Huele
a sauna, a baño turco en El Español. A ambiente cargado de vapor, de humo, de
sudor, de gotas, de espuma… Nos reciben dos actrices en bañador, tiradas en la
imaginaria playa al imaginario sol, en una noche de lluvia y viento. Allí
están, impasibles ante una abarrotada sala. En la improvisada playa de arena
fina en el corazón de Madrid. Una caracola nos da la bienvenida. Así nos recibe
La espuma de los días, adaptación teatral de la obra de Boris Vian realizada
por María Velasco.
“ Prefiero definir el teatro como metáfora visible que como conflicto”, cuenta María en su web de contexto teatral. Nos detendremos luego en esta gran autora. La espuma de los días cuenta la relación que surge entre dos parejas entre cuatro mundos dispares en el París de la posguerra. El amor, la poesía, sentimientos a flor de piel, simbolismo que se derrama en cada grano de arena fina de la playa de su salón. Y reflexión. Mucha reflexión. “Hoy estamos aquí. Mañana nadie sabe”. ¿sencillo, no? Real como la vida misma. Y con estas palabras, Colin nos introduce en el imaginario de la autora, con la novela de Boris Vian de fondo, ya enfermo, con un vitalismo desgarrador del que conoce el final cercano.
Un carpe diem triste, porque el momento se acaba. “Desde que nacemos nos estamos muriendo”. Clhoé, Colin, Chick y Alice nos presentan un París triste. Un parís que es la ciudad del amor si tienes dinero. Un París que no es amor ( no es fácil enamorarse en la ciudad del amor). Con numerosas referencias a las cartas de San Pablo a los corintios, las parejas se conocen, se enamoran , comparten sus soledades , sus miedos, sus rarezas , sus propias vidas ( “vamos a follar hasta que nos enamoremos” ) Lola Jiménez, Miguel Ángel Altet, Fabián Augusto Gómez y Natalie Pinot nos transmiten ese simbolismo, esa transformación, esas metamorfosis en un mundo donde todo vale y nada es eterno.
Pero
sobre todo nos transmiten verdad, en sus hechos, miradas, acciones ; incluso en
sus desnudos. Con sus diálogos, con sus largos monólogos, con sus bailes, y
también con sus silencios, nos trasladan a ese universo extraño, difícil de
entender, fácil de conquistarnos. Hay crítica, pasión, pesimismo, soledad,
amor, sueños… “Quiero llegar pronto a vieja para que la soledad sea lo propio”.
Con un guiño a Tenesse Williams en algunos pasajes ( al menos a mí me recordó )
, nuestros cuatro personajes nos invitan a su playa, a su casa, a sus
extravagancias, sus miedos ,deseos y a conocer su interior.
Personajes
que perdían el tiempo en vivir. Personajes que vuelven a su niñez, que lloran
sus miserias y ríen sus emociones. Personajes que nos atrapan. María Velasco,
con este montaje tan personal, logra llevarnos a ese París, maldito, exótico,
mágico, aislado y aislante. Con una dirección sobria y sincera , nos sugiere
una reflexión sobre como somos, sobre como fuimos, y sobre todo, sobre como nos
miramos sin mirarnos.
Su
humor negro nos saca sonrisas a medio gas, sombras a media luz. Risas sordas y
silenciosas. Una atmósfera opresiva y opresora en un principio que da paso a un
cálido recibimiento , gracias sobre todo a todo el equipo artístico que
interviene en la obra. Coreografía, iluminación , sonido, espacio, vestuario,
fotografía… una gran apoyo escénico a los personajes. Al París sin noche. Y
también sin días.
Con la espuma de fondo. Y la verdad en la cara, como un puñetazo en pleno invierno, que te deja la nariz rota de dolor , de impotencia ante lo que nos depara a veces la vida. Si han logrado llegar hasta aquí entendiendo estas palabras, enhorabuena. A mí me ha costado lo mío. Sí les recomiendo que acudan al Español a intentar entenderlo. Se darán un baño de realidad, con o sin espuma, como ustedes prefieran.
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La espuma de los días.
Teatro: Teatro Español
Dirección: Calle del Príncipe, 25.
Fechas: del 21 de noviembre al 22 de diciembre. DE MARTES A SÁBADOS 20h30. DOMINGOS 19h30
Entradas: en Teatro Español desde 18€.
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