La vida es difícil, pero hay que pelear. Se puede no tener ningún don, pero siempre hay que intentarlo. Hay que pelear, trabajar duro, esforzarse para conseguir tus sueños, aunque la vida muchas veces te de la espalda. Recuerda que, como dice la obra, la vida es como una pescadilla que se muerde la cola. No os rindáis, no lloréis, bailar y luchar hasta la extenuación por todo lo que queráis en la vida. Así si las cosas no salen no tendrás la duda de no haberlo intentado...
Regresa una de las obras más aclamadas de los últimos tiempos. Una de esas pequeñas joyas que los responsables del Teatro Infanta Isabel han querido rescatar para el mes de Mayo. "Lo nunca visto" y "Juguetes rotos" fueron dos de los títulos más aclamados en su estreno en la sala pequeña del Teatro Español, agotando entradas y formando un gran revuelo. Porque ambas son obras impecables, dolorosas y tiernas, emocionantes y universales. Tras recorrer toda España, llenando los distintos lugares de risas y lágrimas, regresan a Madrid, para poner el colofón a la temporada teatral en este difícil año de pandemia. Una pena que ambas permanezcan solo un mes en cartel, ya que deberían ser eternas.
La compañía La Estampida deslumbró allá por 2015 con la maravillosa "Las princesas del Pacífico", que desde el mismo día de su estreno fue un rotundo éxito que ha llegado hasta nuestros días. Este año, como una noticia más dentro de las dolorosas despedidas que hemos tenido, el crucero de las princesas ha realizado su último viaje, despidiéndose del público madrileño en el Teatro del Barrio (agotando localidades como no podía ser de otro modo).
Tras este abrumador éxito estrenaron "Igual que si en la luna", en la que José Troncoso volvía a escribir y dirigir. Para este tercer proyecto, la compañía volvió al elenco de Princesas, al que se le suma la descomunal Ana Turpin, para crear este deslumbrante retrato de la vida, del dolor y de la lucha. La propia compañía asumió en este caso la producción de esta nueva aventura, con la colaboración de AISGE, para dar vida a estas tres mujeres que luchan por encauzar sus vidas. Este año hemos podido ver lo nuevo de la compañía, "La cresta de la ola", estrenada en el Teatro Abadía dentro del Festival de Otoño, allá por el mes de Noviembre.
El polifacético José Troncoso vuelve a sorprendernos con este tierno y demoledor retrato de unas perdedoras de lo más particulares, que destilan verdad, dolor, comedia, rabia, corazón, en cada una de las escenas de la obra. Troncoso ha conseguido crear su propio universo, lúgubre y esperpéntico, en el que todo tiene cabida. Con claras influencias, sobre todo estéticas, de La Zaranda, el autor gaditano nos transporta por lugares que aunque no hayamos vivido nos resultan familiares. Una historia que nos muestra un universo esperpéntico, un realismo barroco que nos muestra a unos personajes muy reconocibles por lo cotidiano, pero a la vez tan llevados al extremo que se convierten en unas lúgubres caricaturas de nuestra sociedad. Personajes que podrían perfectamente pertenecer a una película de Alex de la Iglesia, mujeres con vidas miserables en situaciones de lo más singulares, comedia con tintes de cruda realidad o una descarnada visión del mundo con tintes del humor más negro.
El propio Troncoso habla así de la obra: "subimos al escenario a personas que normalmente son invisibles para la sociedad: yonkis, amas de casa, profesoras que viven enclaustradas en su estudio... y nos preguntamos por su historia, la cadena de acontecimientos que les ha llevado a estar en un punto de no retorno", y nos hace partícipes en cierta medida a "las equivocadas elecciones vitales que acaban por convertir a estas personas en personajes. Pero ¿Quién no lo es?". Nos adentramos en sus vidas, en su parte más íntima, en aquello que les ha hecho caer al abismo en el que se encuentran. Pero, como dice el autor, "lo veremos a través de un último intento de salvación. Haciendo de su vida una función abierta al público, ellas mismas repasarán sus errores y aciertos, y se darán cuenta de en qué momento empezó a ir todo mal" para acabar sentenciando que "toda comedia es en el fondo una tragedia, y a nuestras protagonistas no les puede ir peor...bueno sí".
Troncoso, como ya hiciera en Princesas, sabe reírse (y hacernos disfrutar) de la desgracia, desde una óptica basada en lo extremo, en el esperpento de lo exagerado, sazonado con la gracia andaluza, consigue que asistamos a historias dolorosas sin dejar de reír. La sensación es contradictoria y el director sabe medirlo a la perfección. Nos planta testimonios desoladores pero cuando la lágrima comienza a asomar da un giro inesperado en el tono para conseguir que no dejemos de reír. Todo nos resulta conocido, las vidas de estas tres mujeres podían ser las de nuestras vecinas, pero la forma tan surrealista de contarlo, lo grotesco de cada una de ellas, nos hacen bailar entre el absurdo y el drama, entre lo real y lo caricaturesco, con unas historias contadas con un tono de verdad que deslumbran.
"Lo nunca visto" nos sitúa en el lado oscuro de la vida, ante unos personajes apartados por la sociedad, tres "invisibles" a las que la vida no les ha sonreído. Araceli es una decrépita profesora de danza que tiene que cerrar su estudio por falta de alumnas. En un último intento por triunfar, se propone hacer un espectáculo que revolucionará el arte actual. Para ello contacta con todas sus ex alumnas, pero su llamada no tiene demasiado éxito y sólo acuden dos, de las más peculiares que ha tenido. Estas "artistas comprometidas con la causa" resultan ser dos losers como ella, pero encajan perfectamente en su espectáculo. Sofía, una yonqui gallega, y Maricarmen, una ama de casa fugada de su hogar, consiguen devolver la ilusión a Araceli, y volver a creer que se puede conseguir el espectáculo que lo cambiará todo. Tres mujeres de lo más singular para poner en pie el espectáculo que les cambiará la vida para siempre.
Estas tres losers, que intentan levantar el proyecto promovido por la profesora de danza, están interpretadas de manera prodigiosa por Belén Ponce de León, Alicia Rodríguez y Ana Turpin. Cada una de ellas sabe explotar al máximo sus virtudes para dar una carga emocional a cada una de las protagonistas. Todas ellas están increíbles, en unas interpretaciones que se mueven con frágil delicadeza entre el dolor y la burla, entre la comedia y el drama, en un juego de tragicomedia que las tres ejercen con maestría. Su continua ruptura de la cuarta pared hace aún más interesante a cada personaje, que se dirige al público con la misma bravura que habla con sus compañeras, lo que nos hace el montaje mucho más "colectivo".
La sola presencia de Belén Ponce de León, como ya ocurriera en Princesas, es garantía de éxito y de saber hacer. Ella da vida a Araceli, la profesora que se obceca en montar ese último espectáculo que será todo un éxito. Todo su personaje es puro esperpento, desde su maquillaje a sus movimientos, pasando obviamente por su vestimenta. Una mujer que no asume el paso de los años, que ve como su sueño se le escapa entre los dedos pero intenta parecer fuerte ante la adversidad. Su decrepitud, sus gestos, su altivez, nos muestra un personaje muy deteriorado, al que la vida ha ido golpeando hasta dejarle en lo que vemos, pero que sigue manteniendo su planta de gran mujer. La interpretación de Ponce de León está cargada de matices, de gestos y miradas singulares, de la ternura y la melancolía necesarias para que esta mujer nos duela y nos enternezca a partes iguales.
Alicia Rodríguez, que ya nos sorprendió a todos en Princesas, vuelve a dar una lección de lo que puede llegar a dar, en un papel al nivel del que le dio la fama. Aquí interpreta a Maricarmen, una mujer asustada que acaba de abandonar a su marido. Desde su aparición en escena no deja de levantar carcajadas entre el público, por sus andares, por su velocidad al hablar, por sus gestos. Un personaje que nos enternece desde el primer momento, una mujer que sufre en cada escena desde la más absoluta tragicomedia, llevando su drama por unos derroteros que nos duelen tanto como nos hacen reír. Su expresión corporal es una de sus mayores armas, y la explota de tal manera que cada escena se convierte en un divertido juego de gestos, de muecas, de cojeras. Un abanico de movimientos que la encumbran como una de las mejores actrices cómicas de nuestro país. Su juego de repetición de ciertas frases, algo que ya utilizaban Ponce de León y ella en Princesas, se convierte en seña de identidad y en uno de los máximos exponentes de sus mejores momentos.
La tercera de estas losers es la impresionante Ana Turpin, que se ha
atrevido a meterse en el medio de esta pareja, con una química tan
especial, para conseguir que pasemos a hablar de un trío, ya que la
química que transmiten las tres es pura dinamita. Ana Turpin interpreta a
Sofía, una joven yonqui gallega. Turpin irrumpió en este particular universo creado por Troncoso por la puerta grande. Su interpretación es una genialidad, con miles de capas que se van descubriendo a lo largo de la obra. Su personaje es el que más varía a lo largo de la obra, desde su pasotismo (o estado de colocación) inicial al estado de ebullición total, creando miles de pequeños cambios en ella según vamos conociéndola. Una yonki que despierta empatía pese a sus pintas y sus malos modos iniciales. La actriz hace un trabajo extraordinario, lleno de sutiles matices, que compone un personaje que por momentos consigue atraer toda la atención de la historia. Es, sin duda, una prueba superada con nota para una actriz que entraba "nueva" en un equipo tan bien engrasado.
Y si demoledoras son las tres interpretaciones, no podemos pasar por alto la escenografía creada por Juan Sebastián Domínguez, que nos sumerge en un ambiente teatral, el de los ensayos, con una sencilla barra de practicar ballet, que se va moviendo en las distintas escenas, y una gran tela de terciopelo rojo al fondo. Tan sencilla como impactante, elementos que nos meten de lleno en el ambiente del local de ensayo, sin nada superfluo que estorbe la escena. Un montaje tan barroco en esencia (y en los personajes) se complementa a la perfección con este espacio tan diáfano, con las presencias hegemónicas de estos dos símbolos del mundo teatral. La escenografía la completan dos sillas, una a cada lado, que utilizan en determinados momentos las actrices. Por su lado, la sobria y elegante iluminación, diseñada por Juanan Morales, potencia cada una de las surrealistas escenas, enfatizando en tono de cada una de ellas. Para completar la parte técnica no podemos olvidar la formidable utilización de la música para acompañar las historias, incluso usándola para los cambios de escena. El vestuario, que ya antes de empezar nos coloca a cada una en su lugar, es barroco y costumbrista dependiendo de cada personaje, asesorado por Miguel Ángel Milán.
En definitiva, podemos decir que la vuelta de Troncoso y sus chicas de la Estampida a Madrid ha sido todo un éxito. Por que la obra sigue tan viva como cuando se estrenó en la sala Margarita Xirgú del Teatro Español. Porque las actrices han ido más allá, si es que eso era posible, y le dan una vuelta más a cada personaje, un giro más en la complejidad de los matices, una apuesta aún más arriesgada que consigue encumbrar más aún la obra. Con esta pieza, Troncoso se confirmaba como uno de los creadores más particulares, singulares y originales de nuestro país. En cuanto a las actrices, nada de lo que les digamos será suficiente para contar lo que hacen en escena.
No esperen a que se la cuenten, nunca llegarían a explicar con exactitud todo lo que pasa en esta obra. Corran a comprar las entradas, no dejen pasar esta nueva oportunidad que les ha brindado el Teatro Infanta Isabel para poder dejarse llevar por el mundo tan particular que nos propone La Estampida. VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.
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Teatro: Teatro Infanta Isabel
Dirección: Calle Barquillo 24.
Fechas: Del 07 de Mayo al 06 de Junio. De Jueves a Sábado a las 19:00. Domingo a las 18:00.
Entradas: Desde 13€ en teatroinfantaisabel.
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