Teatro: Divinas palabras. Teatros del Canal. Sala Roja Concha Velasco.

 

Cuando allá por el pasado verano se dieron a conocer las distintas programaciones de la temporada 2024-2025 de los teatros de Madrid, sin duda alguna estaba señalada como una de las obras imprescindibles, el montaje que la compañía Atalaya ha hecho de las Divinas Palabras de Valle-Inclán.

  

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Supongo que debido al sistema educativo que “padecemos”, estoy convencido que si salimos a la calle y preguntamos a toda persona con la que nos crucemos que conoce de Valle-Inclán, 9 de cada 10 dirían Luces de Bohemia.

Lejos de la realidad lo cierto es que Divinas Palabras es la obra más representada de Valle y con bastante diferencia respecto a las demás, incluidas sus Luces de Bohemia.

Divinas palabras fue escrita en 1919 pero hubo de esperarse a 1933 para que fuera estrenada en el Teatro Español dirigida por Cipriano Rivas Cherif e interpretada entre otras por la mítica Margarita Xirgú.




Es la historia de la familia de los Gailos. Pedro Gailo es el sacristán de la aldea que está casado  con Mari Gaila, tienen una hija llamada Simoniña.

La acción nos traslada a una aldea de la Galicia más profunda de hace aproximadamente un siglo y gira alrededor de la familia de los Gailos, esto es, de la familia de Pedro Gailo, un sacristán de aldea. Está casado con Mari-Gaila y ambos son padres de una hija, Simoniña.

Juana Reina, la hermana del sacristán muere y deja solo a Laureaniño, huérfano y desamparado. Laureañiño es un personaje hidrocéfalo y monstruoso, pero a pesar de ello era su único modo de ganarse la vida. Recorría los pueblos y las ferias mostrándolo en público y pidiendo limosna.



La muerte de Juana y la consiguiente orfandad de Laureaniño, supone un problema para su familia, pero no por lo que en un primer momento pudiéramos pensar; sino porque sendas partes de la estirpe ven en él una enorme posibilidad para ganarse la vida. El conflicto se desarrolla principalmente entre Marica hermana de Juana y el clan de los Gailos.

En un principio llegan a un acuerdo aparentemente satisfactorio para ambas partes. Unos lo tendrán de lunes a miércoles y la otra parte de jueves a sábado, los domingos se lo alternarán.


Pero este acuerdo dura muy poco pues Mari Gaila al poco lo incumple al quedarse con Laureaniño más tiempo de lo que en un principio le correspondía.

En paralelo a la trama principal, Mari-Gaila después de varios flirteos se cita con Séptimo su amante. Mientras este encuentro se produce, un grupo de vecinos emborracha a Laureaniño hasta un extremo tal que le acaba matando. Ya sólo queda sitio para el dramático desenlace.



El entorno en el que se desarrolla es la Galicia rural de los años veinte del siglo pasado. Una Galicia ancestral, dura, cruel, llena de leyendas y supersticiones. Un entorno lleno de miseria, pobreza, sin oportunidades y sin futuro. Donde el hecho de poder “contar” con un ser deforme y que es considerado un monstruo por su propia familia se convierte en una opción para poder subsistir, todo ello da idea de la situación social y económica en la que se vivía en la España de la época, una situación de podredumbre que era más acentuada en el ámbito rural.

La obra sin llegar a los extremos del esperpento de Luces de Bohemia si mantiene rasgos de ésta. De hecho ya el propio subtítulo de la obra Tragicomedia de aldea no deja de estar cargada de ironía, pues tiene mucho de trágico y muy poco, por no decir nada de comedia.


La versión que ha realizado la compañía Atalaya muestra a la perfección el ambiente que Valle estableció en su texto original. La lucha del bien contra el mal, las dos Españas, la urbana y la rural, la católica y la pagana, el espíritu contra la carne. Como decía un ambiente lleno de miseria, de opresión, de violencia, de recelos y desconfianzas.

Y es en este entorno donde los más bajos instintos y pasiones del ser humano aparecen. En una lucha cainita por la vida y la supervivencia, donde nada ni nadie importa.



Tanto la violencia como la muerte, la avaricia, el egoísmo o la lujuria campan a sus anchas por estas Divinas Palabras. Con situaciones duras e intensas que reflejan la codicia sin límite de sus personajes.

Las escenas con diálogos muy breves se van sucediendo. En muy pocas obras tiene tanta importancia la transición entre escenas – de hecho creo que es la primera vez que menciono esto en una reseña-  simplemente impecables, toda una lección para los estudiosos de las artes escénicas.


Maravillosa tanto la dramaturgia como la puesta en escena obra de Ricardo Iniesta, junto con el fantástico trabajo en escenografía de Ana Arteaga & Viñas. Apenas una serie de conos de distintos tamaños que tienen mil y un usos. Ya sólo por el inicio donde aparecen siete de estos conos moviéndose por el escenario como si de un cuidado ballet con su coreografía se tratase ya merece la pena acercarse a la sala roja de los teatros del Canal.

Alejandro Conesa es el encargado del cuidado diseño de luces, rodeando la representación de un halo de misterio y sordidez que tanto ayuda a crear el ambiente en el que la historia se desarrolla. Un ambiente que me recordaba mucho a los ambientes que suelen recrear la Zaranda. Destacar también el espacio sonoro que crea Emilio Morales.


Uno de los recuerdos que guardo de Divinas palabras es la deliciosa película que hizo José Luis García Sánchez en 1987 protagonizada por Ana Belén e Imanol Arias con una exquisita música de Milladoiro, inolvidable. Pues en este caso he de decir que sobresaliente tanto Luis Navarro en la composición musical como Juana Casado y Lucía You en las distintas coreografías. Simplemente espectacular.

Finalmente enorme tanto el trabajo de Carmen de Giles en el vestuario como el de Manolo Cortés en maquillaje y peluquería.

En resumen se trata de una puesta en escena muy original con un gran dinamismo y un ritmo intenso.


Ricardo Iniesta fundador y alma mater de la compañía Atalaya señala respecto a la obra que “En este espectáculo la energía, la palabra y los elementos visuales llegan al espectador. La palabra en Valle Inclán es mágica. La fuerza de la palabra adquiere diferentes colores, tonos y evoca una cantidad de imágenes tremenda. El teatro de Valle Inclán presenta una sintonía de colores y un ritmo muy especial”.

Por lo que respecta a la Compañía Atalaya se trata de un referente del teatro en España durante más de 40 años. Galardonada con el Premio Nacional de Teatro 2008. A lo largo de su dilatada trayectoria, ha recorrido más de 600 teatros en 44 países y en todas las provincias españolas. Ha participado en unos doscientos festivales internacionales y obtenido casi un centenar de premios, cinco de ellos internacionales en países extracomunitarios. 

Durante todos estos años han creado más de una treintena de espectáculos entre los que destacan Esperando a Godot, El avaro de Moliere o Rey Lear, entre otros.



En cuanto al elenco lo forman Silvia Garzón, Raúl Vera, Ana Baraza María Sanz, Enmanuel García, Laura Krivakova, Pedro Callealta y Raúl LledóFantástico el trabajo coral de tod@s ell@s. Aunque me gustaría destacar el fenomenal trabajo tanto de Silvia Garzón que da vida a Mari Gaila, como de Raúl Vera en su papel de Pedro Gailo y del ciego de Gondar.


En definitiva una oportunidad tan grande como breve- pues de momento sólo estarán cuatro días en los Teatros del Canal- de disfrutar de esta montaje de la compañía Atalaya.

  


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Teatro: Teatros del Canal. Sala Roja Concha Velasco.

Dirección: Calle Cea Bermúdez

Horarios: Del 1 al 4 de mayo.

Días 1 a 3: 20 horas.

Día 4: 18:30 horas.


Ficha artística y técnica

Elenco: Silvia Garzón, Raúl Vera , María Sanz, Enmanuel García, Laura Krivakova, Pedro Callealta y Raúl Lledó.

Dirección, adaptación y espacio escénico: Ricardo Iniesta.
Composición y dirección musical: Luis Navarro.
Vestuario: Carmen de Giles.
Maquillaje, peluquería y estilismo: Manolo Cortés.
Realización escenografía: Ana Arteaga & Viñas.
Atrezo: Quique Ruiz.
Coreografía: Juana Casado y Lucía You.
Diseño de luces: Alejandro Conesa.
Espacio sonoro: Emilio Morales.
Ayudante de dirección: Juana Casado.
Coros y voz: Lidia Mauduit y Marga Reyes.
Auxiliar de dirección: Mela Servent.
Vídeos: Felix Vázquez.
Fotos: Curro Casillas.
Gerencia: Rocío de los Reyes.
Distribución: Victoria Villalta.
Producción: Macarena Gutiérrez.
Comunicación: Carmen Matos.
Promoción: Rocío González.

 

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