Partiendo de un objeto curioso y de un hecho surrealista, cuatro personajes nos van contando su vida sin ser conscientes de lo interrelacionado que está todo y como cada cosa que hagamos, por pequeña que sea puede influir en nuestra vida y en la de los demás.
Cuando entramos en la sala, el escenario cubierto por una capa de nieve ya está ocupado. En un lado un joven espera tumbado. A cierta distancia en el centro del mismo se encuentra una especie de jarrón dorado. Al iniciarse la obra el joven se incorpora y nos cuenta sus recuerdos de niño cuando acompañado de su hermano su madre les llevaba a un lugar concreto de un campo concreto a ver todos los años la migración de las aves hacia tierras más cálidas.
A continuación, aparece una mujer que se dirige a una comisaría de policía a denunciar que le han robado una urna con las cenizas de su padre. Bueno en realidad no fue un robo, “las dejé en la acera un momento mientras iba al coche”.
El siguiente protagonista es un joven inmigrante que trabaja limpiando en una empresa. Unos compañeros de trabajo han encontrado una urna con unas cenizas y se las dan a él para que las deposite en un lugar digno. Todo esto le hace recordar con nostalgia todo lo que ha dejado en su país cuando decidió venir a España en busca de una vida mejor.
El cuarteto lo cierra un señor que trabaja como hombre invisible junto al Palacio Real. Nos cuenta que las cosas están muy mal para su sector y que además hay mucha y buena competencia. Acuciado por la necesidad un día roba un jarrón que ve en la acera, cuando se quiere dar cuenta descubre que se trata de una urna con las cenizas de un difunto.
Sin apenas darse cuenta este “suceso” cuanto menos surrealista provoca que sus vidas se interconecten y les da un empujón a la hora de tomar decisiones que irremediablemente van a cambiar sus vidas. Unas decisiones que hasta ahora y sin saber muy bien por qué no se habían atrevido a adoptar.
Las huellas de todos los protagonistas se van cruzando a lo largo del nevado suelo sin que sean conscientes de ello. En realidad se trata más bien de cuatro monólogos que se van sucediendo con enorme agilidad y con un ritmo muy acertado. Cada uno de ellos va contando poco a poco su historia y según se va desarrollando se va creando una historia mayor que las contiene a todas. De un modo muy sencillo un objeto tan simple como una urna va pasando de mano en mano y va desnudando la vida de cada uno de sus poseedores.
Pero más allá de lo anecdótico del objeto y su peculiar peregrinar de mano en mano, el protagonismo absoluto de la historia son las relaciones familiares y personales, la enorme carga afectiva y emocional y hasta que punto el hecho de que se desarrollen en uno u otro sentido pueden ir marcando nuestra vida.
Estamos ante una tragicomedia cargada de dulzura. Una historia intensa con amor y desamor, con poesía y con humor que da como fruto una obra muy redonda, donde cuatro personas tan distintas, pero tan iguales con orígenes tan diferentes van tejiendo una deliciosa tela de araña.
Todos los personajes de uno u otro modo se sientes solos y no sólo por la muerte de un ser querido. En definitiva, la búsqueda de la urna no es sino la búsqueda de su propia identidad, de su propio destino.
La dramaturgia es obra de Javier Vicente Aldós. Dramaturgo, autor y poeta, que fue galardonado con el Premio Calderón de la Barca por su obra Summer Evening. Una delicia de texto donde cuatro historias sencillas y aparentemente inconexas crean un todo impecable.
Julio Provencio es el director de la obra. Estudió Filosofía, Humanidades, Pedagogía y Música, y se fue a Bruselas a estudiar el Máster Europeo en Artes del Espectáculo, que concluyó en Bolonia. En el ámbito universitario, aprendió de Julio Checa, Jean-Pierre Ryngaert y Gerardo Guccini, y a nivel dramatúrgico se ha formado con Juan Mayorga, Pascal Rambert, Simon Stephens, Enzo Cormann o Roger Bernat. Julio ha hecho un sobresaliente trabajo tanto en la dirección de los actores como en la puesta en escena de la obra.
Se ha encargado también del espacio escénico, tan sencillo como mágico. Un rectángulo lleno de plumas que simula un día nevado en Madrid sobre le que los protagonistas se van cruzando sin verse. Como decía todo ello dotado de una sencillez que no le resta ni un ápice de delicadeza y elegancia. Con el objetivo de que el verdadero peso de la obra recaiga sobre los actores.
La personalidad de los protagonistas aparece claramente delimitado y marcado tanto en el propio texto como en la labor llevada a cabo por el director. El lado nostálgico del inmigrante de no rendirse, de no ser nunca “uno de esos seres grises y amargados que van cada mañana en el metro”. El perfil del hombre invisible, el perdedor que no se resigna a su suerte. La melancolía del joven que recuerda los paseos al campo para ver el migrar de las aves. La desesperación de la mujer que ha perdido las cenizas de su padre. Todas estas historias se ven con mayor precisión gracias al notable trabajo en el diseño de la iluminación de David Benito y a la creación sonora de Nacho Bilbao y Diego Merino.
Por lo que se refiere al elenco lo forman Chupi Llorente magistral la mezcla de nerviosismo por la perdida de la urna con la sobriedad de quien ha de hacer frente a un momento tan duro en la vida como es la perdida de un padre. Es sin duda el personaje con una vertiente más divertida y cómica y quien nos saca sin duda más sonrisas a lo largo de la obra. Ha estudiado en la Escuela de Teatro de Valladolid y en el Laboratorio de William Layton de Madrid. En teatro ha trabajado en diferentes compañías, entre las que destacan la Compañía Nacional de Teatro Clásico y el Centro Dramático Nacional, y con directores como Charo Amador, Álvaro Lavín, Ernesto Caballero o Laila Ripoll, entre otros. Ha realizado además tareas de ayudante de dirección con directores como Carme Portacelli y Laila Ripoll. Ha intervenido en numerosas series de televisión como Hospital Central, Amar en tiempos revueltos, 7 Vidas o Doctor Mateo.
Juan Carlos Talavera está impecable interpretando al hombre invisible que se mal gana la vida en el Palacio Real. Representa sin duda el papel con más carga dramática, transmitiendo a la perfección el dolor de un hombre que abandonó a su familia y que desde entonces vaga por las calles de Madrid sin rumbo, intentando como puede salir adelante. Juan Carlos es actor y dramaturgo. Ha intervenido en producciones televisivas como Aquí no hay quien viva, La sopa boba, Amar en tiempos revueltos o El secreto de Puente Viejo.
Ha trabajado en innumerables producciones de teatro bajo las órdenes de Elena Cánovas o Manuel Canseco y en compañías como Centro Dramático Nacional y Compañía Nacional de Teatro Clásico. También en producciones de teatro musical y zarzuelas en el Teatro Lírico de la Zarzuela. Como dramaturgo es autor dos textos dramáticos: La balada de la cárcel de Circe y Libertas libertatis.
El personaje del inmigrante que trabaja limpiando lo interpreta Efraín Rodríguez de modo sobresaliente, el personaje más tierno que nos acerca con un fantástico realismo el drama de la inmigración. Lo que supone dejar atrás todo en busca de una vida mejor y el alto precio que por ello se paga.
Efraín es integrante de la Compañía de Teatro The Cross Border Project desde el año 2011. Cofundador del proyecto Es (Tu)yo. Se formó en Artes Escénicas en el Instituto de Desarrollo Artístico de México. Algunos de sus trabajos son Impulsos, Windermer Club, Our town, Perdidos en nunca jamás o El viaje de los cantores.
Completa el reparto el propio Julio Provencio que representa al hijo que ha perdido a su madre y cuyo recuerdo evoca narrando las excursiones que hacían todos los años para ver a las bandadas de pájaros migrar. Magnífico su papel que nos traslada a todos a esos momentos en que de niños hacíamos cosas con nuestros padres y que aunque entonces no entendíamos muy bien el porqué con el tiempo incluso lo añoramos. Dota al personaje de una enorme dulzura.
Cuando caiga la nieve es la obra que las compañías La Belloch Teatro y Becuadro Teatro presentaron en la plataforma de Proyectos Guindalera, dentro de la programación del IV Festival Surge Madrid. El texto fue escrito dentro del V programa de Desarrollo de Dramaturgias actuales INAEM. Ha pasado con gran éxito de crítica y público por la Feria de Teatro de Castilla y León o por teatros como el Teatro Fernán Gómez.
En definitiva una obra muy completa con un historia deliciosa y evocadora que nos hará no sólo reflexionar sino también reír.
VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.
--------------------------------------------------------------------
Ficha artística
Dirección: Julio Provencio.
Texto: Javier Vicedo Alós.
Espacio escénico: Julio Provencio.
Creación sonora: Nacho Bilbao y Diego Merino.
Diseño de iluminación: David Benito.
Vestuario: Yeray González Ropero.
Fotografía: Susana Martín / Julio Provencio.
Producción: Becuadro Teatro, La Belloch Teatro y Jesús Torres.
Elenco
Hombre sin cabeza: Juan Carlos Talavera.
Chico joven: Fernando Delgado-Hierro / Julio Provencio.
Limpiador: Fabián Augusto Gómez Bohórquez / Efraín Rodríguez.
Hija: Chupi Llorente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario