Teatro: Un cuerpo en algún lugar. Teatro Fernán-Gómez

La búsqueda de la persona que nos complemente, nuestra ansiada "media naranja" puede ser uno de los incentivos más importantes del ser humano. El encontrar a esa otra mitad con la que todo encaja y perderla en cuestión de horas debería ser traumático, algo que nos hiciese plantearnos nuestra vida, así como la forma de actuar a raíz de lo ocurrido. La búsqueda de la persona amada, que tanto obsesiona al ser humano, puede ser motivo suficiente para emprender un viaje sin un destino claro, sabiendo lo que buscamos pero no como buscarlo ni en donde. Un viaje que puede llegar a cambiar nuestras vidas.




Dos sillas y muchas marcas en el suelo (lugares donde se colocarán las sillas) nos dan la bienvenida al entrar en la sala. Algo nos indica que estamos ante un montaje cuanto menos peculiar. Sobra todo, no necesitamos nada para disfrutar de lo que vamos a ver, una simple silla es objeto más que suficiente para abordar este onírico texto.  Basta de elementos que nos distraigan, basta de darle al espectador la imagen de lo que va a suceder y como va a pasar ante sus ojos. Dejemos volar la imaginación y construyamos juntos este hermoso viaje interior



La carrera de Gon Ramos está siendo fulgurante, cosechando éxitos en todos proyectos que crea. Tras el sorprendente debut con su maravillosa pieza experimental "Yogur Piano", que se convirtió en todo un fenómeno del que aún se habla (se volvió a programar el pasado año en el Teatro Valle-Inclán), el pasado año estrenó esta segunda pieza como autor y director, en el ambigú del Pavón Teatro Kamikaze. Tras el éxito de este segundo trabajo, estrenó "La familia No" en el Teatro Fernán-Gómez (lugar elegido para la reposición de su segunda pieza), en un año en el que se confirmó como una de las apuestas más sólidas de nuestra nueva dramaturgia. Por si fuera poco, tras esta reposición estrena su nuevo proyecto "Suaves" en el Pavón Teatro Kamikaze (Del 6 de Febrero al 2 de Marzo).




El listón había quedado muy alto con su primer trabajo, pero lejos de acomodarse (había ganado el premio Godoff a la mejor dramaturgia por su debut) este joven autor salta al vacío con este interesante pieza que nos toca en lo más profundo de nuestra sensibilidad. Un interesante viaje el que nos propone el autor madrileño en este nuevo "experimento" en lo que empieza a ser más una forma de crear que algo puntual. Con apenas treinta años, se ha convertido por méritos propios, en una de las referencias dentro de su generación.

A los mandos de su compañía In Gravity, Gon Ramos vuelve a enamorarnos con esta sencilla y cautivadora propuesta, un onírico viaje en busca del amor, de los sueños, del sentido de la vida, de la propia identidad. Para el autor, esta pieza sirve para "alejarse del ideal del amor romántico que espera en la distancia mientras uno sufre, para adentrarse en el ideal del amor como búsqueda perpetua y valiente, sin esperar a que nadie llame a nuestra puerta ni a nuestro cuerpo". Un asombroso viaje que nos trasladará a lugares insospechados, una búsqueda para indagar en la conciencia del ser humano y en lo capaces, o no, que somos de exponernos ante el prójimo, de lo valientes que podemos ser para mostrar abiertamente nuestros sentimientos.



"Ya hace exactamente un año, siete meses y once días que salí de casa. Tu te fuiste hace todo eso más tres días y dos horas. Las habitaciones donde me quedo parecen más grandes ahora y hay más silencio. Veo que tus ventanas, tus posibles ventanas por donde voy caminando, siguen cerradas y con las persianas bajadas, y que las plantas están casi hechas ceniza. He movido muebles, neveras, levantado coches, tirado paredes a martillazos, mudanzas, peleado en sótanos para poder seguir buscándote. Por fin mi cuerpo me sirve de algo. Cada vez pienso menos, pero ahí sigues". Esta conmovedora historia parte de la carta que un hombre (el que comienza este particular viaje), escribe a su amada. El viaje como símbolo de la vida, una búsqueda por la que ilusionarse, avanzar, un objetivo final sin el que no tendría sentido la existencia.




La búsqueda del amor como eje (incluso obsesión) vital, un largo trayecto que nos llevará a lugares de lo más dispares, desde trenes a iglesias. Una vida marcada por la obsesión por un amor, que va marcando su existencia a lo largo de los años. Esta larga aventura en torno al amor no deja de ser una gran metáfora de la vida, un recorrido a ciegas en el que encontrar el amor es una de nuestras grandes esperanzas. Esta historia, que nos habla de un viaje siempre hacia adelante y sin volver la vista atrás, es un bonito ejemplo de lo que nos contaba Antonio Machado en su inmortal poema, un camino que se va haciendo al andar, en una inexorable búsqueda de nuestro destino, de lo que deseamos

Esta experiencia vital marca a nuestro protagonista, tanto en lo mental como en lo físico. En cada paso que se da, va cambiando, las vivencias a lo largo del camino van moldeando a este peculiar personaje que tiene claro en todo momento el destino, pero que en muchos momentos no sabe la dirección correcta que deba tomar para alcanzar su meta. En cualquier recorrido que emprendemos, nuestra mente se va empapando de todo aquello que sucede ante nuestros ojos. Muy interesante este planteamiento en esta vida nuestra, en la que parar o disfrutar del momento, significa quedarse atrás. La idea de este texto se centra en el viaje, como elemento vertebrador necesario en la búsqueda de un objetivo final. Debemos ir más allá y no disfrutar sólo del instante, de lo inmediato, sino del proceso, del recorrido que nos lleva a encontrar lo que deseamos.



Para este peculiar recorrido vital, Gon Ramos cuenta con dos maravillosos actores que se compenetran a la perfección, dejando momentos memorables por su ternura, su empatía, su complicidad. Luis Sorolla y Fran Cantos son los encargados de llevarnos de la mano por este intenso viaje, en el que todo puede pasar, ya que nada está premeditado, un recorrido guiado por el corazón que marcará el destino del protagonista, mientras nos dejará el poso de la importancia del recorrido, de la vivencia, incluso por encima del resultado, del objetivo

Luis Sorolla hace las veces de maestro de ceremonias (descomunal su monólogo que sirve como pistoletazo de salida a la obra) y durante la obra se convierte en todos los peculiares personajes con los que se encuentra el viajero "enamorado". Le veremos como alemán (único momento en el que varía su voz para imitar el acento), madre (uno de los momentos cumbres de la obra), sacerdote, niña o camarero, dando a cada uno un enfoque particular que les hace tan entrañables como misteriosos. Frente a todos estos personajes se encuentra Fran Cantos, el hombre que emprende este viaje en la búsqueda del amor. El personaje que crea Cantos sufre infinidad de cambios a lo largo de la obra, una interesante mutación que el actor nos muestra de forma brillante. Un proceso complicado en el que vemos los distintos cambios, tras sus fortuitos encuentros, y como el actor va mudando de piel, de personaje, de alma.



Estamos ante dos actores que bordan cada uno de sus papeles, que nos muestran una infinidad de matices, en unas actuaciones soberbias. Dos interpretaciones muy distintas pero igual de impactantes. Sorolla no deja de sorprendernos con sus diversos cambios de registro, su facilidad para entrar y salir de personajes tan diferentes es realmente impactante. Incluso se atreve a salir de la escena para hablar con el público, sin perder un ápice de fuerza en su interpretación. En el caso de Fran Cantos la evolución se produce dentro del mismo personaje, al que vemos sufrir, disfrutar, crecer a lo largo de la obra. Caminos que llevan a lugares que no le dan soluciones, que poco a poco van desposeyendo de razón al soñador aventurero, que se va "endureciendo" conforme avanza en el camino.




Esta increíble aventura metateatral tiene todos los mimbres de un gran road trip. Personajes que podrían haber salido de una película de los hermanos Cohen, quizás de una de Jose Luis Cuerda, pero son almas de una singularidad que sólo ese tipo de maestros sabe dar hasta a los personajes más secundarios de su filmografía. Al parecer, el autor se inspiró en "Forrest Gump" y "Her" como bases principales para estructurar esta historia. De la película de Robert Zemeckis le impactó la inolvidable secuencia en la que Tom Hanks atraviesa Estados Unidos corriendo, "la idea de una persona con una sensibilidad muy concreta atravesando varios pasajes". De la inclasificable obra de Spike Jonze le inspiró la idea del amor ausente, pero que está presente en el desenlace de la trama, en el ambiente.



Este montaje transita a ritmo de crucero, como quien va en el AVE, rumbo a la búsqueda de ese amor ausente. Pese a los temas tan "profundos" de los que habla (el amor, el destino, el sentido de la vida...), la historia está cargada de sencillez, por la manera en la que el autor nos habla de todo ello. No hace falta ponerse profundo para hablar de temas importantes, sólo hay que saber como abordarlos, y este es un claro ejemplo de una narración dinámica tratando temas de lo más trascendentes. El montaje se saltea de escenas cómicas en las que el personaje principal se va cruzando con "filósofos de la calle" con los que va creando su propio destino


Todas estas situaciones, tan peculiares como surrealistas, suceden ante nosotros en un espacio en el que dos sillas se transforman en todo tipo de lugares variados: un tren, un banco de un parque, un confesionario o las sillas de un bar. Diferentes escenas creadas desde la imaginación, lugares que se conciben secundarios ante lo que ocurre en ellosEn este espacio tan neutro son los dos actores los encargados de transmitirde hacer sentir y vivir cada uno de los "decorados"




El resultado final es realmente interesante, un viaje sin retorno que nos conduce a lo más profundo de nosotros mismos, en una búsqueda desesperada del amor, encontrando su propia identidad. En este sencillo montaje todo encaja a la perfección, con un texto preciso y unos actores que se hacen con la historia desde el primer momento. Una delicia por la originalidad de su propuesta, tanto en la forma como en el fondo. Dejando mucho espacio para que el espectador participe en la creación de la atmósfera, la imaginación sale volando para situarnos en lugares mágicos, aquellos a los que nos lleva este peculiar personaje con el que salimos plenamente encariñados. Una propuesta diferente que hará que disfrutemos de una aventura muy particular.



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Un cuerpo en algún lugar
Teatro: Teatro Fernán-Gómez
Dirección: Plaza de Colón 4.
Fechas: De Martes a Sábado a las 20:30. Domingos 19:30.
Entradas: Desde 14€ en teatrofernangomez. Del 11 de Enero al 3 de Febrero.



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