Todas las noches de un día en Teatro Bellas Artes


                                                    
Los fantasmas no existen. Toda creencia en su existencia es indicio de atraso ideológico, de superstición, de cobardía. Esta comprensión ya forma parte del sentido común. Sin embargo, la gente no siempre lo comprendió. Sin embargo…



Un viejo jardín, un invernadero. Una casa alejada, tranquila. Vecinos que hace tiempo que no saben nada de Silvia, la dueña . Sólo queda allí Samuel, el jardinero fiel, velando ese instante, ese tiempo, ese pedazo de terreno . Intentando preservar esa memoria que la policía quiere profanar para descubrir donde está Silvia. El sonido de unas tijeras de podar nos lleva al invernadero de colores, entre toses y risas ahogadas por el alcohol . “ ¿Te molesto? No puedo dormir”. 
Esta es la puerta de entrada a los dos mundos de todas las noches de un día, a todos los días de una noche. A un juego de diálogos entre dos espacios, entre dos personajes que se aferran al pasado en un intento de amar, de prometer. De sentir. Recuerdos de cristal entre luces y sombras. Silvia como la voz de la conciencia del jardinero, tosco, rudo. Silencios con aroma a humedad en el invernadero del pasado. Silencios del jardín, “para escuchar lo que el jardín dice”. El que nunca se fue, el que sigue esperando. El que la vida transcurre entre ese rincón olvidado del propio olvido. De todos y de todo. En el otro lado, ella. La eterna espera “me bastaba con esperarlo”, sin saber que hacer con los días, con las noches, con el futuro. El ancla del corazón en un mar de olvido, sin rumbo, sin timón. Silvia. 
Y un interrogatorio, continúo. Constante. Martilleante, bipolar. Tierno en ocasiones, brusco en otras. Con una voz entrecortada que nos saca del ayer, nos devuelve a un hoy que no mira al mañana. Ahogado en el deseo de lo que nunca ocurrió. Por miedo, por vergüenza. Por clase. “Me importa una mierda lo que pienses tú”. Así Luis Luque, con una dirección sobria en ocasiones, onírica en otras tantas, nos presenta el alma de estos personajes. El alma del teatro. Samuel , la tierra. El pasado. El corazón helado presa de otro corazón cambiante, fugaz. El deber, el orden. La tosquedad elevada al entendimiento, a la locura. A la contradicción en gestos y palabras que se escapan porque se quieren escapar, siempre con ese tartamudeo que nos deja mudos en ocasiones, reflexivos. Enojados. “Nada que tuviera que ver con el amor, con un abrazo “ . Un ejercicio teatral sincero que nos encoge, nos seduce , nos hace odiar y amar a la vez a esta figura tan débil, tan incierta, tan … “Seguirás hablando en todas partes, Silvia. En todas partes”. Silvia. 
El aire, el agua. El fuego. La dama volátil de embriagadora mirada. El levitar continuo entre el caos , la felicidad absoluta y el miedo mas aterrador. “¿Por qué una mujer no puede decidir cuándo irse?” Bondad en sus gestos, en sus palabras, en sus movimientos a ras del suelo, a ras del cielo. Como en una nube que nos traslada a su mundo, a veces el nuestro. La reina de la noche que resiste, siempre resiste. Con una certeza de fondo que alguien quiere averiguar. Para nadie en realidad. 
Un diario encontrado nos desvela y nos sitúa algo más, aunque en el fondo no importa. No interesa. Su mirada es la que nos lleva, la que nos conduce entre las sombras. La que nos quiere contar su tristeza infinita, su amarga felicidad . “Ni un solo momento he podido olvidar lo feliz que me hizo” Silvia nos hace volar con ella hacia el fondo de la tierra, hacia ese jardín olvidado. Hacia el propio teatro. Dos personajes en escena que nos devoran . Nos complacen. Nos aman. Nos odian. Nos hacen sentir. ¿ Se le puede pedir más al teatro en una noche fría ?Dentro hay calor. Hay pasión. Hay vida mas allá de la vida.  
Y de la propia muerte. La obra de Alberto Conejero es olvido, es promesa , es amor. Es teatro. Y todo ello con una escenografía que nos abruma, que nos da cobijo en la eterna tormenta. Que nos traslada a ese lugar apartado de lugares y tiempos. Que nos ilumina el corazón entre tanta oscuridad. Que nos sirve de refugio. Que nos protege. Todas las noches de un día nos está llamando. La vida a punto de zarpar. Escuchen su llamada. Vengan , vengan...

            

Todas las noches de un día
Teatro: Teatro Bellas Artes
Dirección: Calle Marqués de Casa Riera 2.
Fechas: Miércoles a viernes: 20:30 h. Sábado: 19:00 h. y 21:30 h. Domingo: 19:00 h.
Entradas: Desde 15€ en BellasArtesatrapaloticketea. Hasta el 1 de Marzo.

    

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