Teatro: Las piscinas de la Barceloneta. Sala Mirador

En los años oscuros de finales de los setenta, todo el país deseaba despertar de la pesadilla de la dictadura. El miedo agarrotaba, la violencia policial atemorizaba, pero en aquel año 1977 hubo un oasis en el que todo podía ocurrir. En aquellas "Piscinas de la Barceloneta" en mundo se coloreaba, fuera los grises, para dar paso a la mayor explosión de verdad y visibilidad de aquel país teñido por el NO-DO. Un espacio en el que todo podía ocurrir, en el que nadie juzgaba ni preguntaba lo que eras, sólo se dejaba llevar y se lanzaba a esa piscina de agua salada en el que todo era posible. Sumergirse en ese lugar era dar un salto a la vanguardia, pero también al exceso. Aquella piscina era todo lo que había deseado la ciudad durante casi cuarenta años y ahora quería recuperarlo todo en un solo verano.

 

Un barrio del extrarradio de Barcelona, un joven con ganas de saber que ocurre más allá de ese lúgubre y a la vez acogedor lugar, unas piscinas como el ideal de la libertad. Una preciosa pieza que nos lleva de la mano por aquellos oscuros meses del 77, en el que todo era grotesco y deprimente. Una historia sobre la búsqueda de la identidad, sobre los miedos y los anhelos, sobre la necesidad de buscar nuevos horizontes cuando tu mundo te ahoga y te acorrala. Un relato que nos conduce por un mundo oscuro para llevarnos a un pequeño espacio de libertad, en el que podremos ver y hacer todo aquello que en el resto de la ciudad (y del país) estaba mal visto, perseguido y condenado.


Podemos asegurar que Secun de la Rosa se está forjando una de las carreras más interesantes y personales del panorama nacional. De plena actualidad por la dirección de su primera película "El cover", con la que ha conseguido una gran acogida de crítica y público, llega a La Mirador con esta personal visión de la Barcelona que intentaba despertar tras la decadencia y la miseria de la dictadura. Secun siempre ha tenido una sensibilidad muy especial a la hora de escribir, con textos deliciosos como "El disco de cristal", "Los años rápidos" o "Mi hermano es un moderno". Pero en mi humilde opinión con este texto se ha superado a si mismo. Con esta historia consigue enternecernos desde el primer momento, con la tranquilidad de quien sabe que tiene una historia especial entre manos. Una sentida y sensible pieza que indaga en los más profundos recuerdos de toda una generación, con la delicadeza necesaria para enternecer pero con la crudeza necesaria para que seamos conscientes de lo duro que tuvo que ser.

El propio Secun habla de la obra como algo personal, afirmando que "me interesa la relación con la verdad de uno. La realidad de uno mismo con su verdad, estar lo más cercano posible a su propio yo, a su esencia. Y la relación con la verdad, con su verdad, a costa de (o gracias a) integrarse en el mundo, a interesarse por el mundo, por los otros, por la vida de los otros, la biografía de los otros. Situar como protagonista a un personaje que no se reconoce, que  no reconoce su verdad, que tiene que encontrarse, porque se está haciendo como persona. Posicionarlo en relación con su verdad. Poner a alguien que tiene que enfrentarse a conocerse, a descubrirse, en un sitio donde no le van a dejar mentir, donde le van a calar.

El autor también nos cuenta que eligió las piscinas de la Barceloneta "Porque reflejan muy bien un micro-mundo, un cosmos. Retratan una época y representan el lugar de ocio donde va uno, donde uno más desnudo está, donde uno se puede exponer". Secun reconoce que "como dramaturgo ha sido muy enriquecedor rodear a un personaje imaginario de personajes y hechos reales que revelan toda una época: la primera manifestación gay, cómo han vivido los homosexuales que no se escondían en la dictadura, cómo llega la época de los mayores ideales libertarios con la anarquía, la aparición de la democracia que luego se lo va a llevar todo... Y desarrollar cómo en el “nuevo mundo” que nos va a traer la democracia, lleno de bonanza, bondades y libertades, curiosamente, cuando llega ese mundo es cuando mucha gente enferma, muere, es desasistida, insultada, lacrada, como si estuviéramos en la Edad Media. Justo en el momento que se supone de mayor libertad, se produce un holocausto donde mueren 40 millones de personas en todo el mundo, y se señala como culpable a la víctima, al colectivo homosexual, que viene de 40 años de dura represión por la dictadura franquista. Descubrí que había muy poca dramaturgia, película o ficción sobre este hecho en España, y más concretamente en Barcelona. De ahí mi necesidad de escribir sobre esto".



Esta producción de Chariny producciones nos sumerge en este mundo underground de la Barcelona más libre de aquellos años, en un monólogo que se desliza con destreza entre la comedia y el drama social. El autor, director y actor domina la historia y la escena con maestría, llevándonos con una elocuente naturalidad por todos esos escenarios que transita el protagonista. Secun consigue medir cada escena, llevarla al lugar preciso, dándole la pausa necesaria para que no resulte abrumador todo el camino que recorremos junto a su personaje. Una pieza emotiva y a la vez dolorosa, impactante y embriagadora, un "homenaje a la poética de luchadores y libertarios" a los héroes anónimos que durante aquellos años lucharon (incluso más que durante la dictadura) por ser libres.

Una ficción que nos engancha con nuestro pasado más cercano, aquel que ahora vemos tan lejano pero que costó mucho alcanzar. La radiografía de un tiempo y un lugar muy concretos, pero que simboliza la lucha de mucha gente, los miedos de muchos jóvenes, las penurias de muchas personas que no pudieron ser libres del todo. Como le ocurre a Sebas (el protagonista de la historia) hubo mucha gente incapaz de dar ese paso adelante y siguió viendo la vida desde detrás de las páginas del libro, sin atreverse a dar el paso definitivo. 


La historia nos presenta a Sebastián Alonso Roca (él mismo hace su presentación), un hombre que ronda los cincuenta y que rememora la Barcelona de los años 70 al acudir a una exposición que rememora aquellos años. Tras una ingeniosa aparición en escena, Sebas nos cuenta sus recuerdos de juventud en la Barcelona de los años 70 del pasado siglo, concretamente en el verano del 77, cuando con 16 años vivió experiencias que nunca olvidaría. En aquellos calurosos meses es cuando salió del barrio marginal en el que vivía para aventurarse a visitar "Las piscinas de la Barceloneta", un lugar misterioso, lleno de todo aquello que no se concebía en el resto de la ciudad. Esa piscina de sal lo tenía todo, libertad a raudales, alegría desbordada, desenfreno desbocado, un mundo nuevo para un chico acostumbrado a la rutina de su vida en el barrio. En ese entorno, mágico y decadente, el joven queda fascinado. Un mundo lleno putas, homosexuales, transexuales, activistas políticos, anarquistas, supervivientes de las cárceles franquistas, poetas, artistas del paralelo... un crisol de personalidades de lo más variopinto que hipnotizarán a Sebas desde el primer momento. 

Él no deja de acudir a ese idílico lugar, con un libro en la mano para disimular su estupor y poder cotillear lo que habla toda esa gente pasando desapercibido. Allí verá a Christa Leem, a los Barcelona de Noche, los cúpula Venus, Ocaña o al poeta Joan Brossa. Personajes todos ellos que para él son desconocidos, nunca había visto nada igual, salvo en alguna película en el cine de su barrio o en las revistas que ojeaban los clientes de la barbería. Porque ese mundo era muy diferente al que él conocía.

En su barrio las calles eran de piedra (años después se convertirá en carretera y luego en autovía) y tenía que andar un largo trecho para llegar a la piscina, una en la que se tenía que colar por la verja, en un paraje inhóspito. Él vivía en "un barrio que estaba dentro de otro barrio", en la periferia de la ciudad, perdidos de todo lo que comenzaba a gestarse en las piscinas de la Barceloneta. Vivía en un barrio obrero, en el que había manifestaciones casi a diario contra las injusticias, que reclamaban libertad y "amnistía sexual" pero que a la vez gritaban con fuerza "un bote, dos botes, maricón el que no bote".

Todo esto descolocaba a Sebas, que veía en estos dos lugares realidades paralelas que no parecían pertenecer al mismo mundo. Lo que había comenzado como un verano caluroso y anodino se fue convirtiendo en la mayor aventura de su vida. Nunca volvió a las piscinas, ya que la vida le llevó por otros caminos. Nunca sabrá que no tuvo valor para volver, si fue un cobarde que prefirió elegir el camino fácil, lo que si afirma es que aquel fue el verano que cambió su vida. El verano en el que conoció las piscinas de la Barceloneta.




Secun de la Rosa ("Los asquerosos", "El jardín de los cerezos", "Smooking room", "El disco de cristal") ha creado un personaje tierno, vulnerable, que sufre al contar aquellos pasajes de su vida y a la vez disfruta al recordar lo que vivió aquellos días. Todo está interpretado en su justa medida, sin sobresaltos ni excesos, con la mesura suficiente para que se nos impregne poco a poco en el alma. La humanidad y la verdad que rebosa el texto nos lo transmite el actor con una naturalidad apabullante, una interpretación que se va cargando de emoción, de recuerdos, de sentimientos, de reflexiones de lo que fueron aquellos felices y trascendentales días. Secun es capaz de llevarnos de la mano por esos caminos de piedra, por ese barrio obrero, con la generosidad de quien lo da todo para conseguir que el resultado nos haga viajar y transitar aquella época. La generosidad del actor a la hora de mostrarnos ese mundo inalcanzable que descubre Sebas, la entrega al describir con absoluta precisión cada uno de los escenarios por los que transita la obra, el corazón que pone en cada mirada, en cada gesto, en cada frase.

Y todo ello transcurre en un espacio prácticamente vacío, en una penumbra que ayuda a transitar esos lugares inhóspitos por los que transita el personaje. Solo una mesa a cada lado, una junto a un rollo de césped y la otra con una silla y algunos elementos encima. Al fondo la pantalla proyecta durante el acceso de los espectadores imágenes de la época captadas por cámaras súper 8. Y en el centro de todo, Sebas, un hombre tímido que se va sincerando con nosotros. Porque tampoco es necesario tener un gran espacio escénico cuando se tiene entre manos un texto de semejante envergadura, que nos hace recorrer la Barcelona de los años 70 sin necesidad de nada más.



Estamos, en definitiva, ante un relato delicioso, tierno, crudo, pero ante todo lleno de verdad. La naturalidad con la que Secun de la Rosa escribe el relato es maravillosa, pero es aún más interesante el modo en el que nos lo cuenta, en el que interpreta a Sebas para hacernos de guía de aquellos días de grandes expectativas y esperanzas. La narración transcurre fluida por la facilidad con la que el texto y el actor reflejan un sórdido barrio, un eterno viaje a la ciudad, pero sobre todo la explosión de libertad de aquella "piscina de sal". Una evocadora historia que nos habla de todos esos héroes anónimos que no salen en las portadas de lo periódicos pero que ayudaron a construir este país en el que vivimos. Un relato social que nos conmueve y nos abre los ojos sobre un colectivo siempre atacado, incluso en los años de exaltación de las libertades que fueron los años posteriores a la dictadura. Gracias por llevarnos de la mano por este mundo tan singular. Un paseo delicioso.
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Teatro: Sala Mirador
Dirección: Calle Doctor Fourquet 31.
Fechas: Del 16 de Septiembre al 14 de Octubre. Jueves a las 20:00
Entradas: Desde 14€ en LaMirador.

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