Regresan a la que es su casa en nuestra ciudad para mostrarnos su nueva creación, llena de la ironía y el desparpajo que les caracteriza. "Veinticinco siglos más tarde, Aristófanes sigue siendo un símbolo libertario con sus risas, sus críticas y sus fantasías utópicas". Els Joglars en estado puro.
No quisiera asumir el reto de decir que he visto
a Els Joglars en momentos mejores
porque es la primera vez que les veo en vivo. Lo que no tiene disculpa. Nadie
puede discutir que son un mito del teatro catalán y peninsular y yo estaba
deseando verles. Pero el tiempo no perdona, le he escuchado decir a un
espectador, y esa es un poco la sensación que he tenido yo esta noche.
No obstante, buena parte de su acidez e ironía se conservan, y sus toques de siempre también, manteniendo vivo su ya longevo desafío a la estupidez. No en vano, es este espectáculo la celebración de su 60 Aniversario.
Yo les he seguido por grabaciones y he echado de menos a Albert Boadella, es una manía, o quizás traía demasiadas expectativas, pero se me ha quedado escaso. Me he pasado la obra esperando un momento estelar que se prolongase y los ha habido pero muy fugazmente. Y me he reído, claro que sí.
Ellos mismos explican que "nuestra propuesta pretende reivindicar la libertad del arte en un momento en que está siendo víctima de una sociedad sobreprotectora. Con una dramaturgia contemporánea, combinando la música, la danza, la literatura y lo visual, ponemos el foco en la infantilización del mundo adulto que conlleva vivir en una ilusión, en un Mundo Disney, donde el arte debe ser correcto, fácil y que no haga daño. Arte vaselina".
Un psiquiátrico, una obra de teatro que ensayan los locos (tratándose de Els Joglars no hay que ser
políticamente correctos) y un profe que les dirige y se cree Aristófanes. Teatro dentro del teatro. El resto la crítica mordaz a la sociedad actual y el meterse con todo y con todos, la esencia del teatro provocador. La obsesión y seña de identidad de Els Joglars.
En cualquier caso, creo que ellos tienen un cierto derecho a vivir un poco de las rentas y un público fiel que no les va a abandonar.
Woody Allen hace lo mismo y sigue siendo genial.
Y además son el símbolo de la disidencia y el discrepante, algo que nunca está de más en este mundo cada vez más virtual e irreal.
Viva la heterodoxia.
Por lo demás, el espectáculo es correcto, bien interpretado, sin excesos innovadores pero con esos trucos de magia teatral que los caracteriza. El tema, relacionado con la locura social y la reeducación, tan peligrosa muchas veces o casi todas, que reprime la libertad de pensamiento y de creación, es, en esta ocasión, lo más interesante. Y siempre se aprende algo cuando se va a ver a Els Joglars.
Quizás, los sesenta años hayan pesado esta vez. Pocos se libran. Pero si han aguantado tanto, lo suyo es que sean capaces de renovarse sin perder su esencia y sin dejar de provocarnos, como si fueran una saga, un camino que no ha hecho más empezar. Els Joglars cubre un espacio en la escena insustituible.
Sea como fuere el homenaje es mutuo entre ellos y sus seguidores, yo incluido. VIVA LA CULTURA. VOLVAMOS A LOS TEATROS.
Artistas: Ramon Fontserè Pilar Sáenz Dolors Tuneu Xevi Vilà Alberto Castrillo-Ferrer Angelo Crotti
Dirección: Ramon Fontserè Dramaturgia: Els Joglars Dirección de escena: Alberto Castrillo-Ferrer Asesora artística: Martina Cabanas Diseño de iluminación: Bernat Jansà Diseño de vestuario: Pilar Sáenz Diseño de espacio sonoro: David Angulo Dirección técnica: Pere Llach Escenografía: Anna Tusell Atrezzo: Pere Llach, Gerard Mas Confección vestuario: Mª Àngels Pladevall, I.T.A. Sombrerería: Nina Pawlowsky Producción ejecutiva: Montserrat Arcarons Distribución: Els Joglars Prensa y comunicación: Oriol Camprubí Fotografía: David Ruano Fotografía, Sílvia Pujols Fotografía Diseño gráfico: Nyam – Agencia Creativa, Manuel Vicente
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.