Esta obra cae como orbayu en tiempos de sequía, esa lluvia liviana casi imperceptible pero que empapa. Todo un atrevimiento en tiempos de ruido, en el que bebemos sin tener sed, comemos sin tener hambre y hablamos sin tener nada que decir.
Pu, pu, pu… Onomatopeyas entre silencios, mucho mejor sin duda que el silencio mismo. Silencio, ¡eso nunca!
Y te sientes vulnerable y ridículo al mismo tiempo, y tan frágil que este texto se convierte en comedia porque te ríes, mucho, con tu propia fragilidad. Te invita a repensarte y pensar desde la nada. Rompe la cultura establecida por un rato, para pensar por ti mismo. Un juego teatral en el que te sientes protagonista y no un mero espectador, una herramienta de transformación que no sentíamos desde hacía tiempo.
No es una obra existencial, no queremos explicarnos mal, pero la nada tiene poco que perder y puede mirarnos a los ojos con la honestidad del que mira sin juzgar.
¿De dónde vienen las palabras? ¿Una concatenación ininterrumpida de palabras compone una conversación? ¿Cuánto mas rimbombantes, pedantes, pretenciosas las palabras es mas conversación o es una conversación mas interesante?
Malena Alterio y Luis Bermejo se dejan llevar como esos personajes vacíos por Pablo Rosal que también dirige la propuesta. No ha podido rodearse de mejores actores. Bermejo se mueve a la perfección entre silencios, onomatopeyas y miradas cómplices.
Nunca lo hacemos pero algunas escenas me recordaron tanto a una imagen que si me permiten hoy haré una excepción y voy a compartir aquí:
Todo es banal, no nos escuchamos ni a nosotros mismos, turnos de palabra en cafeterías para invertir tiempo, estar muy ocupados, tener muchos planes y poder decir no tengo tiempo. Pero si alguien nos pregunta, -¿Qué tal estás?, - Pu, pu, pu...
Les
acompaña el trabajo de Almudena Bautista con un vestuario atemporal, una
esencia precultural, fuera de toda moda, con tintes de aquel teatro que daba
valor al texto, y no tanto al entretenimiento vacío. Si esperan una escenografía compleja, con atrezzo de punta a punta del escenario, donde no sabes donde mirar para abarcarlo todo, entonces es que en línea anteriores debí expresarme fatal.
Todo esto es sin duda palabrería. Vayan, déjense llevar, sientan y permítanse reírse de sí mismos.
No lo duden. La cultura es segura.
Silencio.
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