Teatro: La batalla de los ausentes. Teatro Español.

Existen montajes que son un viaje a lugares extraños del alma, que nos descubren mundos desconocidos, que nos plantean la realidad desde una óptica desde la que no solemos mirar. Los montajes de La Zaranda están llenos de magia, de poesía, de una forma diferente de contar las historias. Un humor ácido y desgarrador, una melancolía que lo impregna todo y a la vez nos hace ver las cosas de otro modo. Una forma diferente de hacer teatro, de ver la vida, que nos lleva a lugares oscuros, tenebrosos, deprimentes, pero que pasados por el tamiz de su ingenio nos llenan de ternura, de amor al teatro, de melancolía por la vida, de emociones



Todas las obras de La Zaranda son un viaje fascinante. Montajes llenos de metáforas, de bellas imágenes, de oníricos textos que nos trasladan a mundos decrépitos, turbios, más reales incluso que la propia vida. Una manera muy particular de crear, en el que la poderosa presencia del grupo actoral nos hipnotiza de principio a fin. Para este nuevo montaje, Eusebio Calonge (dramaturgo de la compañía y maestro de la palabra) crea una historia que es un homenaje a "aquellos que resucitan una espada de luz contra esos jinetes oscuros, en un canto a la dignidad humana contra todos los que ocultan al amanecer su horizonte". Una pieza que los pone frente a sus propios enemigos interiores, pero también con muchos otros que subyacen en la memoria colectiva.


Esta nueva experiencia teatral que nos propone La Zaranda- Teatro inestable de ninguna parte, en coproducción con el Teatre Romea, es una ácida crítica al poder, un grito de auxilio de los olvidados, una inteligente reflexión sobre la vida y la muerte. En sus más de cuatro décadas de existencia, esta singular compañía ha realizado una impecable labor creativa, con títulos que han quedado en nuestra retina como los más recientes "El desguace de las musas", "Ahora todo es noche", "El grito en el cielo" o "El régimen del pienso", que les han dado un gran prestigio internacional. Toda su trayectoria viene marcada por "el compromiso existencial y el partir de sus raíces tradicionales para revelar una simbología universal". Con un lenguaje muy particular y un estilo muy definido, se caracterizan por "la búsqueda de una poética trascendente sin perder la cotidianidad, el uso simbólico de los objetos, la expresividad visual, la encarnación de textos en situaciones teatrales y la plasmación de personajes vivos", todo ello con un riguroso proceso de creación en comunidad. La Zaranda preserva lo esencial y desecha lo inservible, desarrolla una poética teatral que lejos de fórmulas estereotipadas o efímeras, se ha consolidado en un lenguaje propio que invita a la reflexión. 

Desde su creación en el año 1978, parten de unas premisas a las que han sido fieles: "querer conducir a la obra teatral hasta ese punto de tensión en que drama y vida confluyen, negar toda concesión al teatro muerto con todos sus academicismos evidentes, al teatro de las falsas vanguardias, con patente de modernidad aplicadas al decorativismo más banal y la esclerosis, que no conduce más que al bostezo. Ir más allá de las formas adquiridas, no cesar en la búsqueda, renunciar a los logros que puedan establecer lo rutinario, afianzar un estilo en permanente transición... ¡Importa la acción de crear! No fabricar conservas artísticas que se abran en cada representación. ¡Hay que mantener la tensión, jugársela en cada situación, desarrollar cada realidad escénica en su devenir vivo..."


Como es habitual en todos los montajes de la compañía, Calonge ha sido el autor del texto, que define como "un ajuste de cuentas con el tiempo, contra los enemigos naturales del creador: la burocracia, el comercio, la inestabilidad de la época hacia tu trabajo". Para este maestro de la dramaturgia "ese reír del teatro de las glorias engañosas del mundo. De hecho, hay una preparación para la ausencia y un resarcirse de muchas cosas que ya no tienen importancia". Hablar de la capacidad de Calonge para crear universos únicos nos llevaría demasiado, solo podemos decir que una vez llena la historia de momentos sublimes, de bellas escenas cargadas de intenciones, de sarcasmo incendiario, de cruda y fabulosa crítica a un mundo que parece atacar a la cultura (el momento del ministro de cultura es sublime). 

La obra nos muestra a tres supervivientes de una guerra que todo el mundo parece haber olvidado, pero que ellos siguen rememorando cada año. La compañía nos habla de un "combate inútil, que parece ser nuestra esencia cultural, lo quijotesco. Épica para tres farsantes, sátira de todo poder humano, la dignidad y la fe como acto de resistencia. Esas fueron siempre nuestras trincheras. Siempre derrotados, nunca vencidos", descomunal sentencia.



La obra es una profunda metáfora de la vida como un combate, en el que conoceremos a estos tres supervivientes de un ejército abatido, desaparecido, al que nadie recuerda. Un relato que hace una demoledora crítica sobre todas las diferentes formas de poder. Combate inútil contra todos esos poderes que nos coartan, que nos impiden avanzar, el cruel reflejo de nuestra sociedad, pero que visto desde la óptica de La Zaranda nos avergüenza al mismo tiempo que nos hace reír, tanto de la vida como de nosotros mismos. La épica que encarnan los tres personajes es una burda caricatura del ser humano, en el que la dignidad y la fe parecen las únicas trincheras en las que combatir a un mundo hostil.


Ellos, nos lo explican así: "más que son, fueron. Sobrevivientes de una guerra que nadie recuerda, por más que no cejen en su intento vano de ganar una batalla contra el olvido, magnificando aquellas escaramuzas, meras efemérides que a nadie interesan. Estos quijotes que parecen desenterrados de la zanja de la historia, desde el final de sus destinos se preguntan: ¿Hubiese sido distinto de haber alcanzado la victoria en aquella lejana guerra? ¿Fue aquel combate crucial o queda el decisivo contra la muerte? La sátira del poder y la fe como acto de resistencia, con los polos que cruzan estos personajes. La suya es la lucha desesperada por la propia vida, campo de batalla, combate sin tregua por la conquista de un destino".



Estos tres personajes encarnan los restos de un ejército a la deriva, cansados ya de la lucha pero orgullosos de sus logros. En una épica grotesca nos muestran su orgullo en pro de la decencia, de la vida, de la cultura, de la existencia. Todo ello se convierte en una fábula en la que nos hablan de la vida, de la supervivencia, de la belleza de la derrota y del orgullo de los que pese a todo siguen manteniendo la cabeza alta y consiguen no perder el horizonte como referencia vital. Es en estos momentos de tanto pesimismo, incertidumbre, caos, dolor, desesperanza, cuando esta obra se perfila como imprescindible, en la lucha necesaria e implacable contra todos esos poderes que nos acosan.



Y estos tres supervivientes de la batalla no son otros que Gaspar Campuzano, Enrique Bustos y Francisco Sánchez, o lo que es lo mismo los actores habituales de La Zaranda. Lo que hacen sobre el escenario es un espectáculo, pura magia. Su facilidad para la mueca, su intención en cada movimiento, su compenetración al moverse por el espacio, los tres son el engranaje perfecto de una pieza impecable. Los tres se deslizan con sutileza entre la tragedia y la comedia, muestran con descaro lo más crudo de la realidad, saben mantener la tensión y el ritmo de la escena en todo momento. Un elenco fabuloso, formado por tres actores impecables.



Y todo esto en una sórdida y lúgubre escenografía diseñada por Paco de la Zaranda, en la que se van creando ante nosotros los distintos escenarios con un mínimo de elementos que los actores manejan con soltura por todo el espacio. Una escenografía llena de ingenio, de fantasía, de melancolía, con muñecos que casi cobran vida como los símbolos de los poderosos. El ambiente que se crea a lo largo de toda la obra no sería posible sin la meticulosa iluminación de Eusebio Calonge, que juega con maestría con las luces y las sombras, haciendo de la penumbra el elemento fundamental del montaje. Por último no podemos dejar de hablar del cuidado vestuario diseñado por Encarnación Sancho (acorde con el tono apocalíptico de todo el montaje) y los apabullantes efectos militares de Morgan Surplus.


La Zaranda nunca defrauda. Este podría ser el resumen de nuestra crónica de lo visto el pasado Jueves. No se nos ocurre mejor manera para terminar que esta definición que la propia compañía hace de su trabajo: "nos mueves otras cosas. No un aspirar a algo, sino un detenerse, detenerse a compartir en la búsqueda de eso que pensamos que es el teatro, que no es pensar sino hacer sobre el escenario. Buscar no ya lo que el teatro pueda darnos, sino lo que podamos devolverle". Y por si tenéis dudas del camino a seguir, ellos nos dejan una luz encendida, como un faro que alumbre el mundo de esperanza. VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.

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Teatro: Teatro Español.
Dirección: Plaza Santa Ana, Calle Príncipe 25.
Fechas: Del 17 de Febrero al 20 de Marzo. De Martes a Domingo a las 19:00.
Entradas: Desde 6€ en Teatro Español. Función accesible 25/02.


FICHA ARTÍSTICA

De: Eusebio Calonge

Dirección: Paco de La Zaranda

Con: Gaspar Campuzano, Enrique Bustos y Francisco Sánchez

Dirección de iluminación  Eusebio Calonge

Diseño de espacio escénico Paco de La Zaranda

Diseño de vestuario Encarnación Sancho

Efectos militares Morgan Surplus

Ayudantía de dirección Andrea Delicado

Una coproducción de La zaranda - Teatro inestable de ninguna parte y Teatre Romea


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