Teatro: Nada que perder. Sala Cuarta Pared

No hay mejor modo de retomar la nueva temporada teatral que con la posibilidad de ver o volver a hacerlo, Nada que perder la primera obra de la Trilogía Negra. Estrenada en 2015 y con más de 200 funciones a sus espaldas. Llega además avalada por el incontestable éxito tanto de crítica como de público.



Un padre -profesor de filosofía- acude a la cárcel para ver a su hijo que se encuentra detenido por incendiar unos contenedores. Un incendio que se extendió a una fábrica cercana y ocasionó la muerte de una persona.

La “visita” lejos de desarrollarse en un clima de calma y tranquilidad se convierte en un interrogatorio entre el padre y el hijo. Una catarata de reproches y rencor que lejos de unirles en un momento tan delicado como éste, no hace sino reafirmar el tremendo abismo que les separa.

Supone el fiel reflejo de una diferencia generacional que pone de relieve los distintos valores de una y otra generación.

 


El padre es profesor de filosofía, un profesor al que las continuas reformas educativas han empujado a la nada como bien se encarga de recordarle su hijo de un modo bastante cruel. Por su parte el hijo, es un joven universitario que ante un futuro sin esperanza ha decidido dejar los estudios y malvive con un trabajo basura. 

Entre ambos una ciudad inundada por la basura acumulada tras varias jornadas de huelga en demanda de unas dignas condiciones laborales.

Con esta escena como punto inicial, Nada que perder nos va contando a través de 8 escenas los distintos puntos de vista y las diferentes disyuntivas a las que se enfrentan todos los protagonistas.

 


Partiendo de la muerte ocasionada por el incendio, los “interrogatorios” se van sucediendo uno tras otro entre funcionarios, abogados, políticos, padres, hijos, psiquiatras, interventores, empresarios…..

Todos ellos van pasando ante nuestra mirada y van desgranando con enorme crudeza la sociedad que nos ha tocado vivir. Una sociedad donde lo importante es el resultado sin tener en cuenta el esfuerzo, el mérito, la capacidad. Una sociedad que nos acaba llevando a una situación límite en la que desesperados, no tenemos NADA QUE PERDER.

La historia se desarrolla en cualquier ciudad de nuestro entorno y se centra en la paulatina destrucción de los servicios públicos esenciales para nuestra vida, para nuestra formación como ciudadanos, para nuestra convivencia y para nuestro desarrollo como sociedad.

 


La educación, la sanidad, la vivienda, el trabajo en definitiva nuestro futuro, poco a poco va desapareciendo bajo el manto de la corrupción, el dinero negro y la deshumanización social.

Todo lo que hemos sido como sociedad aparece cubierto por la basura que nos invade, la misma basura que la huelga de trabajadores ha visibilizado.

Pero habla de mucho más, de aquellos que no se rinden, de los que pese a enfrentarse al poder siguen manteniendo intactos sus principios y sus valores. Aquellos que pese a ser la parte más frágil y vulnerable se acaban convirtiendo en los verdaderos héroes.

Junto a las parejas que nos van mostrando la realidad que les ha tocado vivir, siempre aparece el personaje más original y contundente de la obra el otro. Una persona que en cada escena aparece en una de las esquinas - como en segundo plano- que, en el momento adecuado va compartiendo información y lanzando preguntas. Puede ser la voz de la conciencia de los protagonistas o bien podría ser la voz de nuestra propia conciencia, que pretende que salgamos de nuestra engañosa zona de confort y agitemos nuestro pensamiento.

 


Ese otro parece dirigirse a esa gran mayoría silenciosa - que por contraposición a los héroes de los que hablábamos antes- no se cuestionan nada, no les afecta nada, no les interesa nada, frente al dolor o al sufrimiento ajeno pueden mirar hacia otro lado sin inmutarse. Son “más felices” viviendo en la ignorancia y el desconocimiento, que más da el precio que tengan que pagar los demás para que yo lleve la ropa de moda o el último modelo de móvil. A todas estas personas se dirigen las preguntas “incómodas”.

La obra tiene una intensidad enorme, muy dinámica y que se desarrolla a un ritmo frenético, con el tiempo justo entre escenas para hacer mínimos cambios en el escenario. El esfuerzo intelectual, físico y mental que se requiere es notable.

La dramaturgia es obra de QY Bazo, Juanma Romero y Javier G. Yagüe. Un texto brillante, original y nada convencional. El trepidante ritmo del que hablábamos anteriormente tiene su origen en el propio texto, donde nos encontramos con ocho historias aparentemente independientes pero que se van entrecruzando y acaban girando sobre un eje central tanto respecto al tema como a los protagonistas.

La escenografía de Silvia de Marta destaca por su sencillez. Un espacio diáfano rodeado de bolsas de basura. Poco más se necesita, la fuerza del texto y de las actuaciones basta para que nos sumerjamos en la historia negra que nos cuentan.

 


La cuidada iluminación es obra de Alfonso de Ramos y la fotografía de Daniel Martínez López.

Destacar el maravilloso elenco formado por Marina Herranz, Javier Pérez-Acebrón y Guillermo San Juan que realizan un trabajo maravilloso. Pese al enorme ritmo de toda la obra, todos y cada uno de sus actos están cuidadosamente controlados y medidos.

Se mueven con absoluta comodidad en todos y cada uno de los personajes, independientemente de su edad y circunstancias. Ya sea una madre mayor, un abogado, un interventor municipal, un profesor de filosofía……

Mención especial para Marina Herranz, impecable en todos los papeles que interpreta, especialmente el de esa madre autoritaria y posesiva, auténtica traficante de influencias y favores en el edificio donde vive con su hijo al que fuerza a comer un cocido con enorme empeño.

 


En definitiva, estamos ante una obra que nos hará pensar, hará que salgamos de nuestro estado de letargo y afrontemos la vida con un pensamiento alternativo, crítico y nada convencional. Y que de una vez por todas seamos capaces de no vivir entre la basura a la espera de que otro la recoja.

VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.

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Teatro: Sala Cuarta Pared
Dirección: Calle Ercilla 17.
Fechas: Del 8 de Septiembre al 14 de Octubre. Miércoles y Jueves a las 20:00.
Entradas: Desde 14€ en CuartaPared. 

Ficha artística y técnica

Dramaturgia: QY Bazo, Juanma Romero y Javier G. Yagüe.
Intérpretes: Marina Herranz, Javier Pérez-Acebrón, Guillermo Sanjuán.
Escenografía: Silvia de Marta.
Iluminación: Alfonso Ramos.
Fotografía: Daniel Martínez López.
Utilería y vestuario: Cuarta Pared.
Realización de escenografía: Richard Vázquez.
Producción, distribución y comunicación: Cuarta Pared.
Ayudante de dirección: Elvira Sorolla.
Dirección: Javier G. Yagüe.

 

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