Teatro: Ecos. Teatro Español

La figura de la mujer siempre ha sido ninguneada, a lo largo de la Historia, tanto por el hombre como por las distintas religiones, que le han dado un papel secundario, casi de esclava, frente al hombre. Aterroriza ver como pasan los siglos y las cosas no cambian, como la figura de la mujer sigue vulnerable, indefensa ante una sociedad machista que las sigue maltratando, humillándola, menospreciándola. El mundo parece evolucionar, pero hay cosas que siguen ancladas en la Edad Media.



La figura de la mujer expuesta ante la realidad de una sociedad patriarcal, de una Iglesia que las utiliza como seres reproductivos, como meras comparsas del hombre al que deben servir. Dos épocas bien distintas, dos generaciones separadas por más de un siglo, dos religiones hegemónicas, dos realidades que colocan a la mujer al borde del abismo, en una encrucijada en que los valores de una sociedad cegada por el odio las empuja al abismo, una realidad que les obliga a tomar decisiones en contra del mundo que les rodea, pero siempre fieles a sus convicciones y a una lógica que parece haberse escondido del mundo de los humanos, cuando las leyes creadas por unos pocos son más fuertes que la propia lógica.


Esta coproducción del Teatro Español y de Pincheforn Producciones (distribuida por SEDA), con el apoyo de la Comunidad de Madrid y de CREA SGR, es un maravilloso y a la vez doloroso díptico sobre dos mujeres que en su lucha por sus ideales se ven azotadas por la cruda realidad de su época, pero sobre todo por la discriminación que sufren por el simple hecho de ser mujeres. Una demoledora historia doble, que nos coloca ante dos realidades muy distintas y a la vez demasiado parecidas. La obra fue galardonada con el premio Spirit of the Fringe Award del Festival de Edimburgo 2015.


El demoledor texto de Henry Naylor (traducido por Gonzalo de Santiago) nos sitúa frente a las vidas de dos mujeres valientes, cargadas de ideales, pero a la vez sometidas a la realidad de sus respectivas épocas. Unas mujeres que se ven abocadas a luchar contra el sistema, que les arrincona y las maltrata, dentro de una espiral de violencia y estereotipos machistas que las van empujando hacia un callejón sin salida, abocadas a rebelarse ante la injusticia. Un texto doloroso, que nos llega a avergonzar de lo absurdo que puede llegar a ser el ser humano, obsesionado con sus propios principios y cegado por la religión.



La dirección corre a cargo de Livija Pandur ("La casa de los Dioses", "Symphony of Sorrowful Songs" homenaje a su hermano, el gran Tomaz Pandur) que nos presenta un montaje cargado de sensibilidad, en el que cada escena es un bello boceto de una realidad oscura y cruel. La directora y dramaturga eslovena regresa tras la muerte de su hermano, junto al que trabajaba habitualmente, para presentarnos una desgarradora pieza que aborda de una elegancia y una dulzura que nos embauca desde la primera escena. Para la directora (que ha contado con Javier Moresco como ayudante) "nuestro deseo es contar la historia de estos dos trágicos destinos ubicando a ambas mujeres en un purgatorio póstumo, una piscina abandonada, donde los rastros de agua y de vida han desaparecido por completo. Este marco nos da la oportunidad de reflexionar, de revivir y compartir sus destinos, que son verdaderamente ecos el uno del otro. La poesía de su resistencia, que puede ser contada con total honestidad sólo desde más allá de la sepultura, refleja la constante e incansable lucha por los derechos de la mujer y su liberación a lo largo de casi dos siglos".


El planteamiento de Pandur es demoledor, de una belleza oscura, poética, que nos mantiene hipnotizados durante toda la obra. Las dos historias se entrelazan, se retroalimentan para crear una desazón en nuestro interior que aumentando según conocemos las vidas de estas dos intrépidas mujeres. El tono apocalíptico de la propuesta encaja perfectamente con lo que se quiere contar, una especie de lugar oscuro y deteriorado, como son los lugares que transitan las protagonistas. Todo en esta propuesta encaja al milímetro, desde las prodigiosas interpretaciones de las actrices hasta la elección de cada uno de los elementos escénicos, optando en cada escena por un nuevo golpe de efecto que engrandece un poco más cada uno de los planos. Las dos historias que cohabitan en el texto corren en paralelo ante nuestros ojos, por momentos casi llegan a tocarse, para mostrarnos que hay cosas que no han cambiado tanto en todos estos años.


La obra nos muestra, de forma simultánea, las vidas de dos mujeres valientes, que lucharon por sus ideales frente a una sociedad y una religión que las empujaba al ostracismo, lucharon por su dignidad hasta las últimas consecuencias, rebelándose ante su destino. La primera de las historias nos traslada al siglo XIX, a la East India Company (compañía que regalaba los viajes a la India a las británicas que quisiesen casarse con los oficiales del ejército británico), donde viaja Tillie (Silvia Abascal), una mujer de grandes ideales, una pionera que busca ayudar a su país en su ansia colonial, que abarca desde Oriente Medio a la India.

El segundo de los relatos nos trae directamente hasta nuestros días, cuando la brillante estudiante británica de origen islámico Samira (Nur Levi) viaja al califato Sirio (con pasaje pagado por el Estado Islámico, que subvenciona a todo el que quiera unirse a su causa) con la idea de contribuir con la causa islámica, sin saber la concepción que allí se tiene de la mujer, ni las consecuencias que esto le traerá. Las dos son inteligentes, luchadoras, idealistas y profundamente religiosas. Tillie quiere construir un Imperio, Samira un Califato. Ambas huyen de Inglaterra por la frustración de la falta de oportunidades, y profundamente convencidas de que viajan para contribuir a un gran proyecto. Una vez allí, las dos sufren en sus propias carnes el machismo de esas religiones que tanto adoraban, convirtiéndose en víctimas de los mismos que compartían sus ideas religiosas.



Silvia Abascal y Nur Levi dan vida a Tillie y Samira, pero le dan mucho más, le ponen alma, le dan expresividad a sus gestos, a sus movimientos, son capaces de mirar como lo harían ellas, mujeres con profundas ilusiones, muy devotas, que van perdiendo la ilusión y tornándola en frustración conforme avanza la obra. Dos actrices que representan a la perfección a estas dos mujeres, dotándolas de una fuerza que va en aumento según ven crecer la injusticia a su alrededor. El paralelismo de estas dos historias nos muestra lo mucho que ha cambiado el mundo y lo poco que hemos cambiado como comunidad, como sociedad, como especie que sigue maltratando, que sigue poniendo a unos (los hombres) muy por encima de la otra mitad (las mujeres) y que por ello, y amparados en la religión, se ven con la potestad de actuar como animales.

Las dos actrices están descomunales en sus papeles, llenando a cada uno de sus personajes con la fuerza y la intensidad que se necesitan en cada momento. Dos mujeres llenas de fuerza, que hacen de la plasticidad de sus movimientos un elemento más de la personalidad, de la energía que transmiten los personajes. La historia de estas dos luchadoras queda perfectamente reflejado en las interpretaciones de Levi y Abascal, que consiguen hacer suyos los personajes, dotándoles de miles de matices, de cantidad de pieles que las convierten en personajes complejos, que sufren grandes evoluciones a lo largo de la obra. Incluso en sus momentos de pausa, las actrices consiguen transmitir una convicción y una implicación memorables.





Silvia Abascal encarna a Tillie y su evolución a lo largo de la obra es desgarradora. En un primer momento es una ambiciosa mujer de la alta sociedad inglesa, que acude a la lejana Asia con la intención de ayudar a su país. Una coqueta e ilustrada mujer que sufre todo tipo de desventuras desde el momento en que llega a su destino. Una sociedad hostil que la va cambiando poco a poco, pasando de ser una mujer asustada e indefensa a una luchadora que no da crédito ante lo que pasa a su alrededor. Silvia hace un papel intrépido, en el que va mutando desde la timidez y dulzura iniciales a la fuerza y firmeza finales, en las que se atreve con todo sin importarle las consecuencias.

Nur Levi nos deja helados con su impresionante interpretación de Samira, una brillante estudiante que decide casarse con un militante y soldado del Estado Islámico para escapar de una Inglaterra en la que se siente incomprendida. Una mujer con mucho ímpetu y grandes valores religiosos, que se da cuenta del error cometido al poco de aterrizar, viendo la "relación" que su marido tiene con ella, dándose de bruces con una realidad muy distinta a la que ella defiende, y con unos valores contrarios a los que le han llevado hasta allí. Nur nos regala una interpretación prodigiosa, en el que cada uno de los movimientos es con intención de golpearnos un poco más, en su afán por transmitir el dolor que se va apoderando de su personaje. Una mujer impulsiva, enérgica, que transmite unas profundas convicciones. Todos esos matices consigue transmitirlos la actriz, que nos deja helados con un personaje al que vemos descomponerse poco a poco, para luego levantarse con más fuerza, para defender sus ideales a toda costa.


Las dos actrices asumen el peso de interpretar a todos los personajes que se cruzan en las vidas de estas dos mujeres. Con destreza, agilidad y profunda firmeza, dan vida a los maridos, los familiares, los amigos y a todo tipo de personajes de las más variadas calañas, compañeros al final en este viaje a los abismos, en esta aventura que las llevará a conocer los lugares más oscuros del alma humana, y ver de frente la más cruel de las realidades. Personajes todos ellos a los que las dos actrices dotan de personalidad, consiguiendo que en todo momento conozcamos a cada uno de ellos, por muy efímera que sea su aparición.


Dentro del bucólico tono de la obra, impresiona sobre manera el espacio en el que ocurre todo, una especie de limbo al que han llegado las dos protagonistas a contarnos sus recuerdos. Un espacio escénico, diseñado por Felype de Lima y construido por DUMA creación artística, que nos absorbe desde el primer momento, por su ambigüedad y su frialdad, nos da miedo, incluso un poco de asco, pero a la vez nos atrae por sus tonos oscuros, sus elementos aparentemente inconexos, que nos inquietan y nos seducen, desde nuestro instinto más explorador. Este espacio tan ambiguo viene acompañado de una medida iluminación, diseñada por Vesna Kolarec, que nos sumerge en ese mundo de tinieblas y claroscuros, de escenas a media luz intercaladas con luces suaves, siempre en un tono inquietante y misterioso. Para completar este ambiente tan particular, no podemos dejar de nombrar la emotiva y singular música, original de SILENCE (Primoz Hladnik y Boris Benko) y que sabe dar a cada momento el tono y el ritmo necesario. Para finalizar debemos hablar del sencillo pero eficaz vestuario que ha diseñado Felype de Lima, que hace que las actrices adquieran distinta presencia en cada situación.




¿Por qué las religiones siempre han colocado en un estatus superior al hombre frente a la mujer?
¿Por qué los hombres se han creído con la potestad de utilizar a las mujeres como meros objetos?
2 mujeres, 2 generaciones, más de siglo y medio de diferencia entre ambas.
 Demasiadas y vergonzosas similitudes entre ambas y sus realidades cotidianas.
Demasiadas vejaciones para un mundo que presume de avanzar a gran velocidad, que se mantiene anclado en el pasado con respecto a la figura de la mujer

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Ecos
Teatro: Teatro Español
Dirección: Plaza de Santa Ana, Calle Príncipe 25
Fechas: De Martes a Sábado a las 20:00, Domingos a las 19:00.
Entradas: Desde 5€ en teatroespanol. Del 14 de Noviembre al 1 de Diciembre. Encuentro con el público el 28 de Noviembre

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