El reloj me recuerda al tiempo perdido, dice uno de los personajes de “Noche de Reyes”. Sin embargo, yo no tengo la sensación de haber perdido el tiempo esta noche, aunque no se haya visto a un rey por ninguna parte. El nombre viene de la época en que iba a ser representada, al final de la Navidad.
Fue escrita al mismo tiempo que Hamlet y comparten los mismos temas: la muerte, el amor, la traición... Pero en Noche de Reyes, es de un naufragio y del mar, de donde viene la renovación de la vida en un lugar que se había quedado como aislado del mundo.
Ur Teatreo, en coproducción con el Teatro Español, nos ofrece esta versión de Álvaro Tato y Helena Pimenta de la obra de Shakespeare. Con una puesta en escena coreográfica (José Tomé y Mónica Teijeiro), medida, y detalles de gran originalidad y belleza, como la recreación del pozo en el que está encerrado el criado Malvolio (Rafa Castejón), víctima de una pérfida broma. En ese pozo el espacio se divide y se recrea para nosotros mágicamente.
La obra trata de un enredo o carambola amorosa, como tantos, dónde los protagonistas quieren a quien no les corresponde o a quién no pueden querer por su sexo, o por su condición, porque no son lo que son, porque todo es un disfraz, hasta su propia vida. No olvidemos los tiempos en que se creó la obra, en los albores del siglo XVII, pero tampoco cómo Shakespeare coquetea con la ambigüedad de principio a fin. Una ambigüedad que disfraza también los sentimientos. Es el Shakespeare más juguetón.
Y es la ambigüedad, sin duda, el terreno más fértil para la creatividad teatral y la risa. “Noche de Reyes” es un claro ejemplo de ello. Las historias son previsibles, pero, en última instancia, esta comedia es un juego de prestidigitación en el que todo acaba recuperando su orden al final. Shakespeare demuestra una gran pericia en este terreno porque para eso es Shakespeare. El juego, la magia, la broma culminan con un final feliz. La gente también iba el teatro a que le endulzaran la vida.
Y no se me olvide decirles que hay momentos francamente divertidos qué recuerdan a un carnaval, al teatro dentro del teatro, que buscan la complicidad del espectador. Y la encuentran.
En cuanto a la interpretación y a los actores todos están muy bien, nadie desluce. Se trata de una obra coral donde los papeles secundarios están al mismo nivel de los protagonistas.
Todos saben estar. Yo destacó especialmente al mayordomo, Malvolio (Rafa Castejón) pero no es el único. Qué momento insuperable al verle travestido, víctima de sí mismo y de unas medias amarillas.
También Olivia (Carmen del valle), como si fuera una viuda negra y a Viola (Haizea Baiges) contrapunto juvenil y apasionado, símbolo de la vida, mujer y hombre, hombre que siente como mujer, mujer que en realidad es un hombre. Llega a emocionarnos cuando se reencuentra con su hermano Sebastián (Sacha Tomé).
Y por último esos criados y trovadores capaces de hacernos reír y pensar al mismo tiempo. El elenco queda a la altura.
No es de extrañar. Un clásico es un clásico. Y la Compañía de Teatro clásico una garantía.
Los dejo en sus manos. Ustedes verán.
FICHA ARTÍSTICA
De: William Shakespeare
Versión: Álvaro Tato y Helena Pimenta
Dirección: Helena Pimenta
Con: Haizea Baiges (Viola), Carmen del Valle (Olivia), José Tomé (Sir Toby / Orsino), Rafa Castejón (Malvolio / Antonio), Patxi Pérez (Sir Andrew), Sacha Tomé (Sebastián), Victoria Salvador (María) y David Soto Giganto (Feste / Capitán)
Diseño de espacio escénico y vestuario: José Tomé y Mónica Teijeiro
Diseño de iluminación: David Hortelano (AAI)
Coreografía: Nuria Castejón
Espacio sonoro: Ignacio García
Una coproducción del Teatro Español y UR teatro
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