Las vidas se van cimentando sobre los recuerdos, en los miedos que nos generan nuestras propias dudas, en las ilusiones que nos hacen avanzar, en nuestras ideas sobre lo que está o no está bien. La gente que te rodea convierte tu vida en un capítulo de la suya, existiendo personas que nos marcan y dejan huella de manera especial. Dos vidas, dos historias, una conexión que las une y las separa. La vida transcurre y aunque los caminos se separen las heridas que dejan pueden durar para siempre. "Los años elásticos" es la maravillosa historia de una hija y una madre, separadas y unidas por el pasado, ancladas en los recuerdos y ahogadas por las ausencias.
Con un formato muy original, el de dos historias diferentes pero relacionadas que se van alternando y en algunos casos superponiendo, llega a la sala Nave 73 Los años elásticos. Nos cuenta la vida de Carolina una joven activista e implicada en una ONG, que intenta ser vegana, concienciada con los animales en peligro de extinción, con la situación del planeta… Tiene medianamente claro que no va a traer hijos a este mundo para no contribuir a la superpoblación, porque entiende un castigo regalarles el mundo que les va a tocar vivir.
En paralelo vamos conociendo la vida de Raquel -la madre de Carolina- corresponsal de guerra que llevó a cabo el trabajo que la apasionaba en los lugares más conflictivos del mundo. Un trabajo que le acaba costando la vida cuando Carolina era muy pequeña.
Esta producción de Eslinga Producciones y Teatro Cinco transcurre alternando con un ritmo muy acertado esas dos vidas y nos transmite los motivos por los que Raquel eligió esa vida “renunciando” a su hija y como Carolina intenta entender porque su madre la abandonó y prefirió una vida difícil en todos los sentidos a una más confortable con ella.
La idea que tenía de la vida de su madre, de su “realidad” da un giro cuando se encuentra con Jonás un fotógrafo que estuvo con Raquel en los últimos años de su vida. A medida que aquel le va contando cosas empieza a entender el porqué su madre estaba tan inmersa en un trabajo tan arriesgado y que la llevaba a visitar los países más peligrosos.
Uno de los elementos más interesantes del texto es que no intenta justificar nada, no intenta explicarnos los motivos de las decisiones que cada uno toma en su vida y el coste de esas decisiones. Sencillamente nos cuenta como es, como era el día a día de cada una de ellas.
Pero no se trata de una obra sobre la guerra, sobre los corresponsales, los periodistas que ponen en riesgo su propia vida para hacernos llegar las desgracias ajenas. La profesión de Raquel es un entorno que ayuda y mucho a entender una historia como tantas otras. Una historia sobre el amor, la necesidad de amar y ser amados. Sobre la conciencia, la solidaridad, el compromiso. Un compromiso en su versión más amplia, compromiso con los demás, con las causas, con nuestro trabajo, con nuestras pasiones, con nuestras familias.
La dramaturgia y dirección corresponde a Juan Jiménez Estepa (con Daniel Oliva como ayudante de dirección), quien después de "Los hombres tristes" y "La medida exacta del universo" nos regala una historia muy redonda y compacta sobre los conflictos a los que los seres humanos nos enfrentamos en el día a día. Dos historias que se entrelazan para llegar a completarse, para comprobar como no se puede entender la una sin la otra. Delicadeza, ternura, dolor, angustia, soledad, todo cabe en estos recorridos vitales. Un puzzle que se va encajando ante nuestros ojos, en una ingeniosa manera de narrar las historias de ambas para que se vayan comprendiendo de forma conjunta, casi como algo complementario.
En relación a los motivos que le llevaron a escribir esta obra en una reciente entrevista indicaba “Como dramaturgo, al escribir esta obra, partí de mi fascinación por el mundo del periodismo de guerra. Me costaba entender, a la vez que admiraba, las motivaciones que pueden llevar a una persona a dedicarse a una profesión rodeada de peligros e insatisfacciones. Partí, por tanto, de mi curiosidad hacia esa profesión y de la gran distancia que separa las preocupaciones que dominan al mundo en el que habito de las que sufren la población en países inmersos en un conflicto bélico”.
Una obra compleja en la que los personajes esconden más de lo que muestran, se esconden para no mostrar sus debilidades. El elenco sabe jugar a ese tira y afloja, en el que el espectador intuye más de lo que ve, va descubriendo el alma de los personajes en el momento exacto en el que nos lo quieren mostrar, mientras los vemos sufrir, defenderse de lo que no quieren saber (o decir). Personajes que se van mostrando poco a poco, quitándose todas esas corazas que les impiden afrontar sus vidas, mientras vamos descubriendo como todo el pasado ha hecho mella en lo que son, y las circunstancias de sus vidas las han conformado como seres complejos.
Elisa Berriozábal interpreta a Raquel, licenciada en Ciencias de la Información, tras un breve periodo trabajando en varios medios de comunicación como periodista, realiza sus estudios de Interpretación en el Laboratorio de Teatro William Layton y en el Estudio Juan Carlos Corazza de Madrid. Como actriz sus trabajos más destacados son el “Blanca, Aurora, Celeste” y “Los monólogos de la vagina”. Espectacular la explicación que da respecto a su vida en los sitios de conflicto y sus viajes a Madrid y que da título a la obra.
Carlos Algaba es Jonás el último compañero de Raquel, nos transmite a la perfección los desencuentros con ella, su resistencia a implicarse tanto en los lugares donde trabajaban, la necesidad de volver a casa. En las escenas con Carolina refleja muy bien lo difícil que es transmitir a su hija como era su madre. Esa dualidad entre lo que sabe y lo que le cuesta transmitírselo a la hija lo convierten en un personaje fundamental y a la vez enigmático dentro de la trama.
Julia Olivares con una enorme frescura interpreta a Carolina, muy tierno su encuentro cuando aborda a un joven por la calle para que se haga socio de su ONG. Coincidió con Carlos Algaba en "Los hombres tristes". Su personaje está cargado de fragilidad, de los miedos por la pérdida, de la coraza que presentan sus convicciones. Una interpretación cargada de matices que dotan al personaje de un gran interés.
El elenco lo completa Gustavo Rojo que interpreta a la pareja de Carolina, con mucha ternura y humor la entiende, la acompaña, comparte sus preocupaciones, sus dudas sus incertidumbres. Es un personaje esencial a la hora de ir descubriendo las debilidades de Carolina, un pilar fundamental para descubrir más sobre ella. Por último debemos nombrar la colaboración especial especial de Rafa Muñiz, que es quien pone la voz en off durante la obra.
En definitiva se trata de una obra muy intensa, que además de hacernos pasar un gran rato nos hará reflexionar y ayudarnos a entender que no todo se puede entender o explicar desde un punto de vista racional. Un relato de una gran ternura pese a la dureza que la historia conlleva, fundamentalmente con lo que no se llega a contar pero todos sabemos. Dentro del escenario teatral actual una obra imprescindible. VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.
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