Teatro: Héroes de Diciembre. Teatro Valle-Inclán

La dificultad de empatizar con aquellas personas que se sienten tan desesperadas que quieren acabar con todo. El suicidio, o en este caso las personas que no lo consiguen, debe dejar de ser un tema tabú para convertirse en un motivo de diálogo, de saber que le ha podido llevar a una persona a querer dejarlo todo y acabar con su vida. La necesidad de ponernos en su lugar, de no estigmatizar a alguien porque se sienta desolado, perdido, abandonado y sin ganas de seguir viviendo. Todos vemos con cierta distancia (quizás por miedo, quizás por inseguridad propia, quizás por inquietud hacia el que lo ha hecho) el hecho de que alguien, por iniciativa propia, intente acabar con su vida. La realidad es que deberíamos ver este hecho como un grito de socorro, un motivo para hablar de ello, una oportunidad de evitar que vuelva a pasar.




La obra nos plantea, en mayor o menor medida, infinidad de temas que nos tocan de cerca. Muchos materiales sobre los que recapacitar, muchas preguntas que hacerse, mucho debate sobre el que sentarse tranquilamente a conversar. La propia autora cita a Antonio Rojano en el prólogo de la obra con esta pregunta ¿Es que hay alguna separación real entre lo que comemos, las carreras universitarias, la vida en pareja, el éxito laboral, el terrorismo o el precio de los alquileres?, que parece una declaración de intenciones sobre lo que vamos a ver. Un amalgama de temas de actualidad que nos van empujando al borde del abismo.


Esta producción del Centro Dramático Nacional nos bombardea con información que por momentos nos aturde (como nos ocurre en nuestra vida cotidiana, en la que todo pasa a velocidad de vértigo, sin poder pararnos a degustarlo), para poco a poco ir dejándonos lo verdaderamente importante, sacando la esencia de lo que realmente quiere contar. Una historia que nos deja perplejos, nos descoloca, pero nos deja muchas tareas pendientes sobre las que reflexionar una vez salimos del teatro. Muchos son los temas tratados por esta bomba que estalla ante nuestros ojos, y que tras la explosión inicial se asienta hilvanando lo esencial, dejando que tras la humareda posterior a la explosión podamos ver lo que queda en realidad, lo que este poderoso texto nos quiere contar.



Eva Mir ("Antípodas", "El latido mudo", "Hacia Regolit") es la autora y directora de esta obra que disecciona, desde distintos puntos de vista, los motivos y consecuencias de algunos de los motivos que nos pueden llevar al querer dejarlo todo. El texto, galardonado con el Premio Nacional de Teatro Calderón de la Barca 2019 para autores nóveles, está cargado de punzantes temas que molestarán a los más estirados, pero que generan un compendio de temáticas que muestran un interesante boceto de lo que es nuestro mundo. Mir comenta que "escribo "Heroes en Diciembre sabiendo que son muchos los materiales que deposito en sus cimientos" y con esta premisa nos prepara para un demoledor relato a varias bandas, en el que se entrelazan varias historias para conseguir este collage sobre lo que somos.


Esta historia no habla sólo de un variopinto grupo de suicidas que comparten una misma terapia. Para la autora, la pieza "no es una obra sobre el suicidio pero sí un intento de entablar diálogo con los suicidas, sin encubrir y sin imponer eufemismos a quienes han experimentado ese salto hacia el otro lado. Héroes en Diciembre es el último intento de quien ha intentado quitarse la vida por recuperar la vida con mayúsculas, y no un sucedáneo de la misma". Esta última frase parece uno de los puntos clave de todo el montaje, la necesidad de buscar aquello que les hacía felices, antes de que ocurriese ese hecho por el que todo cambió e intentaron suicidarse. ¿Es posible recuperar la vida anterior sin tener presente lo que ocurrió? ¿O simplemente es necesario pasar página e intentar continuar con la vida, no olvidando lo ocurrido, sino recordándolo como una experiencia más?



La obra nos sitúa en un ambiguo espacio, lo que parece ser el interior de una piscina, que pronto iremos descubriendo. Este extraño lugar es el lugar al que han venido un grupo de suicidas dentro de un programa de repoblación rural, y dentro de un modo de terapia grupal en la que todos conviven para intentar conocerse y que entre todos puedan entender que les llevó al extremo de querer suicidarse. Pero estas rutinas no parecen ayudar mucho al grupo. Berta no terminar de entender los métodos y cree que sobrevivir de cualquier modo no le va a a devolver las ganas de vivir. El suicidio silenciado de Khalid, uno de los pacientes de la terapia, hace que todo se tambalee. Berta se rebela contra todo el programa. La llegada de una nueva trabajadora social, que esconde unos oscuros intereses, será la gota que colme el vaso, el detonante para que todo salte por los aires.




Como podemos leer en el programa de mano de la obra "Simon Critchley dice en "Apuntes sobre el suicidio" que quizá, lo más cerca que podamos estar de la muerte es escribiendo, en el sentido de que escribir es ausentarse de la vida, un abandono provisional del mundo y de nuestras nimias tribulaciones para intentar ver las cosas con mayor claridad". Este podría ser el argumento que sostiene parte de la obra, esa necesidad de escapar de nuestra propia vida para poder llegar a poder verlo todo desde un punto de vista más global. Esto es lo que intentan cada uno de los personajes, poder abstraerse de si mismos para poder llegar a entender que fue lo que les llevó hasta donde se encuentran en estos momentos.

  

Marta Matute ("Yogur Piano", "Beatrice", "Lear (desaparecer)", "Ensamble, hijos de Grecia") es quien interpreta a Berta, la mujer que comienza a cuestionarlo todo y desconfía de los métodos de Mar (la nueva trabajadora social). Un personaje atormentado, dolido, asustado, que necesita entender su pasado (saber que fue lo que ocurrió y porque le afectó de esa manera) para poder seguir su camino. Durante toda la historia, Berta intenta boicotear a Mar, interpretada por Helena Lanza ("La cantante calva", "Por la boca", "Playoff", "La ola"), mientras busca ordenar en su interior todo lo que le ha llevado a esta situación. Matute nos regala un personaje con miles de matices, de capas, que acapara la escena con su discurso, mientras aparecen como satélites las historias de los otros personajes. Los otros dos suicidas que la acompañan en la terapia son Agnes, a quien da vida Mónica Lamberti ("Acampada", "Velázquez Go-Ya", "Contagios", "Spolier"), y Julián, interpretado por Rodrigo Sáenz de Heredia ("Éste es un país libre y si no te gusta vete a Corea del Norte", "Castigo ejemplar", "Monta al toro blanco", "El club").



Fundamental para meternos desde el principio en este universo de miedos e incertidumbres, la primorosa escenografía diseñada por Mónica Boromello (con Rebeca de Arriba como ayudante). Lo que a simple vista es una piscina vacía, puede llevar a múltiples interpretaciones (como simbolizar el pozo en el que están metidos los protagonistas), con la presencia siempre misteriosa de unas cortinas de plástico en un lateral, del que puede salir cualquier cosa. El otro punto clave del montaje técnico es, sin lugar a dudas, la iluminación de David Picazo, que consigue transformar el espacio radicalmente con las distintas tonalidades que le da. Otro elemento que va ganando fuerza conforme avanza la obra es el apabullante espacio sonoro, creado por José Pablo Polo, que va inundándolo todo hasta convertir la obra casi en partitura musical. Por último hay que hablar del vestuario diseñado por Paola de Diego (con Esther Batalla Sánchez como ayudante) que sabe transmitir en todo momento la esencia de cada personaje y su estado de ánimo en cada escena.


Estamos ante una obra que nos golpeará, nos zarandea con todo lo que nos quiere contar, pero que poco a poco consigue posarse en nosotros para decirnos suavemente al oído todo lo que ha venido a contar. Pero la obra es mucho más que lo que dice, es todo aquello que deja en el ambiente, todas esas preguntas sin respuestas, todos esos temas abiertos que no se llegan a cerrar, todas esas interesantes conversaciones a las que puede dar lugar. Porque esta es una pieza llena de reflexiones que cada uno debe hacerse, como suele ocurrir con temas tan espinosos como los que aborda Eva Mir. Atrévanse a lanzarse a esta piscina sin agua, seguro que sus protagonistas le protegerán y le sumergirán en un mar de preguntas que sólo podrá resolver cada uno. VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.

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Teatro: Teatro Valle-Inclán
Dirección: Calle de Valencia 1.
Fechas: Del 3 de Febrero al 14 de Marzo. De Martes a Domingo a las 16:00.
Entradas: Desde 12.50€ en entradasinaem. Descargar Programa de mano.













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