De las entrañas de
la tierra, de la raíz de la nada que es el ser surge Gilgamesh. Alex Rojo ha sabido tratar la vida y la
muerte, el amor fraternal de modo deífico, una suerte de antropología teatral,
donde las sensaciones y las energías serán las que se den cita en escena
mediante el cuerpo y la voz, venían a la cabeza los escritos de Eugenio Barba
al igual que sus creaciones en Odin Teatret.
Un
comportamiento en escena cuasi pre-expresivo del ser humano, una dimensión
transcultural que genera un todo, haciendo que olvidemos todo personaje o actor
ya que se trata mas bien de la transfiguración del ser humano. Los actores son a su vez bailarines
en tanto su consonancia con el cuerpo como herramienta una cualidad
extra-cotidiana de la energía que vuelve
al cuerpo escénicamente vivo, antes de transmitir cualquier mensaje, la energía
generada ya captó la atención del público. Alex Rojo no solo ha creado un
lienzo del espacio vacío, ha creado una visión irremplazable del poema de Gilgamesh,
siendo esta la obra literaria
mesopotámica más antigua conocida, de gran importancia para las ramas de la
antropología y la lingüística. Fue uno de los hallazgos
arqueológicos más importantes del siglo XIX, llevado a cabo por Sir
Henry Layard, traducida
posteriormente por el asiriólogo George Smith, desde el cuneiforme escrito
en tablillas de arcilla tallada y cocida, las más antiguas conservadas en
su mayoría en el British Museum pertenecientes a la cultura sumeria paleo
babilónica. La gran
desconocida de la que quizá nunca sabremos nada, porque habríamos de entender
las profundidades del alma y el ser humano para ello. Rojo nos acerca su
versión hasta doler.
Se lo contamos.
El pueblo de Uruk tiranizado por el
Rey semi legendario Gilgamesh, pide a los dioses que envíen un salvador que libere a
los habitantes del dominio del caudillo. Estos crean a Enkidu, un ser igual en fuerza a Gilgamesh, una bestia en la que veremos una
progresión hacia el camino a convertirse hombre. Gilgamesh es vencido por Enkidu, pero se harán inseparables emprendiendo
un viaje en el que se enfrentan a criaturas mitológicas y desafian el designio
divino.
Los
dioses deciden castigarles, así enferman a Enkidu. Gilgamesh solo y aterrado ante la
idea consciente de su propia mortalidad emprende un viaje en busca de su
antepasado Utanapisthim, quien sobrevivió al diluvio, con el fin de que le
revele el secreto de la inmortalidad
Ángel Mauri interpreta a Gilgamesh,
con él sentimos al inicio de la función, rabia e impotencia. La corpulencia
física no es nada en sí misma, era la mirada, la utilización del cuerpo como
herramienta la que desde un inicio nos generó impotencia y rabia, que fue
tomando sosiego con el transcurso de la función en tanto Enkidu lograba sacar
la mejor parte y la mejor verdad de Gilgamesh, en definitiva una interpretación
sublime por parte del actor, en tanto que su mensaje llegaba antes que el
mensaje mismo
Es Irene Álvarez a
la que esperábamos para generar el equilibrio necesario en una obra de tales
características, su ductilidad como bailarina, equilibra las energías y torna
en razón el caos, la rabia de los dioses y los anhelos mas profundos del
hombre.
Será en un trabajo magistral por parte
de la actriz la que acompañe en sus primeras apariciones a Enkidu interpretado
por Alberto Novillo, simbolizando
nuestro origen y destino, la naturaleza crepita y el talud del tiempo,la pureza hecha bondad y el amor sin condición en un
trabajo impecable de gesto y dicción por parte del actor que será sin duda
el que mas cambios de registro, cambios de energía en este caso tenga sobre sí.
Una
historia conexa de modo lógico mas que cronológico de mano de Alfonso Luque
como relator de luchas, dolor y búsqueda de la gloria, en un trabajo meritorio,
existencial e intimista.
Es de la mano de Macarena Robledo con la que llegue la templanza, como madre de
Gilgamesh, estará siempre en un inteligente segundo plano tras él, sin perder
su seña de identidad ni su presencia en escena, que parece transmitir si
cabe mas rudeza que la de su hijo.
Nos faltó quizá un mayor juego en la
iluminación donde luces y sombras podrían haber inmerso al público en un a parte
más del poema.Carlos E. Laso responsable de iluminación en un correcto trabajo
junto a Alex Rojo y Alberto Romero en
el diseño de vestuario y ambientación.
Una obra inteligente que se sumerge en
lo mas profundo del imaginario colectivo.
Gilgamesh
Teatro: Teatro Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa
Dirección: Plaza de Colón,4
Fechas: Del 8 de febrero al 3 de marzo
Entradas: Desde 14€ . Hasta el 03 de Marzo.
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