Teatro: Contarlo para no olvidar, en Teatro Español

Volver al Teatro Español después de tanto tiempo es algo especial. Existen lugares a los que se echa especialmente de menos, por lo especiales que son. Y volvemos para disfrutar de un montaje diferente, de una charla entre amigas, de un repaso por la vida de dos mujeres que han tenido unas vidas muy dilatadas y que ahora hacen balance. Hay montajes que te llegan por la forma, por la espectacularidad, pero en este caso te llega la esencia, la palabra, el texto emotivo y desgarrador.



Era una de las obras más esperadas de la pasada, pero la maldita pandemia impidió que se estrenase. Ahora el Teatro Español abre la temporada con esta pieza majestuosa, más por lo que cuenta que por el montaje en si, ya que no se necesitan juegos de artificio cuando tienes delante un texto tan imponente como este, que es el reflejo de lo que es la vida, de lo que ha pasado en las últimas décadas tanto en nuestro país como en el resto del mundo. Un interesante recorrido desde el prisma de dos mujeres, que añaden a los conflictos vividos los propios de su género. Hay un momento de la obra demoledor en el tema de género (bueno hay muchos que te hacen que se te caiga el alma a los pies), en el que Mónica Gª Prieto cuenta como reciben a dos reporteros hombres y a ella tras venir de distintos conflictos bélicos. No hago spoiler, pero es demoledor.


Este proyecto nace del libro del mismo nombre, de la editorial 5W, en el que se recogen las conversaciones que hace unos años mantuvieron las periodistas y corresponsales de guerra Maruja Torres y Mónica Gª Prieto, en el que hablan de periodismo, de los conflictos vividos, de los golpes recibidos por la vida, de feminismo o de la actualidad política. Un crisol de temas perfectamente enlazados, que nos hace una dolorosa radiografía de lo que ha sido y es el mundo en el que vivimos. Dos experimentadas reporteras de distintas generaciones que enlazan perfectamente para contarnos cómo se ha desarrollado la Historia, centrándose en los conflictos bélicos, desde sus propias vivencias.


Trabajo impecable de Miguel Rellán a la hora de adaptar el texto, de unir de una forma coherente fragmentos de las conversaciones de las periodistas (que duraban horas) para sintetizarlas en una pieza teatral. Para el veterano actor "la dificultad ha estado en decidir a qué se renunciaba, porque ya el libro era una selección de unas cuantas horas más de charla, de lo cual se deduce que ya en él no sobraba nada". Desde la primera lectura confiesa que le sedujo, hasta el punto de pensar "que el asunto merecía mayor resonancia y que quizás fuera buena idea trasladarlo al escenario". Rellán, que se ha encargado también de la dirección del montaje (con Aintzane Garreta como ayudante), opta por la sencillez en la puesta en escena y prácticamente deja a las actrices con el texto para que se muevan a sus anchas. Una gran decisión que ayuda a centrar todos nuestros sentidos en el contundente contenido del texto.


Tenemos que hablar de la complejidad de lo que se cuenta y de lo bien que lo saben transitar las actrices. Tras un inicio "apacible" comienzan las hostilidades, nos vienen los golpes uno tras otro sin tiempo a reaccionar ni siquiera para asimilar todo lo que escuchamos. La complicidad de las dos corresponsales se nota desde el primer momento. Mónica Gª Prieto muestra su admiración por Torres desde el primer momento, diciéndole que para ella siempre ha sido un "ejemplo de mujer transgresora, de profesional libre y sin complejos" lo que muestra una devoción que se nota en el diálogo que mantienen. Por su parte Maruja Torres habla de ella como "la reportera que ella siempre quiso haber sido" hablando de la valentía de sus viajes, asistiendo en primera persona al desarrollo de la Historia. La conversación, lejos de convertirse en un debate o discusión, es un puzzle en la que cada una de ellas va complementando a su compañera, creando un discurso compacto sobre todos los temas de los que hablan.


Más allá de la complicidad mostrada entre ambas, lo realmente interesante de esta pieza es la visión tan personal que nos transmiten sobre los temas más diversos y comprometidos, muchos de ellos pilares fundamentales del desarrollo mundial de las últimas décadas. Porque en esta conversación se habla de África, mostrando el desconcierto por el "poco interés" que sus jefes mostraban por todo lo que pasaba en ese país. Como conclusión de esta referencia, sacan a colación problemas tan de actualidad como la inmigración, defiendo el movimiento de personas ante el desamparado de la comunidad internacional en todo lo concerniente a la situación lamentable que vive el continente vecino. Este es sólo un ejemplo de la cantidad de temas de rabiosa actualidad que, de forma más o menos exhaustiva, tratan las periodistas a lo largo de la obra. Su visión de los continuos conflictos en el mundo árabe, con referencias a Palestina, Siria o Irak, deja bien a las claras los intereses que se mueven en las intervenciones en estos territorios, en su mayoría más políticos que humanitarios. 

Pero no sólo de conflictos bélicos habla la obra. La mirada que ambas tienen sobre la sociedad española, la prensa y la desinformación o sobre el feminismo, van agolpándose en nuestra cabeza a lo largo de la obra. Sus experiencias se entrelazan con sus opiniones sobre las más diversas temáticas, planteando sus propias dudas sobre importancia de su trabajo como informadoras, las dificultades de trabajar en un mundo tan machista (extrapolado a la sociedad en general) o su decepción con los gobiernos de Cuba o Rusia. Su marcada tendencia ideológica les hace vivir en una lucha constante, viendo como aquello que presumían que debía ser lo correcto en política también se ha corrompido. Desde su ideología de izquierdas son muy duras con temas como la guerra de Irak (una de las anécdotas que cuenta Torres sobre el conflicto en este país, con un periodista americano, es brillante y muy esclarecedor), pero tampoco se ponen una venda en los ojos a la hora de criticar las políticas socialistas, tanto en España como en otros países.



Las interpretaciones de Nuria Mencía (dando vida a Mónica Gª Prieto) y Nuria González (en el papel de Maruja Torres) son de una sencillez abrumadora, destilan verdad en cada frase. Cada una de ellas asume con una tremenda naturalidad el papel asignado, consiguiendo una mimetización absoluta con las periodistas a las que interpretan. Unas actuaciones marcadas por la naturalidad, por la convicción de que desde lo cotidiano se llega mejor a un texto plagado de complicidades y marcado por el respeto que ambas se procesan. Esta forma directa y natural de afrontar las interpretaciones nos acerca más a lo que cuentan, haciéndonos casi cómplices de la conversación, cómplices de todas sus vivencias y jueces de todas sus sentencias. 

En palabras del propio Rellán, lo único que les pedía a las actrices era que se involucrasen al máximo y se implicasen hasta el final en sus personajes, "y eso ha ocurrido con ellas, dos magníficas actrices con unas trayectorias apabullantes que desde el principio se entusiasmaron e hicieron suyo el proyecto. Y suyo es". Ese entusiasmo lo trasladan ambas a sus personajes, dotándoles de una estructura compleja, llena de miedos y firmezas, debilidades y compromisos, mostrando a dos mujeres poliédricas, llenas de dudas pero también de certezas. Tan reales como las propias actrices, tan verosímiles como las aludidas escritoras.


Todo esto se apoya en una sencilla escenografía, diseñada por Mónica Borromelo (que también se ha encargado del vestuario), en la que todo se concentra en la mesa en la que se sitúan las actrices. El encaje de la música en ciertos momentos es sensacional, dándonos un respiro de lo que nos están contando, un claro en medio de esta impresionante "tormenta" dialéctica a la que nos someten las actrices. La composición musical es obra de Germán Ponte y Linnea Weiss. Dentro de las piezas musicales, el violonchelo corre a cargo de Linnea Weiss y la guitarra de Pablo Chávarri.



Es esta una obra necesaria, porque como dicta el título hay cosas que deben ser contadas para que no caigan en el olvido. Estamos ante una pieza cargada de contenido explosivo, de declaraciones lapidarias, de ejemplos de que vivimos en un mundo que se tambalea en unas continuas arenas movedizas. Y es muy interesante la visión de estas dos mujeres (además de por su incuestionable valor como periodistas) porque nos muestran las dificultades añadidas que han tenido que superar por el simple hecho de trabajar en un mundo machista y en una profesión tradicionalmente masculina. Montaje necesario, por lo que cuenta pero sobre todo por la visión tan personal que transmiten del mundo. No duden en ir a verla, aprenderán grandes lecciones de vida. Y no dejen de volver a los teatros. LA CULTURA ES SEGURA.

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Teatro: Español
Dirección: Plaza Santa Ana, Calle Príncipe 25.
Fechas: Del 10 de Septiembre al 4 de Octubre. De Martes a Sábados 20:30. Domingos a las 19:30.
Entradas: Desde 13,50€ en teatroespanol.

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