Las personas y la manera en que nos relacionamos es un difícil mundo lleno de trabas y lugares inhóspitos, por los que en ocasiones no nos gusta transitar. Las relaciones que creamos a diario se nutren de lugares ambiguos, oscuros, en los que preferimos no entrar. Vínculos que se crean a distintos niveles (tanto familiares como profesionales, pasando por la amistad o el amor) pero que siempre mantienen espacios que no han sido transitados, ya sea por vergüenza o por falta de confianza, que nos llevan a tener espacios de sombras en nuestra vida, lugares tenebrosos a los que preferimos no acudir, para no sacar a relucir nuestras fobias y nuestros miedos, incluso nuestras pasiones más oscuras y perversas. Estas "leyes de la relatividad" se mueven en ese oscuro mundo de los miedos y las fobias, de las mochilas cargadas por la vida que no conseguimos dejar atrás y nos persigue para arrinconarnos.
Siempre que entramos en una sala para asistir a un montaje de Ramón Paso debemos dejar todos nuestros prejuicios en la puerta, sabemos que veremos algo nuevo, rotundo, pero siempre cargado de sinceridad y un poco de mala leche. Las historias que cuenta este genuino autor son aparentemente sencillas, situaciones cotidianas que al pasar por su filtro se transforman, nos llevan a lugares insospechados, en los que cualquier cosa puede pasar. Lugares comunes que por la forma que se cuentan nos llevan a lugares oscuros, llenos de sombras, aquellos lugares del alma que no queremos mostrar, pero que sabemos que existen. Unas historias que mezclan nuestros sueños y nuestros miedos, oscuras pesadillas con sueños inconfesables, una maravillosa mezcla entre la realidad y la ficción.
Paso se ha convertido, por méritos propios, en uno de los autores referentes de la cartelera madrileña. Hace tiempo que sus textos se han instalado en las salas de forma permanente, siendo extraño el mes que no podamos asistir a alguno de sus montajes. Éxitos como "La ramera de Babilonia" o "Usted tiene ojos de mujer fatal, en radio" le abalan como uno de los escritores y directores más canallas y divertidos de la actualidad. Pero existe una versión más oscura, más íntima, más personal, en la que Paso nos ha regalado joyas como "El síndrome de los agujeros negros" (que estuvo durante dos temporadas en el Teatro Lara), "Lo que mama nos ha dejado" (estrenada la pasada temporada también en el Lara) o "Otra noche perfecta" (que estrenó en la sala Montacargas), piezas impactantes y ácidas, más próximas a este montaje, que llega al Teatro Lara tras su paso la temporada pasada por la Sala Intemperie, sala en la que el autor acaba de estrenar su último montaje "BesARTE, mimARTE, follARTE". Anímense a adentrarse en el "Universo Paso", prometen emociones fuertes.
La compañía PasoAzorín Teatro son como una gran familia, que ha conseguido crear un teatro propio, muy reconocible, en el que todos sus miembros saben a la perfección lo que tienen que hacer. Los punzantes textos de Ramón Paso les sientan como anillo al dedo a las increíbles actrices Ana Azorín, Inés Kerzán y Ángela Peirat, que consiguen hacer suyos los personajes, mimetizarse de tal manera que todo gira en torno a unas interpretaciones que nos llevan a los lugares más inesperados. Este engranaje funciona de forma tan precisa que dota a cada montaje de una fisionomía especial, en el que nos capaces de traspasar todas las fronteras con toda nuestra complicidad. Cada montaje de esta singular compañía es un nuevo viaje a través de pequeñas historias cargadas de humor negro, y en las que no falta su dosis de crítica social. En cada nueva propuesta vuelven a reinventarse (con unos sólidos cimientos que se mantienen inalterables) para contarnos su particular punto de vista sobre la realidad, pequeñas historias que se retuercen y se exprimen hasta convertirlas en algo nuevo, para sacarle todo el jugo a la verdad que cada historia lleva dentro.
Los montajes que suele plantear esta compañía nos entrelazan historias que en un principio no parecen tener ningún tipo de conexión, pero que cuanto más se mezclan más se van acercando. Una interesante manera de abordar diversas temáticas, cada una desde un punto de partida muy particular, que nos acaba llegando a interesantes lugares comunes en los que habitan las historias más antagónicas. Un misterioso entramado de historias que se cruzan para crear una angustiosa trama, en la que cada uno de los personajes debe resolver sus propios traumas, sus miedos y sus "rarezas", una realidad oscura a la que muchas veces no queremos hacer frente, pero ante la que debemos pelear para poder pasar página y seguir con nuestra vida.
Las escenas se van solapando, entrelazando, completando, en una suerte de puzzle escénico que no sabremos descifrar hasta el final de la obra. Un gran rompecabezas en el que poco a poco todo encaja, sin terminar en una vinculación profunda, sino que las relaciones que se crean son circunstanciales, aunque en algunos casos puedan cambiar la vida de los personajes. Estas pequeñas historias se convierten en elementos vertebradores de un todo, sin aparente lógica individual, pero con gran lógica al verlo todo en conjunto. Personajes que se muestran perdidos y con las distintas situaciones que se van planteando consiguen dirigir, de una manera más o menos dramática, sus vidas.
Nada más comenzar la obra ya se nos deja muy claro lo que hemos venido a ver. Historias que se nos presentan simultáneamente ante nuestros ojos, aunque no en el mismo espacio físico ni temporal, acciones que se superponen para comenzar con este peculiar collage de historias oscuras. Sexo, humor, diálogos punzantes, violencia, personajes al borde del ataque de nervios... todo esto aparece ante nuestros ojos, para dejarnos impactados desde el primer momento. Historias que se van mostrando ante nosotros de forma simultánea, sin aparente conexión, sin puntos en común, solapándose entre ellas para ir imprimiendo cada vez más ritmo, convirtiéndose en un auténtico torbellino de emociones, una vorágine de disparatados diálogos que nos llevan en volandas de una historia a otra.
Personajes limítrofes, que viven en el alambre, desencantados con sus propias vidas, o metidos en una vorágine de autodestrucción que los lleva por oscuros caminos en la búsqueda por un lugar en el que poder ser ellos mismos. Cada uno busca huir de su propia realidad, ya sea mediante el sexo, las drogas, o simplemente durmiendo en la calle. Maneras de evadirse de una vida que les tiene destrozados, al borde del abismo. Robos, adulterio, asesinatos, suicidios, drogas, terapias, todo tiene cabida en este tormentoso cruce de caminos divergentes, que cada vez se separan más del camino "correcto".
Cada una de estas almas perdidas transitan oscuros lugares, historias con muchos matices, con múltiples caminos recorridos por los que ha podido suceder cualquier cosa, lo que les ha llevado a este callejón sin salida que es su vida. Como suele ocurrir en los textos de Paso, cada uno de los personajes destila una singularidad particular, que los hace muy interesantes dentro del contexto en el que se ubican, pero que siempre nos quedamos con ganas de saber más de ellos. Personajes rutilantes o lúgubres, radiantes de pasión o marcados por su lado más oscuro, todos destilan algo genuino, todos transmiten verdad.
Como sucede en todos los montajes de la compañía, los personajes femeninos tienen mucho más peso en el desarrollo de la historia. En este caso el personaje masculino, interpretado por Jordi Millán, adquiere una importancia de la que carecían los hombres en anteriores trabajos (pero que ha continuado en su último montaje "BesARTE, mimARTE, follARTE" en el que los papeles casi se equiparan). Millán nos muestra a un chico perturbado por su propia vida, que le duele su propia existencia, llegando a pedir perdón por todo lo que hace. En este caso, su personaje es uno de los pilares sobre los que se sustenta la obra, por la angustia que nos transmite, por sus miedos y su incapacidad a mostrar su verdadera personalidad.
Pero el peso absoluto de la historia recae en Ana Azorín, Ángela Peirat e Inés Kerzan, que se convierte en el hilo conductor por el que todo el entramado de historias cobra sentido. Desbordantes como siempre en su faceta más cómica y desenfrenada, Kerzan va más allá, con un personaje lleno de dobleces, de angustias, de dolor, en una búsqueda desesperada por encontrar la paz y la tranquilidad. Tres personajes que nos dan momentos de gran comedia intercalados con escenas de gran angustia, de huida de sus propias vidas. Las tres manejan los tiempos de la historia a su antojo, acelerándolo o pausando en cada momento según sea necesario.
Peirat y Kerzan son personajes antagónicos, pero a la vez complementarios, como buenas compañeras de piso que son en la ficción. Ángela Peirat es un torbellino, la comedia en su lado más salvaje y absurdo, con sus muecas y gestos que nos hacen disfrutar cada segundo que está en escena. Protagonista de la historia más surrealista de todas las que habitan la obra, consigue ir más allá de la gran actriz que había mostrado en anteriores trabajos, adueñándose en todo momento de la escena y sabiendo medir la intensidad de su "locura" en cada escena. Con su fuerza y su vis cómica hace que cualquier situación resulte cómica, convirtiendo situaciones angustiosas en momentos de sublime comedia.
Inés Kerzan toma en este montaje las riendas de la historia, apareciendo en cada una de las historias en su búsqueda de respuestas sobre su propia vida. Kerzan da un auténtico recital intercalando el drama con la comedia, los miedos con la soberbia, las angustias con la cólera y el pánico, creando un personaje de lo más poliédrico. Un ser angustiado que se protege con una coraza para no demostrar lo asustada que está, ni el dolor que lleva en su interior y no le deja vivir, refugiándose en su cazadora de cuero y en las drogas para evadirse de un mundo que hace tiempo que dejó de pertenecerle.
La tercera pata que sustenta esta historia es la divertidísima Ana Azorín, que nos regala en este montaje uno de sus mejores personajes, lleno de matices y con una fuerza que sólo ella sabe transmitir a cada escena. Azorín crea un personaje oscuro, lúgubre, pero tratado desde un lugar tan extremo que todo queda matizado por una capa de humor negro maravilloso, en la que nos interesamos más por ella cuanto más extrema sea la situación. La actriz nos deleita con un personaje hecho a su medida, con gran carga de comedia pero con un halo misterioso que se va descubriendo poco a poco, un lado oscuro que le da aún más matices a este peculiar personaje.
Junto a ellas tenemos los "nuevos fichajes" de la compañía para este montaje, las actrices Alicia Tomé (que repite después de "BesARTE, mimARTE, follARTE"), Alicia Rueda y Aitana Segurado Luschinger. Tres actrices que nos regalan tres grandes actuaciones, con distinto peso dentro de la obra en cada caso. Tomé es uno de los personajes más interesantes de la obra, ya que recae sobre ella muchas de las tramas principales de este entramado de historias. La actriz nos regala una interpretación cargada de fuerza, un torbellino de emociones, sensualidad, amor y odio ante una vida que le da la espalda. Alicia Rueda y Aitana S. Luschinger interpretan los papeles más secundarios, pero no por ello menos interesantes. Personajes oscuros, turbados, misteriosos, con muchos miedos y traumas dentro, que poco a poco van floreciendo a lo largo de la historia.
Hace unos días se conoció la nominación de Ramón Paso a los premios Valle Inclán por la autoría de esta obra, un motivo más para no dejar pasar más tiempo y acudir a esta nueva cita con el Universo Paso, ese lugar aparentemente normal en el que pueden ocurrir cosas de lo más surrealista, siempre a mitad de camino entre la realidad y la ficción de un mundo en el que todo se lleva al extremo. El autor vuelve a crear una serie de pequeñas historias que se entrelazan hasta casi ahogarnos, para llevarnos por un torbellino de emociones hacia el convulso final, en el que todo acaba encajando a la perfección.
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Teatro: Lara
Dirección: Corredera de San Pablo 15
Fechas: Martes 22:15. Miércoles a las 22:15 a partir del 20 de Marzo.
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