autovía de circunvalación". Una plaga de piojos hace que la aparente tranquilidad del centro se tambalee. Una situación anómala que hace que el profesorado colapse, entre en pánico ante una situación que no saben, o no pueden, controlar. La reunión con los padres y madres del AMPA se convierte en otro hervidero, ya que las madres se ponen a discutir de banalidades pasando por encima del principal problema. Sólo en el momento que les comentan la posibilidad de tener a sus hijos cuarenta días en casa parecen reaccionar ante la gravedad del asunto. Como en todo conflicto, hay quien mira por el bien común y quien lo hace por el suyo propio. Es tan parecido a la realidad de este último año que da hasta grima ver lo previsibles y simples que somos. El caos se apodera del colegio sin que nadie haga nada, mientras los alumnos asisten atónitos a la estupidez de los mayores e intentan reclamar sus propios derechos.
Todo esto nos pone a los niños y niñas en el centro del debate. Son a la vez víctimas de las desavenencias de sus mayores y culpables (señalados por los propios adultos) de la transmisión de la plaga. Pero son este colectivo el que mejor se organiza, el que más unión muestra, el que más claras tiene sus prioridades. Mientras los adultos discuten y solo ponen pegas para todo, las niñas colectivizan el problema y hacen frente común. Es interesante este punto, en el que se muestra al grupo menos "contaminado" por estereotipos o leyes, como el que más construye lo colectivo, más mira por el bien común, mientras reciben atónitos las informaciones contradictorias de sus mayores, supuestamente mucho más preparados y sabios que ellas.
Quiero pararme en unos de los párrafos de la sinopsis de la obra. "Niños y adultos intercambian sus voces para gritar por la libertad en todas las acepciones de la palabra. Libertad de ser, libertad de pensar, libertad de sentir, libertad de hablar. Porque sin ella, la sociedad estará condenada a seguir mintiendo para sobrevivir". En estos tiempos en los que la palabra "libertad" está tan denostada, hay que hacer hincapié en la necesidad de ser libre para pensar, opinar, hablar, aunque eso no signifique que cada uno haga lo que le de la gana. Una interesante propuesta que pone el foco (sin saberlo ellas en su momento) en uno de los debates más candentes de nuestros días.
Y todo eso nos lo muestran tres pedazo de actrices, que son las que interpretan a alumnas, profesoras y madres. Ellas son Carmen Baquero, Virginia Muñoz y Noemí Ruiz. Maravillosas, impecables, divertidas, enérgicas, ácidas, camaleónicas. El trabajo que hacen es preciso, cincelando con exactitud cada uno de los personajes que les toca interpretar con una naturalidad asombrosa. La dificultad que supone el cambiar radicalmente de registro en cuestión de segundos, lo hacen las tres con una facilidad pasmosa, dando un punto más en cada nueva transformación, subiendo la apuesta en cada escena, llevando cada situación un poco más al límite y tejiendo un entramado de escenas a cual más divertida. El final, contundente y demoledor, es una fantasía y nos da de bruces con la cruda realidad que quieren mostrarnos y que han disfrazado de "ingenua" comedia durante toda la obra. Brillante trabajo de elenco, sin estridencias y mostrando gran química entre ellas.
Hay que destacar también el ingenioso y "camaleónico" espacio escénico propuesto por Walter Arias. Una serie de elementos móviles que las actrices van distribuyendo por el espacio para crear los distintos lugares por los que transcurre la historia. Esto se potencia con un cuidado diseño de iluminación, a cargo de Area Martínez Noguera y Eladio Cano, capaz de dar a cada escena la intensidad y tono adecuado. Por último, hay que destacar el sencillo y a la vez efectistadiseño de vestuario que ha creado la propia compañía Caramala.
En definitiva estamos ante una inteligente propuesta que en estos días se puede apreciar, aún más si cabe, por las similitudes con la situación actual. Sarcástica, divertida, crítica y muy coherente. Porque el texto es un fiel reflejo de lo que somos como sociedad, de los intereses que nos mueven, de los poderes ocultos que en tras una clandestina negociación siempre consiguen lo que quieren. La pena, como me ha ocurrido con todas las obras del ciclo "Plataforma", es que sólo vaya a estar una semana en cartel. Esperemos que pronto podamos volver a disfrutar de ella y seamos capaces de ver en ella todo lo tóxico que tiene nuestra sociedad. VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.
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