La primera vez que oí hablar de "Pedro Páramo" no debía tener más de 14 años, ni que decir tiene que se trataba de una de esas lecturas “obligatorias” del colegio. Es una de esas novelas que lees quizás a una edad demasiado temprana, pero que por algún extraño motivo te acompañan el resto de tu vida. Una de las obras más demoledoras del pasado siglo llega estos días a las Naves del Español para deleitar al público madrileño con todas las poéticas y tenebrosas historias que transcurren en la misteriosa Comala.
Obra del mexicano Juan Rulfo, se publicó
por primera vez en el verano de 1955. Se trata de una de las principales
novelas del siglo pasado que ayudó al nacimiento del movimiento modernista en Latinoamérica.
Incluida dentro del llamado “realismo mágico” una tendencia literaria de
América latina que presenta como algo usual y cotidiano lo que a todas luces es
“paranormal” las apariciones de espíritus, de almas en pena vagando.
La obra se estructura a través de la figura central de Pedro Páramo, hombre de origen humilde que con tesón y ciertas dosis de crueldad se acaba convirtiendo en el dueño y señor de su pueblo, Comala. Hasta tal punto se hace el cacique que deja el pueblo arrasado convertido en un pueblo fantasma.
La historia empieza con Juan Preciado haciéndole una promesa a Dolores, su madre en su lecho de muerte. Viajar cuando ella ya no esté a Comala en busca de su padre Pedro Páramo para reclamarle lo que entienden que le corresponde. Durante el trayecto se va haciendo una idea de lo que se va a encontrar, todo ello muy condicionado por la idílica visión que su madre le ha estado haciendo durante todos estos años del pueblo.
Cuando se encuentra cerca del pueblo se
encuentra con Abundio –hijo también de Pedro Páramo- que le comunica la muerte
de éste lo que deja muy desorientado a Juan. Al llegar a Comala todas las esperanzas, las
ilusiones, las incertidumbres con las que iba se desvanecen al encontrarse un pueblo
abandonado, arrasado, en definitiva muerto. Durante sus andanzas por Comala y los pueblos
de alrededor Juan se va encontrando con personajes muy variopintos, personas
que en algún momento u otro han cruzado sus vidas con las de su padre
fallecido. Y esos encuentros son los que llenan el escenario de pena, pesadumbre
y muerte.
La peculiaridad y originalidad de la obra se
encuentra en que se trata de dos historias entremezcladas la de Juan por un
lado y la de su padre Pedro por otro. Es así como van apareciendo Miguel (hijo
de Pedro), Dorotea o el padre Rentería.
Es en la parte donde se cuenta la vida de
Pedro donde su hijo Juan va conociendo la maldad y la crueldad de su padre. La
violencia, la corrupción, las violaciones, los asesinatos. Las terribles
consecuencias que sus actos tuvieron tanto para él y sus descendientes como
para el propio pueblo. Y así Juan va viendo poco a poco cuan lejos se encuentra
la idílica Comala (que su madre Dolores le había contado) de la realidad. El lado más oscuro y sórdido de Pedro choca con su otra cara, la del hombre que pese a su poder era una persona infeliz y desdichada pues no pudo nunca obtener el amor de Susana San Juan, probablemente la única mujer a la que realmente amó.
Se trata fundamentalmente de una historia de
poder y como éste utiliza las armas a su alcance la corrupción, la violencia, el
abuso en beneficio propio y para destruir a sus rivales. Pero también una
historia que nos habla del amor, de los caciques, de la revolución, de los que
no se resignan a una vida que parece predestinada. En definitiva una historia
de violencia y ternura se unen para un mismo fin la denuncia del abuso de los
opresores para a su vez dar voz a los oprimidos.
Como indica Mario Gas, su director, “Este es un
universo plagado de fuertes sensaciones, de fusión entre el mundo de los vivos
y el de los muertos, de personajes preñados de contradicciones. Un universo
abigarrado, cromático y cegador, oscuro y lleno de negrura espesa, donde
resuenan los ecos persistentes de un pasado que se presenta; un universo
poético y desgarrador, inhóspito a veces, quemado por el sol, por el calor, rajado
por la desigualdad…”. “Todo se acompasa con ese lenguaje rico en imágenes que
posee el literato y fotógrafo Juan Rulfo”.
La versión corre a cargo del dramaturgo y director catalán Pau Miró, Licenciado en Interpretación por el Institut del Teatre de Barcelona (1998). En el campo de la dramaturgia y dirección, sus últimos trabajos son "Victòria", "Terra Baixa", interpretada por Lluís Homar y "Mujeres como yo". También es autor de "Adiós a la infancia" y "Los Jugadores". Hace unas semanas pudimos verle como actor en el Teatro Abadía, en la versión de "La Gaviota" de Alex Rígola. Su versión de este clásico es impecable, manteniendo toda la esencia de la obra original. La capacidad de Miró para transmitir ese ambiente lúgubre y descorazonador dentro de un lugar tan idílico como se presume que debe ser Comala, es prodigioso. Nos introduce en un viaje tan desestructurado y a la vez tan real como la propia novela, intercalando realidad y ensoñación con gran facilidad.
Por su parte la dirección corre a cargo de
Mario Gas (con Montse Tixé como ayudante), actor, actor de doblaje, director de cine y director teatral. Es una
de las principales figuras de las artes escénicas de España. Ha dirigido entre
otras "Las criadas", "Las troyanas", "Un tranvía llamado deseo", "Incendios" o "El
concierto de San Ovidio". En este montaje hace un trabajo meticuloso, en el que consigue sacar el máximo de dos actores prodigiosos, que en cada papel de los muchos que interpretan consiguen aportar pequeños matices que diferencien a cada personaje y enriquecer el resultado final. Un portentoso trabajo artesanal, tanto con los actores como a la hora de medir los tiempos de la historia, haciéndonos entrar en una vorágine de sentimientos de los más extremo.
El elenco, probablemente de los mejores que
he tenido la suerte de ver, lo forman Vicky Peña y Pablo Derqui. Vicky Peña actriz de cine ("El perfecto
desconocido", "Sin límites", "El cónsul de Sodoma") y teatro ("Madre coraje y sus
hijos", "Edipo", "Largo viaje del día hacia la noche", "Edipo", entre otras). Una
brillante trayectoria que ha tenido su merecido reconocimiento con muchos
premios tanto en cine como en teatro. Interpreta de inicio a Dolores la madre
de Juan, pero eso, de inicio porque a lo largo de la obra tanto ella como su
compañero, se reparten con enorme talento todos y cada uno de los personajes de
la obra. Prodigiosa actuación de una de nuestras damas de la escena, que sabe darnos en cada momento lo que la escena necesita, llenando el escenario con su sola presencia.
La acompaña Pablo Derqui también con una dilatada carrera en cine ("Los ojos de Julia", "Neruda"), teatro ( "Muerte de un viajante", "Desde Berlín", "Calígula") y televisión ( "La catedral del mar", "La línea invisible", "Monteperdido"). Al igual que Vicky Peña interpreta de modo magistral a todos y cada uno de los personajes de la obra, cambiando de registro muy bien, algo que conlleva mucha dificultad. Su capacidad de transformarse en cada uno de los imponentes personajes a los que tiene que dar vida, es encomiable. Una pareja de actores sobre loe que recae el peso de la obra y que consiguen encumbrarla a lo más alto con sus prodigiosas interpretaciones.
La puesta en escena es sencillamente espectacular, complementada con imágenes y videos muy bien seleccionados y que ayudan a entender mejor la historia. El diseño del espacio escénico por parte de Sebastiá Brosa (Paula Font y Francesc Colomina como ayudantes)es descomunal. La sencillez aparente para crear un espacio tan ambiguo y a la vez tan polivalente, que dota al montaje de ese halo de misterio que rezuma toda la historia, convierte la escena en un lugar oscuro, lúgubre, muy acorde con la trama. A este ambiente ayuda, sin lugar a dudas, la cuidada iluminación de Paco Ariza, que dota al conjunto de una pátina de claroscuros muy hermosa. La videoescena creada por Álvaro Luna (Elvira Ruiz como ayudante)es fundamental, como ya hemos comentado, para apoyar el correcto desarrollo de un argumento de por si muy ambiguo. Primoroso el espacio sonoro y la música creados por Orestes Gas, que nos envuelven en todo momento y nos sumergen desde el inicio en el ambiente propio de la trama. Por último debemos hablar del vestuario diseñado por Antonio Belart, que desde la sencillez incorpora un plus a la magnífica creación de los personajes.
En definitiva una obra imprescindible para
disfrutar de una de las principales novelas de la literatura contemporánea, en un montaje en el que todo encaja a la perfección, con dos actores en estado de gracia. Una obra imponente al nivel del original. Volvamos a los teatros. LA CULTURA ES SEGURA.
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Teatro: Teatro Galileo
Dirección: Plaza de Legazpi 8.
Fechas: Del 16 de Octubre al 8 de Noviembre. De Martes a Sábado a las 20:00. Domingos a 19:00.
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