Una imagen vale más que mil palabras. Eso debieron pensar los responsables de este montaje al ver la desgarradora fotografía que sirvió de punto de partida para la creación de este relato. La aparente normalidad de una pareja de turistas disfrutando de sus apacibles vacaciones contrasta con el cuerpo sin vida de un emigrante que se puede ver al fondo, ante la pasividad de los veraneantes. Un instante que capta a la perfección la esencia de esta obra, la cual ha sabido captar la esencia de este impactante testimonio gráfico.
La desoladora imagen fue tomada en el año 2000 por el fotógrafo Javier Bauluz y fue un golpe directo al mentón de nuestra acomodada sociedad. Toda persona con un mínimo de conciencia (tanto personal como social) estremeció al ver la instantánea. A escasos metros, y como si de mundos independientes se tratase, compartían la arena de la playa el ocio de dos personas tomando el sol plácidamente con el horror de la muerte, causada por la desesperación por buscar la supervivencia. Ojalá hubiese sido un mero montaje publicitario, pero la realidad es mucho más cruda de lo que podamos llegar a imaginar. El relax de la playa choca frontalmente con la desoladora imagen del inmigrante, que yace en la orilla. Lo que para unos es un lugar de desconexión y descanso, para otros es una meta inalcanzable, el sueño de un mundo mejor, por el que son capaces de dejarse la vida en el intento.
Meridional Producciones nos trae este montaje que nos habla del miedo, de la culpa, pero sobre todo nos retrata como sociedad. La falta de empatía, el individualismo, la obsesión por disfrutar de los pequeños privilegios que tenga cada uno sin mirar a las desgracias que nos rodean. Meridional ha producido largometrajes, documentales, cortometrajes, piezas teatrales (más de cuarenta) poniendo siempre el dedo en la llaga. Proyectos cargados siempre de contenido social, de compromiso con la realidad que les toca vivir, pero desde un prisma de humor e ironía que les hace llegar a todos los públicos. Sus montajes más reseñables han sido "Transición", "Iberian gansters", "Negra!", "QFWFQ. Una historia del universo" o "Calisto", por hablar solo de las más recientes. A finales del próximo año presentarán en Madrid "Mefisto for ever", adaptación libre del "Mefisto" de Klauss Mann.
Marina Seresesky y Álvaro Lavín son los responsables máximos de Meridional Producciones y los artífices de este montaje. El texto corresponde a Marina, mientras la dirección corre a cargo de Álvaro (con Iván Villanueva como ayudante de dirección). Estamos ante la primera incursión en el teatro de Marina Seresesky, reconocida directora de cine, guionista y actriz. Destacan sus trabajos en cine "La puerta abierta", "Lo nunca visto", "Empieza el baile", "Recuerda la muerte" o "La boda". Por su parte, Álvaro Lavín tiene una extensa carrera como director de teatro al frente de Meridional, con títulos como "Iberian Gansters", "Los esclavos de mis esclavos", "Miguel Hernández", "Transición" o "QFWFQ. Una historia del universo". Ambos se compenetran a la perfección, y eso se nota en la consecución de un montaje compacto, en el que todo funciona a la perfección. Unos personajes perfectamente definidos, una trama que se mece entre la comedia y el drama, y un ritmo que no deja indiferente al espectador en ningún momento.
La historia nos cuenta las vacaciones de Braulio y Carmen. Ellos son una pareja normal, como podríamos ser cualquiera de nosotros (o al menos eso parece al inicio de la obra, antes de que todo estalle). Ella es cocinera en un colegio, él trabajo en una empresa y está obsesionado con su compañero de trabajo, con el que compite en todo, y con su anhelado ascenso. Todos los veranos pasan dos semanas en el mismo camping, pero este año, Braulio ha decidido cambiar la ubicación de su caravana para aislarse por completo del mundo, en una playa recóndita a la que no va nadie. Pero este cambio de planes se debe, entre otras cosas, a la continua competición que tiene con su compañero de trabajo (y adversario para el soñado ascenso), que ha descubierto este idílico lugar hace unos días. Ni el cartel de "prohibido acampar" les impide comenzar sus vacaciones en ese nuevo destino.
Pese a la falta de cobertura y el aislamiento, todo parece transcurrir en calma, al menos para Braulio. Carmen odia el mar, le marea y le provoca pesadillas. Pero todo cambia cuando descubren que tras la tormenta nocturna, el mar ha arrastrado a la orilla el cuerpo sin vida de una mujer negra. La pareja se desespera y empiezan las discusiones. Mientras Braulio no quiere que nada le estropee sus vacaciones, Carmen cree que deben hacer algo con la mujer. Todos lo que les ocurre resulta más rocambolesco y cada nueva acción tiene una reacción que los va desesperando un poco más. Todos sus hechos parecen tener consecuencias, algunos de lo más inesperados.
El trasfondo de la historia nos golpea con dureza. ¿Cómo es posible mirar hacia otro lado ante una situación así? Con un tema que nos afecta tan directamente en nuestro país, parece inconcebible que alguien con un mínimo de humanidad no actúe ante un hecho como este. En un mundo tan individualizado, en el que sólo parece importar las fotos que se cuelgan en Instagram, no parece descabellado pensar que más personas de las que podemos pensar actuarían como los protagonistas de la función. La necesidad de tener una vida tranquila, el miedo, la culpa, el egoísmo, la frustración, las desigualdades, son temas que en mayor o menor medida se tratan en esta historia. El mirar para otro lado es algo muy interiorizado en nuestra sociedad, la falta de empatía, el sálvese quien pueda, la poca idea de lo colectivo frente a lo individual, son vergonzosas características que definen nuestro mundo. Quizás el poner una situación tan extrema como esta nos haga reflexionar sobre las pequeñas cosas que nos rodean en nuestra vida diaria y que en muchos casos son casi tan sangrantes como esta.
Pepa Zaragoza ("Manolita Chen. Un cueto chino", "La Baltasara", "Vida de Galileo", "Laberinto mágico") y Chani Martín ("Iberian gansters", "Las guerras correctas", "Cancún", "La piel en llamas") encarnan a Carmen y Braulio, esta peculiar pareja que sólo quiere disfrutar de sus vacaciones y poder celebrar, como cada año, su aniversario. Dos actores que van despojándose de sus distintas pieles, para acabar mostrándose tal y como son. La evolución de los dos personajes, que comienzan muy unidos y acaban en las antípodas, es de lo mejor de la obra. Los dos dominan a la perfección la sutil comedia en la que se mueve la obra, y saben darle a cada escena el tono justo para cambiar en cuestión de segundos las risas del público por la tristeza. Dos posturas diametralmente opuestas que les hace representar a dos partes muy identificables de la sociedad.
La sencilla escenografía diseñada por Vanesa Hernández Trigueros (DiiVANT) nos mete de lleno en ese lugar recóndito en el que han aparcado su caravana el matrimonio. No se necesita más que una piedras y el vehículo para que desde el primer momento (y más con las vacaciones aún en la retina) nos sintamos al borde del mar, en una desierta playa (si eso sigue siendo posible en nuestros días) con el mar y su hipnótico oleaje de fondo. Para sumergirnos de lleno en la historia es fundamental el espacio sonoro y la música de Alberto Granados, que nos acerca los sonidos costeros hasta sentir la brisa marina en la cara. Muy interesante la iluminación creada por Luis Perdiguero (A.A.I.-DiiVANT), capaz de transmitir la tensión necesaria de cada escena, con la pulcritud del uso muy sutil de las luces. Por último hay que hablar del ingenioso vestuario diseñado por Guadalupe Valero, y que potencia en todo momento la personalidad de la pareja.
Estamos, en definitiva, ante un montaje que nos pone frente a nuestros miedos y nuestras vergüenzas como sociedad. Vivimos en un mundo en que prima lo individual frente a lo colectivo, en el que cada uno mira la mejor manera en la que poder ser mejor que el de al lado, sin importarle su entorno ni los problemas que pueda haber a su alrededor. Un mundo globalizado que nos obliga a mirar más hacia el exterior, hacia lo colectivo, y dejar de una vez de lado esa obsesiva competitividad que nos obliga a vivir acelerados. Una obra sobre la que recapacitar, en la que fijarnos para intentar no cometer esas atrocidades, siendo un poco más humanos y menos egocéntricos. VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.
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Teatro: Teatro Fernando Fernán-Gómez. Sala Jardiel Poncela
Dirección: Plaza de Colón 4.
Fechas: Del 15 de Septiembre al 10 de Octubre. De Martes a Sábado a las 20:30. Domingo a las 19:30.
Entradas: Desde 15€ en teatro-fernan-gomez.
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