“Vivo más tranquilo, camino por mis días con menos recelo. Pero no olvido que la vida y todas sus grandes cosas son eternas y momentáneas, y que de pronto en un instante podemos quedarnos ciegos en medio de la luz, muertos en medio de la vida, solos en medio del amor.”
(Carta de Pedro Salinas a Katherine Whitmore).
“Cartas de Pedro Salinas a Katherine Whitmore” así rezaba en el paquete que en 1979 llegaba a la Houghton Library de la Universidad de Harvard. Junto a esto la indicación de que no se abriera el paquete hasta pasados 20 años.
Pasado dicho plazo se hicieron públicas unas cartas que sacaron a la luz la tan apasionada como clandestina historia de amor de Pedro Salinas y Katherine Whitmore.
Amor, amor, catástrofe toma el nombre de uno de los poemas del escritor y la obra tiene como eje central las cartas que se escribieron Pedro y Katherine, donde nos van relatando la historia de amor que vivieron un verano en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (donde el poeta fue secretario general y gran impulsor del proyecto universitario). El encuentro que tuvo lugar el verano de 1932 cambió para siempre la vida de los tres protagonistas.
Por un lado la del poeta que a su trabajo para el impulso y creación de la primera universidad internacional, se unía su ardúa tarea escribiendo poemas a la par que la relación epistolar con la joven americana iba en aumento.
Por otro la de Katherine, la joven estudiante estadounidense y con posterioridad profesora que se convierte en la auténtica inspiración de Salinas siendo la personificación de “la voz a ti debida”.
Finalmente la de Margarita Bonmatí, la esposa del escritor que siente como poco a poco va teniendo menos sitio en la vida y en el corazón de su marido.
La distancia lejos de hacer que se olvidaran intensificó su amor que se convirtió en una relación platónica cuando inició su trabajo como profesora de lengua y literatura española en el Smith College de Massachusetts.
Después de un período de tiempo donde el intercambio de cartas fue continuo e intenso, Katherine volvió a viajar a España para un curso académico, entre 1934 y 1935.
Fruto de esa relación amorosa surgió la trilogía de poesía amorosa más importante del siglo XX, La voz a ti debida, Razón de amor y Largo lamento.
Es la apasionante historia de tres personas. Una, el poeta con una enorme fama y prestigio, y las otras dos bastante desconocidas que entrelazan sus vidas con el amor y la literatura de fondo y con un océano que en muchos momentos era bastante más grande de lo que ya de por sí es.
Nos encontramos con tres personajes con puntos en común pero cada uno con su propia vida y su propia realidad. Tres personas y dos relaciones, una nacida de la pasión, del deseo y del instinto, en definitiva del amor. La otra relación fruto de los años, del tiempo vivido y del cariño. Dos relaciones y ninguna de ellas plena, como si de un poema que no se puede acabar se tratara.
Cada parte de la obra y en paralelo de la relación, se corresponde con cada uno de los libros de su trilogía. Poemas que son mostrados y explicados por Katherine a sus alumnas en el colegio donde daba clase allá por los años 50.
La pasión, la intensidad y la complicidad con que recita los versos de Pedro denotan que sin duda ella era no sólo la inspiración del poeta sino la destinataria de los mismos.
Más que una obra de teatro, nos encontramos con poesía narrada. A lo largo de la representación, las voces de los protagonistas, la palabra, los sentimientos, el mundo deseado y el mundo real que les ha tocado vivir se nos va transmitiendo como el mejor de los versos.
Katherine falleció en 1982 y como se indicaba al principio autorizó que 20 años después se publicaran las cartas que Salinas le escribió, fue de este modo como hemos podido ser testigos de las más de 300 cartas que Pedro le envió.
No pasó lo mismo con las que la propia Katherine le escribió al poeta, mas leyendo las primeras podemos hacernos idea de lo enamorados que ambos estaban.
La dramaturgia es obra de Julieta Soria, un texto impecable lleno de dulzura y delicadeza. Donde evidentemente el eje predominante es Salinas, tanto su voz como su palabra, ya que son constantes las citas de sus poemas y de su pensamiento. Pero junto a él, la voz de dos personajes esenciales en su vida y que por lo poco que sabemos de éllas se nos muestra más interesante. Es aquí donde la autora ha conseguido un brillante relato de ambas mujeres. Margarita presionada y estancada por los convencionalismos sociales propios de la época. Una mujer desolada y hundida cuando es conocedora del amor de Pedro por la profesora hasta el punto de intentar suicidarse. Enfrente Katherine una persona adelantada a su época, con una trayectoria profesional muy brillante, una mujer independiente y con una mentalidad muy avanzada que no le impedía ser consciente del dolor que su amor por Pedro causaba en Margarita. En cuanto a Pedro nos muestra lo importante que su amor y su relación con Katherine fue para éste, no sólo en el ámbito sentimental sino sobre todo desde el punto de vista de la creación literaria.
Junto a ellos, aparecen menciones a personajes de la época como Juan Ramón Jiménez o Jorge Guillén, gran amigo de Pedro, y todos ellos con una gran influencia en su vida literaria.
Todo ello articulado con gran equilibrio y con un ritmo muy acertado que destila sentimiento, emoción, equilibrio e intensidad.
Julieta afirma que “…que ese vínculo, que fue muy intenso y en cierta forma tortuoso, explica la trilogía amorosa más importante del siglo XX”.
Continúa explicando que “Lo más delicado fue confeccionar los parlamentos de Bonmatí, dado que carece de todo ese bagaje ‘documental’. Era la voz acallada, el misterio de la relación, a quien había que inventar de cero. En ese sentido quizá sea el personaje más ‘mío’. Conté con la imagen subjetiva que Salinas proyecta tanto en las cartas que le escribió como en las pocas veces que la menciona en las destinadas a Katherine. Y con detalles íntimos y cotidianos que conocí en las memorias de su hijo Jaime; y, sobre todo, en algunos fragmentos publicados de cartas que ella le escribe a su marido, posteriores al descubrimiento del engaño, en las que se me reveló con una voz inusitadamente personal y poderosa”.
Ainhoa Amestoy es la responsable con gran brillantez de la dirección de la obra. Consiguiendo dotar de sencillez a un montaje que se antoja complicado. Destaca la sobresaliente manera en que nos muestra la soledad y el distanciamiento de los protagonistas, y no sólo desde un punto de vista físico.
Debió suponer un auténtico reto acometer este proyecto tanto por el conocimiento del protagonista como por la complejidad de las relaciones entre los integrantes del triángulo amoroso.
Ainhoa Amestoy, declaró que “cualquier tipo de espectador puede sentirse identificado por el trío amoroso entre Salinas, Whitmore y la esposa del poeta, Margarita Bonmatí”. Por lo que respecta al formato de la obra “Nos interesaba ver cómo otras disciplinas se pueden llevar al teatro y exploramos con la danza, la escenografía, compuesta por mesas con diferentes alturas, que son islas donde los personajes se sienten aislados y no pueden salir por mucho que lo intenten". “Ese recurso, es para intentar explicar el intento de salir de la soledad del individuo, que se percibe en las cartas de Salinas”.
Destaca la escenografía de Paula Castellano, quien con una puesta en escena sencilla consigue hacernos viajar de Estados Unidos a Madrid o a Santander manteniendo en el acertado segundo plano que reclama cada uno de los protagonistas. Completado con un preciso trabajo de luces de Marta Graña.
El elenco está compuesto por Lidia Navarro en el papel de Katherine, una mujer como decía, moderna e independiente para la época y que nos muestra con enorme realismo la ilusión con la que años después explicaba los poemas de Salinas a sus alumnas en Estados Unidos. Extraordinaria la complicidad que transmite en sus actuaciones con el poeta donde nos deja ver que la pasión que sentía tanto por Pedro el hombre como por Salinas el poeta y su brillante obra literaria.
El papel de Margarita lo interpreta magistralmente Lidia Otón, la más convincente de los tres sin duda. Con una interpretación desbordante de amargura, desamor y desesperación que dota de un gran perfil a su personaje.
Juan Cañas y Daniel Ortiz completan el elenco alternándose en el papel de Pedro Salinas. Juan compartió “El desafío de representar al poeta, a lo que se agrega el hecho de que el texto está construido, en gran medida, a base de monólogos. El reto era cómo habitar eso para que estuviera vivo y hubiese acción teatral todo el tiempo".
En definitiva nos encontramos ante un texto muy cuidado y un montaje delicioso que dan como resultado una obra impecable. Que nos hace viajar por una parte de la vida de Pedro Salinas menos conocida y donde la pasión tanto por la poesía y la literatura del poeta, como el amor que sintieron Pedro y Katherine nos conmueve a lo largo de toda la representación. VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.
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FICHA ARTÍSTICA Y TÉCNICA
Dramaturgia: Julieta Soria.
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