Siguiendo con la estela conmemorativa de centenario de nacimiento, el Teatro de la Abadía sigue celebrando a Carmen Martín Gaite tras el exitoso paso de Caperucita en Manhattan.
Dirigida por Rakel Camacho con dramaturgia de María Folguera, la propuesta presenta un espacio onírico dónde la realidad y el sueño se entremezclan. Con una escenografía móvil diseñada por José Luis Raymond con claros referentes a Twin Peaks, Kulunka y Matrix, el espacio está cargado de simbolismo, como las cucarachas, el teléfono y los blísteres de pastillas.
En escena, una enorme Emma Suárez en el papel de C., un
alter ego de la propia Carmen. La obra es una sucesión de pensamientos,
reflexiones, miedos, coplas y apariciones reales. Todo ocurre una noche de
tormenta, todo en el mismo lugar. Mientras C. se resiste al paso del tiempo y
nos relata como fue ser mujer en la posguerra, en el cuarto de atrás se van apareciendo,
ante la inquisidora mirada del Hombre de Negro que viene a hacerle una vista,
las figuras femeninas más relevantes de la vida de Carmen.
Carmen Martín Gaite encontró refugio en el cuarto de atrás,
en la isla Bergai, en la imaginación y en la metanovela. Cuando acaba la noche
y su hija regresa de fiesta, resulta que C. tiene el manuscrito de lo que será
su próxima novela entre las manos, y ella no sabrá si lo sucedido ha sido
cierto. Las fronteras entre la realidad y la ficción, son siempre difusas.
La fórmula de Maria Folguera y Rakel Camacho es arriesgada,
como arriesgado fue el texto de Martín Gaite en plena Transición Española, pero
no deja de estar vigente ni anticuado. El cuarto de atrás, es una dialéctica
continua con el miedo y las dificultades de abrirse paso en una profesión eminentemente
masculina, una reflexión sobre la emancipación femenina, sobre el azote de la
droga y lo difícil que fue salir de la cocina y la Copla en aquellos años.
El cuatro de atrás fue cobijo,
pero también es sombra, y una búsqueda de respuestas a preguntas que quedaron
sostenidas. Es pánico, pero también es un túnel de luz. Es una mujer en búsqueda
de sentido. Es una mirada al pasado anclada en el presente.
Hay imágenes completamente cinematográficas que quedarán en la retina del espectador, como el larguísimo tiro de luz desde la cúpula de la abadía a una hollywoodiana Emma Suarez en la bañera, o el poderoso terciopelo rojo de las cortinas, sin olvidar que si eliges la pastilla roja estarás despierta, y si eliges la pastilla azul, será toda la vida un sueño.
Nadie lleva las boinas como Carmen Martín Gaite ni como Emma Suarez. ¡Vayan! Aunque me da que, si no se dan prisa, no quedará butaca ahí dentro, el cuatro de atrás es demasiado pequeño para tan grande autora.
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Ficha artística