Juicios
mediáticos, creencias individuales y colectivas, el abuso de poder se dan cita
en el Teatro Bellas Artes para hacernos partícipes de un texto con la seña de
identidad de David Mamet, uno de los dramaturgos estadounidenses mas
influyentes en la actualidad, donde
confluye la casuística social en continuo conflicto con la condición
individual.
Un texto
elocuente versionado de manera meritoria por Bernabé Rico. Una sucesión de
hechos que harán tambalear los cimientos de la vida del protagonista pero quizá
mas aún de la persona mas cercana a él. Una
lucha entre la moral y la ética frente a un entorno social que se ha convertido
en hostil, el prestigio del protagonista y su ser son puestos en tela de juicio
y nos queda por saber que le lleva a seguir fielmente a su conciencia.
Se lo
contamos:
Un
psiquiatra es requerido a declarar en favor de un paciente, un chico que
momentos después de salir de su consulta comete una masacre. La suerte de
terror colectivo en las sociedades contemporáneas, en la que los medios de
comunicación se lanzan como buitres a los albores de la posverdad uniendo
sensibilidades contra un enemigo común.
Cuando Charles se niega a declarar a su favor, su
carrera, su ética y sus creencias son cuestionadas, desencadenando una espiral
de acontecimientos que convulsionará no sólo su vida, sino la de la persona que
más quiere.
Es cierto, cuando escuchamos a Charles
confirmar que no declararía en favor de su paciente, también lo pensamos...Charles es cómplice de la masacre, sin darle oportunidad de explicar su
versión, sumidos también nosotros como quizá ustedes, en ese imaginario
colectivo del que les hablamos. Y allí continuamos, esperando a que el cómplice
ya para nosotros, explicase su verdad. Les seguimos contando en las próximas
líneas.
Juan Carlos Rubio dirige de un modo
brillante a un elenco de actores impecable, desde la elegancia
escénica de Ana Fernández hasta la sola presencia de Magüi Mira en escena.
Rubio ha conseguido llevar a cada personaje
a un conflicto con el otro pero también consigo mismo, dejando fuera toda
empatía, sin dejar a cada personaje posicionarse en el lugar del otro, lo que
lleva a conflictos del todo interesantes entre los personajes que nunca podrán
llegar a entenderse porque están sumidos en su propia ruina.
Dotando a la
puesta en escena de plena actualidad y haciéndonos reflexionar sobre que tipo de información y relaciones estamos
contruyendo en la actualidad, donde como parecen transmitirnos creamos juicios
paralelos en base a titulares en muchos casos tendenciosos, sin pararnos a
escuchar la versión del acusado, que en muchos casos pasará a sentirse víctima.
Pepón Nieto
dará vida a Charles, caminando lentamente hacia el talud de la condición humana,
emocionándonos en cada paso, y manteniéndonos expectantes entre su verdad y
nuestra creencia. Nieto lleva
sobre sí el peso de la obra, un texto
que podríamos tildar de historia simple, pero con una carga social y moral
ardua para que recaiga sobre un solo personaje, defendiendo el actor esta
complicada empresa de manera sobresaliente, en un maravilloso tandem con su
compañera Ana Fernández en el papel de
Kate, su esposa que le sigue en su declive, una mujer atormentada que no pierde
la elegancia y la ductilidad de la actriz, que siempre supone un equilibrio
en puestas en escena donde los juegos dialogales pueden sumirse en una batalla,
en contrapunto con el abogado corrupto únicamente preocupado por él mismo y por
salvarse de todo mal interpretado por Miguel Hermoso inconmensurable en escena al
que acompaña una presencia y voz equilibrada y como siempre inquietante mirada
que nos parece indicar que algo que no conocemos está por suceder, con un hermoso
juego dialéctico junto a Pepón Nieto.
Magüi Mira
dará vida al abogado defensor de un modo brillante, con el sello Mira que ya es
genuino, único y original. Siempre tenemos la sensación de que el personaje es
a ella y no la actriz al personaje,
parece interiorizarlo, hacerlo suyo y que no podamos disociar así donde
comienza el personaje y donde se escondió la actriz, con un vestuario para ella
absolutamente a la altura de esta descripción.
Cuenta Curt
Allen Wilmer que “La escenografía debe hacer convivir los conceptos de poesía y
funcionalidad”, si les decimos que es el encargado de llevar a cabo la
escenografía, parece estar todo dicho, una escenografía que se hace poesía en
una historia tan actual, ha
conseguido como en todos sus trabajos darle sentido a una idea generando una
fábula en escena que a un tiempo tiene coherencia y compacta con el texto,
junto al trabajo de José Manuel
Guerra en iluminación y el figurinista Pier Paolo Álvaro .
Entiendan
que como siempre no les contemos si Charles es víctima o verdugo, si era cómplice
de la masacre o quizá simplemente era un psiquiatra con una verdad que había de
ser escuchada, ya que
preferimos que lo descubran ustedes. Lo que si les podemos adelantar es que la incógnita
está servida con “La Culpa” y que les hará mirar a su propia moral para
preguntarse que nos lleva a prejuzgar un hecho sin conocerlo.
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Teatro: Teatro Bellas Artes
Dirección: Calle Marqués de Casa Riera 2.
Fechas: Del 9 de enero al 24 de marzo de 2019.Miércoles a viernes 20:30h, sábados 19:00h y 21:30h, domingos 19:00 h.
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