¿Qué es la normalidad? ¿Qué significa ser normal? ¿Quién marca las reglas para saber quien está bien o quien, desde su singularidad, es un peligro? ¿Sabemos aceptar a los diferentes? ¿Estamos preparados para convivir con personas que se salen de lo establecido? Estas son algunas de las preguntas que quedan en el aire en esta comedia de carácter familiar, en el que se indaga también en las relaciones entre padres e hijos y la incomunicación, que aunque en este caso se ciñe al ambito doméstico, viene muy al caso en la sociedad en la que vivimos.
El nucleo familiar es uno de los estamentos más herméticos y a la vez más difíciles que existen. Las relaciones que se crean entre padre e hijos son en muchos casos desproporcionadas. El amor de una madre por un hijo, más si cabe si tiene alguna diversidad, puede llegar a ser dañina para ambos, por la desmesurada protección que se le hace. Esta atención extrema hacia uno de los miembros de la familia puede conllevar "daños colaterales", que puede hacer que se resquebraje la unidad familiar desde sus cimientos.
El texto del italiano Fabio Marra (traducido junto a Mariví Arrieta) nos habla de la familia, de la normalidad, ahondando en las dificultades de las relaciones personales. El autor cuenta que "para mi es muy importante potenciar la risa sobre el drama, para dejar respirar al público y evitar que se proteja de lo que cuento", con ello consigue una interesante mezcla de comedia bañada de realidad, en que el drama no duele tanto, pero se nos queda dentro. Es interesante la manera de tratar la diversidad desde un punto de vista cómico, huyendo de dramas de tabúhes, porque son temas que se deben tratar para que conozcamos la sociedad en la que vivimos.
Txalo Producciones y COART+E han sido los responsables de llevar a cabo este montaje que ahonda en los problemas de comunicación de una familia en torno a la figura de un hijo "diferente". Una comedia que trata problemas serios desde la más sincera de las posturas, hablando de los temas sin tapujos, y consiguiendo sacarnos una sonrisa hablando de temas realmente duros. La envoltura de comedia que envuelve al montaje, esconde problemas tan importantes como la vida de las personas con personas a su cargo, las ayudas a las personas con diversidad funcional, o la propia existencia de la persona y de su entorno, que ven marcadas sus relaciones por un determinado miembro de la familia. La honestidad con la que se habla de todas estas cosas, hace que el espectador la acepte y las haga propias, sin tener que observar de manera extraña la situación, y mucho menos juzgarla.
Juan Carlos Rubio se ha encargado de la dirección (con Isabel Romero de León como ayudante) y el diseño de producción de la historia, con un resultado impecable. El director de obras tan exitosas como "Las heridas del viento", "Sensible" (ambas con Kiti Mánver), "Pancreas" o "Muñeca de porcelana" (por nombrar las más recientes), resuelve esta historia con la clarividencia de quien sabe moverse tanto en la comedia como en el drama, sabiendo unificar ambos con un resultado que entretiene y nos deja muchas ideas sobre las que meditar una vez terminada la función.
La historia nos sitúa en la casa donde Isabel (Kiti Mánver) mal vive junto a su hijo Miguel (Gorka Otxoa), un chico con discapacidad, que la madre prefiere denominar como diferente. En un pequeño piso y sin dinero, sufren para poder vivir el día a día. Por sorpresa vuelve a casa la hija mayor, Sandra (María Castro), que hacía diez años que se había ido y de la que no sabían nada desde entonces. La aparición de la hija hará que salgan a relucir las difíciles relaciones, así como la sobre protección de Isabel hacia Miguel, lo que saca de quicio a Sandra, que piensa que su hermano necesita ayuda médica, lo que también ayudaría a la economía familiar. Esta nueva situación convierte la particular tranquilidad de la casa en una bomba de relojería a punto de estallar, con continuos reproches y escabrosos recuerdos del pasado. La situación se va enredando cada vez más, cuando cada uno defiende su postura sin querer dar su brazo a torcer, pero poco a poco también van recuperando sentimientos que pensaban perdidos.
Descubrir a estas alturas a Kiti Mánver resulta absurdo, pero nunca está de más resaltar el maravilloso papel que nos regala en esta obra. Una mujer que defiende a capa y espada a su hijo "diferente", haciendo frente a todo tipo de miserias, incluidos los achaques propios de la edad. Isabel se muestra fuerte, dominadora de una situación difícil de llevar, aunque ella no quiera verlo. Mánver vuelve a mostrar todas sus capacidades interpretativas creando un personaje lleno de matices, que en un momento abronca a uno de sus hijos para caer casi desmayada al siguiente por su endeble salud. La actriz juega entre la comedia y el drama, balanceando su personaje en ambos registros hasta crear una Isabel que por momentos nos da miedo por su dureza y en otros nos parece entrañable por su ternura.
Pero si hay un personaje que hace a esta obra especial, ese es el de Miguel y la soberbia interpretación que realiza Gorka Otxoa. Miguel es un chico alegre, cariñoso, con una mentalidad de niño en un cuerpo de adulto, a punto de cumplir los cuarenta. Su alegría y su ímpetu, casi siempre desmedidos, son el principal punto de conflicto entre la madre y su hija. La actuación de Otxoa está medida en todo momento, dentro del descontrol propio del personaje. Lejos de hacer un personaje caricaturesco, el actor se centra en los sentimientos del chico, para conseguir una interpretación muy realista, que siendo cómica no acaba siendo una parodia. Un personaje muy bien estructurado y que el actor sabe controlar en todo momento para que no se desboque. Sin lugar a dudas el personaje de Miguel es el eje principal sobre el que gira la obra, y la actuación de Otxoa uno de sus mayores aciertos.
La tercera pata de esta complicada familia es la figura de la hija huida, interpretada con solvencia por María Castro. Sandra regresa a casa diez años después para dar una importante noticia a su madre y convertida en una mujer de éxito. El personaje llega a la casa y descubre que todo sigue igual que como lo dejó, e intenta ayudar para que las cosas mejoren. Castro realiza una interesante interpretación, en el que es el personaje que más varía a lo largo de la historia. En un primer momento llega con ganas de escapar de allí lo antes posible, pero poco a poco va recuperando a la familia. Esa evolución la gestiona perfectamente la actriz, que sabe dar al personaje matices distintos en cada momento.
El elenco lo completa Inés Sánchez, en un papel mucho más secundario pero con una gran interpretación. Sánchez da vida a la cuidadora que se hace cargo de Miguel mientras está internado, y nos regala un par de momentos primorosos. Su personaje es una extrovertida y alocada joven que va a buscar trabajo a la oficina de Sandra. Su interpretación en esta escena es memorable, con una bis cómica que no muestra en el resto de la obra. Su relación con Miguel destila ternura y consigue crear dos caras del mismo personaje muy distintas.
La maravillosa escenografía diseñada por Curt Allen Wilmer, nos traslada de la realista casa familiar a los lúgubres y asépticos espacios en donde ocurren las otras escenas (una oficina y el centro de discapacitados), lugares antagónicos que quedan radicalmente enfrentados en la manera en que se trata cada uno. De lo cálido y acogedor de la casa a la frialdad y austeridad de las paredes grises por las que se mueven los personajes, el decorado gira sobre si mismo para mostrarnos las dos caras de esta historia, la más tierna del hogar frente a la más cruda de las instituciones. Para esta dualidad de espacios tan distintos ayuda mucho la iluminación de Jose Manuel Guerra, muy cálida en las escenas de la casa y fría (casi tenebrosa) en las del centro. Todo ello se acompaña de la música de Nacho Ortega, que ayuda a crear momentos de melodrama y otros de gran comedia.
El resultado es a todas luces conmovedor, dejándonos un regusto de preocupación por las penurias que sufren en muchos casos las personas cuidadoras y la gente "diferente" que por alguna razón no está diagnosticada. El montaje tiene el empaque de las cosas bien hechas, todo en él funciona a la perfección, mostrándonos como también se pueden dar lecciones de vida desde la comedia. No debemos quedarnos sólo en la apariencia de comedia sencilla, sino que la obra nos deja muchas reflexiones que llevarnos a casa.
Teatro: Teatro Amaya
Dirección: Paseo del General Martínez Campos
Fechas: Domingos 19:15.
Entradas: Desde 11€ en . Del 13 de Julio al 14 de Septiembre.
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