Los seres humanos tenemos un miedo atroz a la muerte y a la pérdida de los seres queridos. Este miedo puede llegar a convertirse en puro egoísmo cuando pensamos más en nuestro dolor que en el que pueden estar sintiendo los seres que intentamos proteger. La muerte por momentos puede convertirse en un nuevo comienzo (para el que se queda aquí), un motivo para cambiar ciertos hábitos y conseguir afrontar ciertos miedos y responsabilidades. El dejar ir a los seres queridos por los que ya no podemos hacer nada puede ser la mayor muestra de amor que podemos darles.
Esta historia nos pone de frente a la muerte desde dos perspectivas diferentes, pero con consecuencias parecidas. La pérdida de alguien al que hemos amado, incluso idolatrado, pero que se encamina hacia el final sin que se pueda hacer nada. Una mascota que ha sido tu fiel compañera y que temes sacrificar (aunque sea lo mejor para ella, para evitarle sufrir) por el dolor que te puede causar, a ti y a los que aquí os quedaréis echándola de menos. El tomar perspectiva sobre ese paso que todos debemos dar. Sopesar la dura pérdida para evitar un sufrimiento que no conseguirá mejorar la situación. La necesidad de afrontar lo inevitable sin querer alargar la agonía más de estrictamente necesario, por mucho que duela.
La Zona presenta esta obra sobre la familia, sobre hermanos con grandes ataduras al pasado, con el doloroso momento en que debemos afrontar la muerte como algo cercano. El texto de Marta Buchaca ("Playoff", "Losers", "Solo una vez", "La cima") nos habla sobre los vínculos entre madres e hijos, en las responsabilidades que adquirimos con nuestros mayores, pero sobre todo en la incapacidad de aceptar de la muerte, al menos de asumirla como un paso que podemos dar nosotros por el bien de alguien al que amamos. Esta tragicomedia nos muestra lo difícil que resulta tomar ciertas decisiones, esas que conllevan el separarse definitivamente de las personas (o animales) que queremos. La disyuntiva que se plantea entre alargar la vida o dejarles morir para que no sufran más, cuando poco nos queda por hacer.
La dirección corre a cargo del siempre eficiente Lautaro Perotti ("Cronología de las bestias", "La respiración", "Siempre me resistí a que terminara el verano", "No todas las palabras"), uno de los ejemplos de la prolífica escuela argentina Timbre 4. La obra se desarrolla a modo de pequeñas escenas que nos van diseccionando los problemas que tienen los protagonistas para tomar determinadas soluciones, que conllevan la pérdida de seres queridos. Con un impactante comienzo, en el que de entrada se nos plantea el conflicto sin ningún preámbulo, la obra se va desarrollando como una disección de las posibilidades que plantea la escena inicial. Lejos de ser sencillo, cada escena nos plantea nuevas dudas y sentimientos encontrados. La obra pivota sobre la dolorosa decisión de dejar ir a nuestros seres queridos, y la necesidad de que vivan con dignidad. El tema que retumba a lo largo de toda la historia es la legitimidad que tenemos para decidir sobre la vida (y la muerte) de los demás.
El relato nos muestra a Julia y Toni, dos hermanos que se tienen que enfrentar a un duro momento en sus vidas. Su madre está ingresada con una enfermedad que, lejos de mejorar, sólo la deteriora. Julia es incapaz de tomar ninguna decisión en torno a su madre, nunca ha llevado bien la toma de decisiones, siempre la tenía a ella para guiarla y llevarla por el camino correcto. Toni, por su parte, parece tener muy claro como se debe actuar con su madre, aunque no ve con la misma claridad el deterioro que está sufriendo su perrita. Todo parece converger en el mismo punto cuando el veterinario aconseja a Toni que se debe eutanasiar a su mascota. La claridad con la que Toni lo veía todo parece desvanecerse, mientras Julia parece no tener dudas cuando se trata de decidir sobre lo que tienen que hacer otros. Ambos tienen claro cual es la decisión a tomar en el caso que ven con más objetividad.
El golpe de realidad atiza de forma brutal a los hermanos. Toni tendrá que asumir que su perrita se está muriendo, mientras que Julia debe concienciarse, como médico que es, que el Alzheimer que sufre su madre sólo puede ir a peor. Ambos deben tomar la decisión de dejar marchar a los seres queridos, para evitar que se alargue una agonía que no les lleva a ningún sitio. La obra nos planta frente a una de las decisiones más duras que tiene que asumir una persona en su vida, decidir sobre alguien al que quiere. Las personas solemos vivir de espaldas a la idea de tener que dejar marchar a nuestros seres queridos, por eso es tan duro tener que tomar la decisión de que ha llegado el momento del adiós. La legitimidad a decidir sobre la vida de una persona no puede ser contraria a que ésta viva con dignidad. No debemos poner por encima nuestros propios interés (el evitar el sufrimiento de la muerte de la persona querida) a la dignidad de la persona a morir (cuando el dolor es inevitable y no existe vuelta atrás).
Carlos Hipólito ("Copenhague", "Todos eran mis hijos", "El crédito") y Mapi Sagaseta ("Atahualpa, los ejes de una vida", "Los enamorados"), son los encargados de dar vida a Toni y Julia. Tras sus trabajos juntos en "La mentira" y recientemente en "Macbeth", esta pareja en la vida real asume el reto de dar vida a estos dos hermanos que se ayudan mutuamente en uno de los momentos más difíciles de sus vidas. La química que transmiten se refleja en el escenario, por lo que todo fluye con una absoluta normalidad, en la que todo se ve natural y fresco. Una pareja que destila sencillez y naturalidad, que sabe compenetrarse y consigue que sus personajes se apoyen mutuamente, tanto en la historia como en la construcción de cada uno de los personajes, que va creciendo en armonía con su antagonista.
El siempre elegante Alessio Meloni (encargado también del vestuario) nos propone una escenografía que se va articulando en distintas formas a lo largo de la obra. Lo que en principio parecen dos paneles opacos, se van diseccionando ante nuestros ojos, para crear los distintos espacios en los que transcurre la obra. Estos paneles se convierten en elementos fundamentales de la obra, llegando a ser casi un personaje más del montaje. El otro elemento fundamental a lo largo de la obra será la iluminación diseñada por Juanjo Llorens, que nos hace transitar por los diferentes estados anímicos de los personajes, con las distintas texturas que emplea para cada escena.
Una tragicomedia que nos dejará temas sobre los que pensar, ya que todos parecemos tenerlo muy claro cuando vemos la historia desde el otro lado, pero no tengo claro que fuésemos tan valientes cuando nos tocase de cerca. En mi caso, puedo asegurar que tendría muchas dudas sobre cómo actuar. Interesante propuesta que nos pone de frente ante un tema tan espinoso como la muerte, lo trata con cierta banalidad, la justa para que no nos sintamos incómodos con lo que vemos. Una pieza que trata temas muy potentes con la frescura de una comedia, lo que nos hace digerir cada uno de los episodios y de las decisiones con más tranquilidad. VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.
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Teatro: Teatro Fernán-Gómez
Dirección: Plaza de Colón 4.
Fechas: Del 10 de Enero al 20 de Febrero. De Martes a Domingo a las 19:00.
Entradas: Desde 14€ en Teatrofernangomez.
Descargar programa de mano.
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