Teatro: Le congrè ne marche pas. Teatro Valle Inclán.

Cuando a finales de agosto y septiembre empezaron a publicarse la programación de los distintos teatros, hubo varias que me llamaron la atención y me propuse ver. Una de ellas es este Le congrè ne marche pas de la Calórica, una compañía que conocí hace un par de años y que fue un auténtico descubrimiento. 

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La obra se inicia con una especie de ceremonia de una joven de la isla de Sumbawa momentos antes de que ésta fuera arrasada por la erupción del volcán Tambora en 1815, provocando la desaparición de todos sus habitantes.

Este acontecimiento se presenta como el contrapunto a lo que estamos a punto de ser testigos, la celebración del Congreso de Viena.

Napoleón ha sido derrotado en Leipzig por las potencias aliadas  y ha sido recluido en la isla de Elba. Los países victoriosos convocados por Metternich, el primer ministro austríaco; se reúnen en Viena con un doble objetivo, por un lado suponía una celebración de las monarquías y aristocracias europeas que habían visto en peligro sus privilegios con la Revolución francesa y trataban así de evitar que los aires revolucionarios que habían sacudido a Francia se extendieran por el resto de Europa y permitir así la pervivencia de las ideas absolutistas del Antiguo Régimen y por otro buscar un equilibrio para conseguir una paz duradera, en definitiva repartirse los países entre ellos.



Como decía se reúnen en Viena los representantes de los países victoriosos, las principales potencias europeas del momento (Prusia, Rusia, Austria e Inglaterra). En un principio los organizadores habían decidido que tanto España como Francia y el resto de países con menor peso específico en la época no intervinieran, finalmente les invitaron pero con una papel bastante secundario.


En un principio los países reunidos pensaron que se llegaría pronto a un acuerdo y en una o dos semanas habrían acabado, pero lo cierto es que se alargó durante algo más de nueve meses, desde noviembre de 1814 a junio de 1815. Las causas de tanto retraso pudieron ser tanto la dificultad para llegar a un acuerdo pues los intereses en juego eran muy distintos como el entorno en que dichas reuniones tuvieron lugar. Las constantes fiestas donde no se dejaba de bailar -sobretodo el vals que era entonces el baile de moda- y donde la comida, el alcohol y el sexo campaban a sus anchas en todo momento, provocaron que el verdadero interés de los presentes fuera otro y que las cuestiones políticas pasaran a segundo plano.



De hecho el emperador de Austria con intención de mostrar la fortaleza de la casa de Habsburgo llegó a nombrar un comité de fiestas para entretener a los intervinientes durante la celebración del congreso, organizándose conciertos, cacerías o exhibiciones de globos aerostáticos.


La representación se hace fundamentalmente en francés -el idioma “oficial” de la época, y en ciertos momentos aparecen el alemán, el ruso y el inglés, con una pequeña aparición del español de la mano de Pedro Gómez Labrador el representante de España al que se quitan en seguida de en medio dándole el mandato que haga un censo de los ríos navegables de Europa.



La Calórica nos plantea, eso sí de un modo muy loco y divertido, el posible final del capitalismo, para ello hace un paralelismo con lo ocurrido en Viena, esto es el final del Antiguo Régimen y la llegada de un nuevo orden político y social. De hecho incluso llegan a mencionar la famosa frase de Antonio Gramsci “el viejo mundo muere y el nuevo tarda en aparecer”.


Tanto la obra en si misma como la representación de ésta supone un vodevil, un sainete, en definitiva un esperpento propio del mejor Valle Inclán.


La obra se va representando con normalidad con el tono y el ritmo propio a que la Calórica nos tiene acostumbrados hasta llegar a un final épico y muy sintomático donde nos hace plantearnos que en nuestras manos está que las cosas sean de otra manera.


Pero por encima de todo la obra habla del liberalismo, del individualismo y de que a veces vivimos con la sensación de que las cosas nunca cambian y que poco han cambiado en estos poco más de doscientos años.


La sobria escenografía de Bibiana Puigdefàbregas nos traslada a un salón propio de la Viena de la época. Muy cuidado el vestuario diseñado por Albert Pascual que se une a la estupenda caracterización de Anna Madaula.


Guillem Rodríguez y David Solans son los encargados del espacio sonoro y Rodrigo Ortega Portillo de un sobresaliente trabajo de iluminación. Por último destacar el trabajo coreográfico de Vero Cendoya, simplemente impecable.


Joan Yago es el responsable de la dramaturgia. Graduado en Dirección y Dramaturgia por el Institut del Teatre de Barcelona. Ha escrito y estrenado varias obras de  teatro como Sis Personatges – Homenatge a Tomàs Giner (Premio de La Crítica 2018), Fairfly (Premio Max a Autoría Revelación), Martingala, No soy Dean Moriarty, Feísima enfermedad y muy triste muerte de la reina Isabel I o la magnífica Las aves. Asimismo es  miembro fundador de la La Calòrica y  profesor de escritura en la Escuela Eòlia ESAD y el Obrador de Dramaturgia de la Sala Beckett.


Magnífico el texto que ha escrito con las notas que le caracterizan, con mucho humor e ironía, demostrando que se puede hacer denuncia política y social sin prescindir del humor y sin que dicho humor desvirtúe lo que se quiere contar.



Israel Solà se encarga de la dirección. Licenciado en Física por la Universidad de Barcelona y en Dirección y Dramaturgia por el Institut del Teatre. Cofundador de la compañía de teatro La Calòrica ha creado y dirigido la gran parte de sus espectáculos, entre los que destacan:  De què parlem mentre no parlem de tota aquesta merda , Els ocells o Fairfly. Como director también ha hecho incursiones en el mundo de la ópera.


Llamado a ser uno de los principales directores del teatro contemporáneo, consigue una obra muy divertida con un ritmo preciso y una enorme complicidad y química entre un numeroso elenco; algo muy difícil de conseguir.



En cuanto al elenco está formado por Roser Batalla (doble papel el que realiza destacando una memorable Margaret Tatcher), Joan Esteve (criado/camarero) sublime su intervención final, Xavi Francés (probablemente el personaje más divertido Pedro Gómez Labrador, el representante español en la cumbre), Aitor Galisteo-Rocher (se pone en la piel del zar Alejandro I), Esther López (como la intrigante Catalina, Princesa de Bragation), Tamara Ndong (que entre otras se mete en la piel de Barbara von Krüdener), Marc Rius (el sobrio ministro de Asuntos Exteriores de Inglaterra), Carles Roig (es Talleyrand el representante francés en la cumbre, cuyo papel va de menos a mucho más) y Júlia Truyol sin duda de lo mejor de la obra su interpretación de Metternich, Primer Ministro de Austria.


En definitiva hace tiempo que cuando voy al teatro lo hago sin expectativas, pero como decía al inicio de la reseña ésta es una de las obras que esperaba con muchas ganas y las expectativas creadas se han visto ampliamente sobrepasadas. Y para muestra…fui a verla con mi hija y le gustó tanto que va a volver a verla con unas amigas. Creo que con eso está todo dicho. Disfrutadla.



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Teatro: Teatro Valle-Inclán
Dirección: Pza. Ana Diosdado s/n.
Horarios: Del 2 al 20 de octubre.
                De martes a domingo a las 20 horas.

 

FICHA ARTÍSTICA

Creación: La Calòrica.

Texto: Joan Yago.
Dirección: Israel Solà.
Reparto: Roser Batalla, Joan Esteve, Xavi Francés, Aitor Galisteo-Rocher, Esther López, Tamara Ndong, Marc Rius, Carles Roig y Júlia Truyol.
Voz en off: Vanessa Segura.
Voz en off francesa: Corentine Sauvetre.
Espacio escénico: Bibiana Puigdefàbregas.
Iluminación: Rodrigo Ortega Portillo.
Vestuario: Albert Pascual.
Espacio sonoro: Guillem Rodríguez y David Solans.
Caracterización: Anna Madaula.
Coreografía y movimiento: Vero Cendoya.
Traducción y asesoría fonética en francés e inglés: Julia Calzada.
Traducción y asesoría fonética en ruso: Gerard Adrover y Yulia Karaganova.
Asesoría de canto coral: Laia Santanach.
Ayudante de dirección: Pau Masaló.
Ayudante de escenografía: Alba Paituví.
Ayudante de vestuario: Elisabet Rovira Ribas.
Jefa de producción: Roser Soler.
Comunicación La Calòrica: Marta Fernández Martí.
Sobretitulación: Julia Calzada.
Jefe Técnico: Jordi Llunell.
Estudiantes en práctica: Andrés Galián (Xarxa de productores) y Leonardo Vicente (Institut del Teatre). 
Construcción de escenografía: Carles Piera.
Construcción de vestuario: Gustavo Adolfo Tarí.
Construcción de luces de proscenio: Pere Sànchez.
Construcción de los muñecos: Eudald Ferré.
Prótesis: David Chapanoff.
Diseño de cartel: Emilio Lorente.
Fotografía: Sílvia Poch y Sergi Panizo.
Tráiler: Raquel Barrera.
Producción: Centro Dramático Nacional, La Calòrica y Teatre Lliure.


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