Cuando a
finales de agosto y septiembre empezaron a publicarse la programación de los
distintos teatros, hubo varias que me llamaron la atención y me propuse ver.
Una de ellas es este Le congrè ne marche pas de la Calórica, una compañía que
conocí hace un par de años y que fue un auténtico descubrimiento.
* * * * * * *
La obra se inicia con una especie de
ceremonia de una joven de la isla de Sumbawa momentos antes de que ésta fuera
arrasada por la erupción del volcán Tambora en 1815, provocando la desaparición
de todos sus habitantes.
Este acontecimiento se presenta como el
contrapunto a lo que estamos a punto de ser testigos, la celebración del
Congreso de Viena.
Napoleón ha sido derrotado en Leipzig por las potencias aliadas y ha sido
recluido en la isla de Elba. Los países victoriosos convocados por Metternich,
el primer ministro austríaco; se reúnen en Viena con un doble objetivo, por un
lado suponía una celebración de las monarquías y aristocracias europeas que habían
visto en peligro sus privilegios con la Revolución francesa y trataban así de evitar
que los aires revolucionarios que habían sacudido a Francia se extendieran por
el resto de Europa y permitir así la pervivencia de las ideas absolutistas del
Antiguo Régimen y por otro buscar un equilibrio para conseguir una paz
duradera, en definitiva repartirse los países entre ellos.
Como decía se reúnen en Viena los representantes de los países victoriosos, las principales potencias europeas del momento (Prusia, Rusia, Austria e Inglaterra). En un principio los organizadores habían decidido que tanto España como Francia y el resto de países con menor peso específico en la época no intervinieran, finalmente les invitaron pero con una papel bastante secundario.
En un principio los países reunidos pensaron que
se llegaría pronto a un acuerdo y en una o dos semanas habrían acabado, pero lo
cierto es que se alargó durante algo más de nueve meses, desde noviembre de
1814 a junio de 1815. Las causas de tanto retraso pudieron ser tanto la
dificultad para llegar a un acuerdo pues los intereses en juego eran muy distintos
como el entorno en que dichas reuniones tuvieron lugar. Las constantes fiestas
donde no se dejaba de bailar -sobretodo el vals que era entonces el baile de
moda- y donde la comida, el alcohol y el sexo campaban a sus anchas en todo
momento, provocaron que el verdadero interés de los presentes fuera otro y que
las cuestiones políticas pasaran a segundo plano.
De hecho el emperador de Austria con intención de
mostrar la fortaleza de la casa de Habsburgo llegó a nombrar un comité de
fiestas para entretener a los intervinientes durante la celebración del
congreso, organizándose conciertos, cacerías o exhibiciones de globos aerostáticos.
La representación se hace fundamentalmente en
francés -el idioma “oficial” de la época, y en ciertos momentos aparecen el
alemán, el ruso y el inglés, con una pequeña aparición del español de la mano
de Pedro Gómez Labrador el representante de España al que se quitan en seguida
de en medio dándole el mandato que haga un censo de los ríos navegables de
Europa.
La Calórica nos plantea, eso sí de un modo muy loco y divertido, el posible final del capitalismo, para ello hace un paralelismo con lo ocurrido en Viena, esto es el final del Antiguo Régimen y la llegada de un nuevo orden político y social. De hecho incluso llegan a mencionar la famosa frase de Antonio Gramsci “el viejo mundo muere y el nuevo tarda en aparecer”.
Tanto la obra en si misma como la representación
de ésta supone un vodevil, un sainete, en definitiva un esperpento propio del
mejor Valle Inclán.
La obra se va representando con normalidad con el tono y el
ritmo propio a que la Calórica nos tiene acostumbrados hasta llegar a un final
épico y muy sintomático donde nos hace plantearnos que en nuestras manos está
que las cosas sean de otra manera.
Pero por encima de todo la obra habla del liberalismo, del individualismo y de que a veces vivimos con la sensación de que las cosas nunca cambian y que poco han cambiado en estos poco más de doscientos años.
La
sobria escenografía de Bibiana
Puigdefàbregas nos traslada a un salón propio de la Viena
de la época. Muy cuidado el vestuario diseñado por Albert Pascual que se
une a la estupenda caracterización de Anna Madaula.
Guillem Rodríguez y David
Solans son los encargados del espacio sonoro y Rodrigo Ortega
Portillo de un sobresaliente trabajo de iluminación. Por último destacar el
trabajo coreográfico de Vero Cendoya, simplemente impecable.
Joan Yago es el responsable de la dramaturgia. Graduado en Dirección y Dramaturgia por el Institut del Teatre de Barcelona. Ha escrito y estrenado varias obras de teatro como Sis Personatges – Homenatge a Tomàs Giner (Premio de La Crítica 2018), Fairfly (Premio Max a Autoría Revelación), Martingala, No soy Dean Moriarty, Feísima enfermedad y muy triste muerte de la reina Isabel I o la magnífica Las aves. Asimismo es miembro fundador de la La Calòrica y profesor de escritura en la Escuela Eòlia ESAD y el Obrador de Dramaturgia de la Sala Beckett.
Magnífico el texto que ha escrito con
las notas que le caracterizan, con mucho humor e ironía, demostrando que se puede
hacer denuncia política y social sin prescindir del humor y sin que dicho humor
desvirtúe lo que se quiere contar.
Israel Solà se encarga de la dirección. Licenciado en Física por la Universidad de Barcelona y en Dirección y Dramaturgia por el Institut del Teatre. Cofundador de la compañía de teatro La Calòrica ha creado y dirigido la gran parte de sus espectáculos, entre los que destacan: De què parlem mentre no parlem de tota aquesta merda , Els ocells o Fairfly. Como director también ha hecho incursiones en el mundo de la ópera.
Llamado a ser uno de los principales directores del teatro
contemporáneo, consigue una obra muy divertida con un ritmo preciso y una
enorme complicidad y química entre un numeroso elenco; algo muy difícil de
conseguir.
En cuanto al elenco está formado por Roser Batalla (doble papel el que realiza destacando una memorable Margaret Tatcher), Joan Esteve (criado/camarero) sublime su intervención final, Xavi Francés (probablemente el personaje más divertido Pedro Gómez Labrador, el representante español en la cumbre), Aitor Galisteo-Rocher (se pone en la piel del zar Alejandro I), Esther López (como la intrigante Catalina, Princesa de Bragation), Tamara Ndong (que entre otras se mete en la piel de Barbara von Krüdener), Marc Rius (el sobrio ministro de Asuntos Exteriores de Inglaterra), Carles Roig (es Talleyrand el representante francés en la cumbre, cuyo papel va de menos a mucho más) y Júlia Truyol sin duda de lo mejor de la obra su interpretación de Metternich, Primer Ministro de Austria.
En definitiva hace tiempo que cuando voy al
teatro lo hago sin expectativas, pero como decía al inicio de la reseña ésta es
una de las obras que esperaba con muchas ganas y las expectativas creadas se
han visto ampliamente sobrepasadas. Y para muestra…fui a verla con mi hija y le
gustó tanto que va a volver a verla con unas amigas. Creo que con eso está todo
dicho. Disfrutadla.
* * * * * * *
Teatro: Teatro Valle-Inclán
Dirección: Pza. Ana Diosdado s/n.
Horarios: Del 2 al 20 de octubre.
De martes a domingo a las 20
horas.
Dirección: Pza. Ana Diosdado s/n.
Horarios: Del 2 al 20 de octubre.
FICHA ARTÍSTICA
Creación: La Calòrica.
Texto: Joan
Yago.
Dirección: Israel
Solà.
Reparto: Roser Batalla, Joan
Esteve, Xavi Francés, Aitor Galisteo-Rocher, Esther López, Tamara Ndong, Marc
Rius, Carles Roig y Júlia Truyol.
Voz en off: Vanessa
Segura.
Voz en off francesa: Corentine
Sauvetre.
Espacio escénico:
Bibiana Puigdefàbregas.
Iluminación:
Rodrigo Ortega Portillo.
Vestuario: Albert
Pascual.
Espacio sonoro:
Guillem Rodríguez y David Solans.
Caracterización: Anna
Madaula.
Coreografía y movimiento: Vero
Cendoya.
Traducción y asesoría fonética en francés e inglés: Julia Calzada.
Traducción
y asesoría fonética en ruso: Gerard
Adrover y Yulia Karaganova.
Asesoría
de canto coral: Laia Santanach.
Ayudante
de dirección: Pau Masaló.
Ayudante
de escenografía: Alba Paituví.
Ayudante de vestuario: Elisabet
Rovira Ribas.
Jefa de
producción: Roser Soler.
Comunicación La Calòrica: Marta
Fernández Martí.
Sobretitulación:
Julia Calzada.
Jefe
Técnico: Jordi Llunell.
Estudiantes
en práctica: Andrés Galián (Xarxa de productores) y Leonardo Vicente
(Institut del Teatre).
Construcción de escenografía:
Carles Piera.
Construcción
de vestuario: Gustavo Adolfo Tarí.
Construcción de luces de proscenio: Pere Sànchez.
Construcción de los muñecos: Eudald Ferré.
Prótesis: David
Chapanoff.
Diseño de cartel: Emilio
Lorente.
Fotografía: Sílvia Poch y
Sergi Panizo.
Tráiler: Raquel
Barrera.
Producción:
Centro Dramático Nacional, La Calòrica y Teatre Lliure.