¿JONAS ES UN NOMBRE BÍBLICO?
Está claro que no son buenos tiempos para la filosofía de alcoba y eso que transitamos por el reino de la postverdad, dónde cualquiera puede demostrar a cualquiera cualquier cosa. Y aquí paz y después gloria, o mejor dicho bronca. La Pandemia fue un momento ideal para comprobarlo y Denise Despeyroux, una de las mejores y más creativas dramaturgas de la “Nueva Escena”, se lanza a construir esta extraña comedia delirante, pero con fin dramático, porque en la vida lo trágico y lo cómico se mezclan habitualmente, igual que en su obra.
Tomando como punto de partida un falso documental de Jaime
Altozano sobre la Omisión del Si Bemol 3 en Mozart, Denise nos presenta
a una pareja confinada que se cuestiona los avatares del crecimiento de su hijo
antropófago, recién nacido, al que han diseñado para la perfección, sin saber
muy bien que le sucede. Recuerden a Damien,
un viejo tema, pero desde otro planteamiento, este se llama Jonás. La filosofía
y el constante debate entre ellos no evita que el monstruo crezca y crezca sin
parar...mientras transcurre el confinamiento. La familia, la música, la mentira,
las guerras solapadas, una ternura obviada nos van marcando el camino de los múltiples
conflictos que aparecen.
A mí me ha parecido una forma de trasmitir la impotencia, la
fragilidad y el combate...de unos padres que no saben qué hacer con su hijo y
con su vida. El final resultaba previsible pero también inevitable. Cuantos habrá que tengan algo parecido en casa... aunque quizás no habrá
tantos que coman carne humana. Nunca se sabe.
Todos los ingredientes del estilo y la personalidad creativa
de Denise Despeyroux están presentes en esta obra: El humor, el azar como aroma
de lo oculto, las nuevas tecnologías como personajes añadidos, la paradoja, la
filosofía, la dialéctica con su tiempo…Denise es licenciada en Filosofía, o
mejor, filósofa ella misma a través de sus personajes, además de autora,
directora, docente y actriz, esto último, sobre todo, en su primera etapa. “Un
tercer lugar”, “Canciones para volver a casa”, “Ternura negra”, “Carne Viva”, “Historias
de Usera” … son sólo algunos de los títulos de su nada despreciable producción.
Y, sin embargo, tengo la sensación de que no terminamos de cuidar a autoras de
su nivel, que tanta falta nos hacen en este mundo obtuso, un poco
incomprensible, donde parece que la genialidad tiende a pasar desapercibida.
Con una puesta en escena minimalista y en un entorno
agobiante, acabamos
sintiendo que todo se convierte en una jaula, como las barras de una cuna, una
jaula para el niño caníbal, una jaula es la tele donde a ratos sale un
telepredicador pseudocientifico captando a la madre protagonista, las pausas de
las cosas son una jaula en este escenario rallado, una jaula es la casa donde
vive la pareja y el patio de butacas se convierte en una jaula, en una sala de espera interminable, cuando llega el
final y aún no ha pasado nada.
Paradójicamente,
abrir esas jaulas, que es el anhelo fatal de la obra y del espectador, no es la
salvación, al contrario, al otro lado ya no está la libertad, ni el sentido de
la vida... Esta la Postmodernidad (vaya usted a saber qué es eso) y la
tragedia.
-
"Nunca
debió abrir esa jaula"- se dicen los protagonistas derrotados...y convertidos también en monstruos.
Es una obra textual, que, como tan bien conoce Denise, gira
entorno a la palabra cuando se cubre de enredos y de espejos, al lenguaje como
cosa viva… y una obra actual porque todo lo que se dice nos resulta familiar,
repetido, y nos enfrenta a esa verborrea mental tantas veces inútil que rellena
nuestras horas muertas. Será que al final, lo único que nos queda es la
palabra… ¿Qué tiempos son estos? Parece que la obra nos pregunta.
...y me quedo con ganas de verla otra vez y de pensarla
mejor. Hay mucha sustancia en este monólogo dual que nos ofrece Despeyroux.
Muy interesantes los experimentos de esta dramaturga, que todo
lo que escribe nos enfrenta con nosotros mismos y, a ratos, nos arranca una
sonrisa.
Dos buenas y difíciles interpretaciones, Maya Reyes y Antonio Romero,
hacen el resto. Es duro para un actor trabajar casi sólo con palabras y ellos
no salen mal parados. Puede que se les haga un poco larga, pero ¿no se nos hizo
largo también el confinamiento? ¿O seguimos, acaso confinados?
Es hora de pararse a pensar.
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