¿Se puede vivir de esto? O mejor… soltamos
el timón y ¡sálvese quien pueda!
Es una pregunta que resuena con frecuencia entre quienes se dedican al teatro.
Porque la pasión no siempre basta. Sostener una propuesta arriesgada se
convierte muchas veces en un acto de resistencia. Las dificultades económicas,
la sobreoferta y, ahora, la censura institucional, afectan la libertad creativa
y la diversidad escénica. No olvidemos que el teatro lleva en sus bodegas
historias que desafían tempestades y sacuden conciencias.
¡LA CENSURA! ha vuelto a aparecer en los últimos años. Así que, ahora, sin olvidar la brújula, nos
toca sacar el catalejo. Obras como “Orlando” (cancelada en Valdemorillo, por
tratar sobre la identidad de género), “Qué difícil es” (retirada en Quintanar
de la Orden, por mostrar acciones en ropa interior) o “Tindaya” (señalada por
abordar la represión LGTBIQ+), han sido suprimidas por razones ideológicas o
políticas.
Estas decisiones han generado una fuerte
reacción en el mundo cultural, que denuncia una regresión en los derechos de
libertad creativa.
“No nos cancelan, nos censuran”, dicen las compañías. Y tienen razón. No se puede
confundir la crítica, con la represión. Ante esta tijera ideológica algunas
compañías bajan el perfil y otras suben volumen.
La censura, no es “cancelación”. Mientras que la censura impone
desde arriba, la cancelación reacciona desde abajo. Ambas pueden tener
consecuencias reales, pero no son equivalentes. Si quisiéramos hablar de
cancelación, habría que abrir otras aguas: ¿hasta donde llega la libertad de
expresión?, ¿hay que separar artista y obra?... Estos mares os los dejo a
vosotros, como bien decía, está en vuestra mano.

La cultura, navega otra tormenta, donde
tiene que elegir entre el naufragio o la fidelidad a la propia bandera, porque…
¿se puede hacer teatro sin que este sea social y político?
Mirando hacia atrás con nuestro catalejo, descubrimos que algunos naufragios
enseñan a nadar. Citando a Bukowski: “Encuentra lo que amas y deja que te mate”.
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Artículo escrito por Laura
Balo.