“Cada uno en su cama, y
Lope en la de todas.” Y es así precisamente como Lope no quiere ser recordado;
no quiere pasar a la historia como el Don Juan del Siglo de Oro, ya que “He
vivido cada amor con fervorosa intensidad, he querido y amado a todas y cada
una de las mujeres que he amado”.
Fue
un notario de su propia vida, contada en sus obras, en su prolífica obra. Lope
se pasó toda su larga vida escribiendo, creando… “la vida está en el teatro, “
decía. Y el teatro era su vida. Cuando una obra de teatro anida en la cabeza
debe encontrar refugio en un papiro. Ha de ser contada. Y eso Lope lo sabía
hacer como nadie. ( sin ir más lejos, ofició de alcahuete para un duque
adinerado de la época de cuyo nombre no quiero acordarme, donde le escribía
cartas de amor que propiciaba que este señor, rico en dinero, pero vacío en
ideas, consiguiera un éxito reconocido con mujeres de la época.)
Lope
también tenía sus disputas con sus coetáneos, con los Cervantes, Góngora o
Quevedo de la época ( curiosamente su casa está situada en la llamada calle
Cervantes ahora, calle Francos de la época ( cómo es posible, se preguntaba,
que este mequetrefe tenga éxito si yo he escrito más de setecientas obras, y el
tal Cervantes solo nueve. Ese manuscrito del Quijote se podría utilizar
perfectamente para acudir al cuarto de baño. Dígaselo a su criada ).
De esta guisa se despachaba el autor con sus coetáneos, con los que discutía
una y otra vez en las tabernas madrileñas doradas de la época. Pero lo que
realmente atormentó a Lope en sus últimos días fue la decisión de su hija
Marcela de ingresar en un convento con 15 años de edad . Y lo hizo por decisión
propia ya que no consideró a Lope como un buen padre, y eso a Lope le provocaba
dolor. Mucho dolor. Para mas inri, fue a ingresar en el convento de las
Trinitarias, frente a su casa, donde la oía cantar a diario. Más dolor. Más
Lope. Mas teatro. Más vida. Un último refugio en tierra antes de ascender a los
cielos, le dijo Marcela huyendo de su desdichado padre. ( no desvíes mis ojos.
Mírame amor. Soy tu padre …) Junto a sus doce hijos, sus incontables amantes,
muchas de ellas casadas, sus destierros, sus matrimonios, las enfermedades
cercanas, La Dorotea, los rivales literarios, la Armada, las guerras, su
vocación, su pasión, su teatro,sus sufrimientos, sus conquistas… y mucho más.
Todo eso nos ofrece Lope.
En
la sala Plotpoint. Un Lope humano, amado y odiado, escurridizo y contradictorio,
despechado y admirado también, cuidadoso y déspota, reflexivo y temperamental.
Esa es la visión de Lope. Ese es Lope. Eso nos ofrece este montaje. De la mano
de un texto bien elaborado y documentado de Franklin Rodríguez, escarbando en
la personalidad del escritor, en sus últimos días, con sus delirios, frustraciones,
arrepentimientos y sinsabores vitales que desnudan al personaje. Que le baja al
barro y le debilita. Le humaniza y desmitifica. Le hace hombre en la tierra, en
la taberna, en el teatro. Acompañado de su criada Mercedes y su esposa Marta,
invidente, la compañía nos traslada a esa época de versos y espadas, de vino y
rosas, de azote y cartas de amor, de ingenio y miseria, de secretos y mentiras
donde el disfraz de la palabra actuaba de máscara.
Con un vestuario, iluminación,
música y escenografía adecuada, esta pequeña sala nos lleva de un plumazo al
siglo de Oro, a la decadencia española que empezaba a menguar su imperio, a los
corrales de comedias. Al verso desnudo del poeta. Bien es verdad que quizá el
acento argentino de Lope nos puede confundir , que a veces falta intensidad en
los versos del poeta, que quizá hay algo de desdén en algún pasaje, que pide
más verso y verdad… pero esta visión de Lope es la que es, distinta y humana, frágil
y sincera, atormentada. Así es como nos muestran a Lope. Al verdadero Lope. Y
ante ese Lope, me quito el sombrero. Y que viva el teatro.
Lope
Teatro: Teatro Plot point
Dirección: Calle Ercilla 29
Fechas: 18 may al 21 jun
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