Tras regalarnos hace unas semanas una maravilla como "La Panadera" (primero en el María Guerrero y a continuación en el Galileo), Sandra Ferrús nos vuelve a traer su opera prima al teatro Español. Una historia de lucha, incomprensión, soledad, miedo pero sobre todo una historia de amor. Otra deliciosa historia tratada con la delicadeza necesaria para enternecernos y hacernos reflexionar a partes iguales. Poder disfrutar en la misma temporada de estas dos piezas nos confirma que estamos ante una de nuestras autoras más singulares.
Vicentín es un joven valenciano que como a la mayoría de los chicos de su edad le encanta la música, en su caso su ídolo es Elvis Presley. Hasta el punto de creer que el alma de Elvis está en su interior.
Vicent (como le llama su hermana) es un chico alegre que todo el día está cantando y bailando. Se está preparando para participar en Su cutis me suena y lo que más desea es participar en los realities de la televisión. Tiene un don, sabe lo que la gente va a decir. No sabe desde cuando puede hacerlo, ni como ni porqué, pero lo que en un principio puede parecer divertido a veces desespera a la gente, sobre todo a su padre con el que choca a menudo.
Pero parte de su vida tiene “otra cara”. Vicent es un joven al que han diagnosticado esquizofrenia, una enfermedad mental que gran parte de la sociedad todavía no entiende y genera lo que la ignorancia suele producir rechazo social y estigmatización. Aunque esto no sólo es un problema para Vicent, su familia, las personas que más le quieren también lo padecen.
El silencio de Elvis es la historia de Vicent, pero podría ser la historia de cualquiera de nosotros. Pero lo principal es que incide en la parte más olvidada de la situación, la familia. La obra nos muestra como es el día a día de una familia cuando uno de sus miembros sufre una enfermedad mental, porque si cualquier enfermedad la vive todo el núcleo familiar en el caso de las enfermedades mentales todavía más.
Somos testigos de cómo es un día normal para los padres de Vicent. La incomprensión, el miedo, la desesperanza, la soledad, la falta de empatía de una sociedad que les da la espalda. Pero también vemos a través de los ojos de Sofi (la hermana de Vicent) la burocracia de la Administración, un sistema sanitario desolado por los recortes y las privatizaciones y siempre presente como un personaje más el rechazo social.
Pero dejando de lado todo esto se trata fundamentalmente de una historia de fantasmas, del hombrecito en la cabeza que te susurra cosas, del desamparo, del abandono, de la soledad, pero también una historia de lucha, de no rendirse, de hacer frente a la incomprensión y a los prejuicios. Pero sobre todo es una historia de amor, del amor de una madre, de un padre, de una hermana y de un hijo. Un amor en todas sus versiones, el amor que damos a las personas que queremos y que a veces es terrible o egoísta, intenso y dolorosos, desesperado e incondicional.
Para poder entender todo esto mejor su autora Sandra Ferrús nos muestra la cabeza de Vicent. Compartimos con él los momentos buenos, de felicidad con su madre y sobre todo con su hermana Sofi, pero también vemos la parte menos amable de la enfermedad, la desesperación cuando en el momento menos oportuno las horribles voces resuenan en su mente. Los episodios de ira y violencia. Llegamos incluso a conocer a Elvis que entra y sale de su vida como si fuera su confesor, el amigo al que agarrarse para seguir anclado en el mundo.
Se trata de una obra deliciosa, cargada de sentimiento que te hace estremecer y emocionar durante toda la representación. Que trata como decía una realidad tan cruda de un modo impecable con mucha ternura y delicadeza sin caer en el dramatismo ni en los tópicos sobre la enfermedad.
Una enfermedad tan dura y trágica en si misma como en las consecuencias que acarrea al propio Vicent y a su familia. Tan compleja que en determinados momentos de la obra no puedes evitar esbozar una sonrisa.
La dramaturgia es de Sandra Ferrús, autora de "La panadera" representada recientemente con gran éxito de crítica y público tanto en el María Guerrero como en el Teatro Galileo.
La escribió a partir de una experiencia personal tal y como nos cuenta «No he pretendido otra cosa que contar una historia, y hacerlo a través de lo que mejor conozco: el escenario; no he tenido ningún ánimo ni de teorizar ni de moralizar. No quiero tampoco generalizar. He escrito con el corazón, quería escribir lo que me hubiera gustado ver sobre el escenario». Además, añade «Solo quiero que entiendan y empaticen con la persona enferma y que entiendan y empaticen también con sus familiares, que conozcan las dificultades que rodean estas situaciones. La obra está llena de preguntas para las que, confieso, no tengo respuestas».
El texto es una maravilla, intenso, estremecedor, potente. Una obra redonda capaz de hacernos pasar de la risa al llanto, de la emoción al desasosiego, de la esperanza a la desesperación.
Imprescindible para el excelente resultado final la escenografía creada para la ocasión por Fernando Bernúes que tan pronto nos tiene en el salón de la casa de la familia, como en un plató de televisión o en la sala de una prisión. Junto a él destaca el cuidado vestuario obra de Cadaunolosuyo y un sobresaliente trabajo tanto de iluminación como del espacio sonoro de Acrónica con una cuidada selección de temas de Elvis.
En cuanto al elenco está formado por Jose Luis Alcobendas maravilloso en su papel de Vicente, el padre de Vicent y quien peor lleva los problemas de su hijo. Representa a la perfección lo perdido que se encuentra un padre cuando tiene que afrontar la enfermedad de su hijo. Sin saber muy bien que hacer, lo que provoca constantes enfrentamientos con él.
Jose Luis es licenciado de Veterinaria y Arte Dramático y posee una dilatada carrera en cine Salvajes, El diario de Carlota o la maravillosa La torre de Suso, televisión donde ha intervenido en Cuéntame o Amar en tiempos revueltos que le valió el premio de la Unión de actores y teatro.
Sandra Ferrús interpreta a Sofi la hermana y apoyo incondicional tanto de su hermano como de sus padres. Un personaje muy tierno y a la vez muy fuerte que sostiene no sin esfuerzo a la familia en pie. Autora, directora y actriz ha intervenido en televisión entre otras en Hospital central, Herederos o Impares. En cine ha participado en los cortometrajes Pasos y Test y en las películas Oculto y Flores muertas.
En teatro ha actuado entre otras en El mal de la juventud, Un enemigo del pueblo, Las bicicletas son para el verano o El retablo de maese Pedro.
Ha escrito, dirigido y actuado tanto en la Panadera como en el Silencio de Elvis.
Elías González da vida a Vicent, extraordinario su actuación, mostrando un maravilloso control de todos los registros y que pasa con un enorme realismo de los momentos de felicidad a los momentos más tormentosos de su día a día.
Pese a su juventud posee una notable carrera en televisión donde le hemos podido ver en Centro médico, La catedral del mar, De mal en peor o Cuando puedas.
En teatro ha participado entre otras en El otro caballero de Olmedo, Don Juan Tenorio, El mercader de Venecia, Antígona, En familia, El contador del amor, La valentía o La panadera.
Susana Hernández es Vicenta la madre de Sofi y Vicent, refleja a la perfección el sufrimiento, la angustia y la desesperación de una madre por su hijo. Pero también el amor incondicional y la comprensión hacia su hijo. Maravillosas las escenas domésticas que interpretan cuando Vicent está feliz y bromea y juega con ella.
Susana es Licenciada en Filosofía y Letras y en Arte Dramático da sus primeros pasos profesionales en el mundo del teatro, donde ha interpretado numerosas obras, entre ellas El amor enamorado, Eco y Narciso, La última escena, Me siento pulga , María Sarmiento, Familia Las amistades peligrosas , Las bicicletas son para el verano, La tortuga de Darwin o El baile. En cine ha participado en La ardilla roja, La niña de tus sueños y Flores de otro mundo.
Especialmente conocida por sus apariciones en Televisión española, formando pareja profesional con Guillermo Summers en los programas Dos cadenas para ti o Devórame otra vez. En 2007 fue premio Mihura de la SGAE como mejor actriz de teatro clásico.
El elenco lo cierra Martxelo Rubio, el eterno Elvis. Dando muestra de su enorme versatilidad como forense, psiquiatra, Elvis. Impecable en todos los papeles y con una presencia que llena el escenario en sus apariciones como Elvis para compartir confidencias con Vicent.
Martxelo tiene una enorme carrera de más de 30 años en cine donde ha intervenido en Alma gitana, Yoyes, El síndrome de Svenson o Lejos del mar entre otras. En televisión ha participado en varias series en ETB donde destaca su papel en Goenkale, así como en El comisario, Raquel busca su sitio, Adolfo Suarez, el presidente o Allí abajo. En teatro hemos podido verle en La calma mágica o Desoxirribonucleico.
En definitiva, una pequeña obra maestra que no podemos dejar de ver tanto para disfrutar de una representación coral maravillosa como para tener otro punto de vista sobre lo que suponen las enfermedades mentales tanto para el que la padece como para sus familias y romper así el horrible muro de incomprensión en el que viven quienes lo sufren.
VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.
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Ficha artística y técnica.
Dirección y dramaturgia: Sandra Ferrús.
Reparto: José Luís Alcobendas,
Sandra Ferrús, Elías González, Susana Hernández, Martxelo
Rubio.
Diseño de escenografía: Fernando Bernués.
Vestuario: Cadaunolosuyo.
Diseño de iluminación y espacio sonoro: Acrónica.
Una coproducción de El vodevil S.L., Tanttaka Teatroa, Acrónica Producciones S.L. e Iria Producciones.
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