Teatro: Vulva. Teatro del Barrio.

El respeto hacia el prójimo, el peligro de las redes sociales, el utilizar la intimidad de una persona como represalia por un daño que nos hagan. Todo esto deberíamos pensarlo con algo de calma. Cualquier hecho tiene sus repercusiones, y más si implican a otra persona, por mucho que hayas tenido sus desavenencias con ella. Cuando irrumpimos en la intimidad de una persona, esta se siente vulnerable, espiada, menospreciada, humillada.  

 


Esta obra reflexiona sobre la culpabilidad que se ejerce sobre al mujer ante las problemáticas surgidas del sexo. Además, señala la dificultad de las mujeres a la hora de ser juzgadas por vivir su sexualidad libremente, e incluso, en ocasiones donde son las víctimas de la violación de su intimidad que se expone sin su consentimiento para hacerles un daño que puede llegar a ser irreparable. Vivimos en una sociedad que lastra el machismo de otra época, en la que un hombre alardeando de su vida sexual es un fenómeno pero en el caso de ellas se les tacha de putas. Una mentalidad que las castiga a ellas, mientras los ensalza a ellos. Una sociedad que no tiene reparos a reenviar un vídeo sin pararse a pensar en las consecuencias. Un mundo que sigue con la lacra machista enquistada. 



Las horas del humo produce esta obra que nos golpea con fuerza, porque sabemos que todo lo que estamos viendo podría ocurrir en nuestro entorno, sin darnos cuenta, y en la mayoría de los casos sin actuar en consecuencia. Una sociedad en la que todo va demasiado deprisa, y no nos paramos a pensar las consecuencias de nuestros actos, si lo que acabamos de ver en el móvil ha sido enviado con el consentimiento de quien allí aparece. Un simple cabreo por despecho, un vídeo íntimo enviado a una determinada persona, un simple gesto en el móvil y la vida de una persona puede cambiar por completo, pasando de ser una persona anónima y respetada por su entorno, a convertirse de la noche a la mañana a una apestada con la que nadie quiere relacionarse. Cinismo, postureo, corporativismo, no siempre vale el seguir al grupo, muchas veces es necesario no reír las gracias (o no reenviar un mensaje determinado) y plantarle cara a algo que vemos que no es lo correcto, que puede hacer daño a otra persona.



La dramaturgia y dirección de esta pieza corre a cargo de Irene Herrero Miguel, que nos plantea una historia demoledora, llena de cuestiones que nos rodean en nuestra vida, como pueden ser el peligro de las redes sociales, la banalización de lo que compartimos en ellas, o la "criminalización" de la sexualidad de la mujer. Un texto contundente, que nos muestra sin tapujos la realidad a la que se ve abocada una mujer acosada por su entorno por un vídeo suyo compartido en redes. Una profesora señalada por su entorno, tanto laboral como personal, por algo que nunca debió ser de dominio público.


La obra mezcla el audio visual con el teatro, la música con el texto, para conseguir un montaje dinámico, efervescente, que nos atropella a la vez que nos conmueve. Un ritmo trepidante con continuos saltos temporales que nos ayudan a ir configurando todas las aristas de la historia, para ver la dimensión real de lo que nos quiere contar. Un gran mensaje de igualdad, de liberación sexual femenina, en el que todas las reflexiones nos conducen a reconocer una sociedad machista, que ve en la mujer una serie de "limitaciones" que no se contemplan en el hombre. La obra destila verdad, compromiso, reivindicación, todo ello con un lenguaje explícito, con una estructura muy fresca, con una idea muy bien ejecutada y con un elenco que se multiplica para entrar y salir de escena en los diversos personajes que interpretan.


La historia nos habla de un hecho deleznable, pero que podría ocurrir, por desgracia, en nuestro entorno. La difusión de un vídeo íntimo comienza a correr como la pólvora por una comunidad, sin que la "protagonista" lo sepa, ni mucho menos haya dado consentimiento para que esto ocurra. La profesora que mandó el vídeo a un ex, ahora despechado y responsable de la difusión, pasa en una sola mañana a ser señalada, las miradas de sus compañeros la juzgan, los padres de sus alumnos piden que no les de clase a sus hijos, mientras a sus espaldas todo son cotilleos y críticas. Nadie se pone en su pellejo, todos reenviaron el vídeo sin pensar en las consecuencias. Es el poder de las redes sociales y de esta sociedad que nos lleva a la sobreexposición y da rienda suelta a que este tipo de contenidos lleguen con facilidad a todo el mundo. Ella, atónita por el juicio sumarísimo al que ha sido sometida (sin defensa posible), se va encontrando en un callejón sin salida en el que todo su entorno dice entenderle pero nadie la apoya, todos terminan por darle la espalda. Una pesadilla que la empuja al abismo, que le hace odiarse a si misma, poniendo de nuevo el foco en la víctima y no en el que comete el delito. Ya ha sido juzgada, la mirada de todos ha cambiado, nadie ha borrado el vídeo, ni una persona le ha preguntado a ella. 



Silvia Vacas ("Brotada", "¿Fin?", "El rey tuerto") es la encargada de interpretar a Lucía, la profesora que graba el vídeo. Ella es el centro de la obra y sobre ella gira toda la trama. La actriz hace una desgarradora interpretación, en la que se va descomponiendo ante nuestros ojos ante la situación que vive el personaje. Hay que destacar los impecables cambios de registro que realiza la actriz en escena diametralmente opuestas, en cuestión de segundos. Vacas hace un trabajo riguroso, en el que sabe impregnar a cada escena del dramatismo necesario, sin entrar en extravagancias, y resulta angustiosa su expresión corporal, como va encogiéndose conforme le llegan los golpes por todos lados.


A su lado tenemos a Carmen Mayordomo ("Tito Andrónico", "Los nocturnos", "Llueven vacas"), Noemí Climent ("En el lugar del otro", "Lo posible", "Cabaré Volter"), Joaquín López-Bailo ("Brotada", "Suicidas", "Neón Cabaret") y Jesús Granda ("Cabeza de cobre", "Lobos", "Por encima de su cadáver"), que interpretan al resto de personajes que van apareciendo en la historia. La versatilidad de todos ellos y la rapidez para cambiar de registro y de personaje es uno de los puntos fuertes de la función. Mayordomo está impecable, como siempre. Nos regala una interpretación cargada de humor ácido, de expresividad, de elocuencia, con una fuerza en escena que hace que en muchos momentos el foco de la escena se centre en ella. Climent cumple a la perfección con todos los papeles que interpreta, pasando de la comedia al drama con absoluta naturalidad. López-Bailo está más comedido que sus compañeras femeninas, para dar el perfecto contrapunto a una propuesta ya de por si acelerada. Por último Jesús Granda convence con su interpretación con infinidad de matices diferentes.

Pero si los cuatro por separado están bien, el trabajo en elenco es primoroso. Desde el bestial trabajo de Merce Grané, responsable de coreografía y movimiento, despliegan una impecable actuación coral, en la que funcionan de forma exquisita como grupo. Las coreografías grupales son uno de los puntos más interesantes y divertidos de toda la propuesta. A todo esto hay que sumar la dificultad para cambiar de personaje y de escenografía, trabajo que también realizan de forma perfectamente sincronizada.


Es esta una obra en la que el espacio escénico se va creando por los propios actores. La idea original del espacio escénico de Joaquín López-Bailo (llevada a cabo por Arantxa Melero, responsable también del vestuario) funciona dentro del torbellino en el que se convierte la función, con los actores entrando y saliendo de escena, a veces para cambios de personajes y otras para la composición de la escena. Capítulo aparte es la parte más visual de la propuesta. La videoscena, creada por Alberto Martín Paz, es fundamental para el encaje de la historia. Martín Paz también es el responsable del espacio sonoro y la música original, esenciales en un montaje tan dinámico. Por último hay que reseñar la cuidada iluminación de Jorge Simón, que juega magistralmente con la luz y las sombras para conseguir el tono perfecto para cada escena.


En definitiva, Vulva es una obra necesaria, que debe hacernos recapacitar sobre el peligro de las redes sociales, pero también en el poder que tenemos desde nuestro teléfono móvil. Es hora de ser conscientes del arma de doble filo que supone la sobreexposición, de lo peligroso que puede ser reenviar un archivo sin pensar antes en lo que es, frenar en nuestra vida acelerada para no causar daño innecesario y así poner nuestros propios límites a una sociedad desbocada. Esperemos que pronto vuelva a la cartelera para que podamos seguir hablando de temas tan importantes como la sexualidad, la igualdad, o el machismo. VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.

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Teatro: Teatro del Barrio
Dirección: Calle Zurita 20.
Fechas: Del 5 al 19 de Marzo. Sábados 5 y 19 a las 22:15. 
Entradas: Desde 16€ en TeatroDelBarrio.

FICHA ARTÍSTICA

Dirección: Irene Herrero Miguel
Producción: Las horas del humo
Dramaturgia: Irene Herrero Miguel
Reparto: Silvia Vacas, Carmen Mayordomo/Mercedes Salvadores, Noemi Climent, Joaquín López-Bailo y Jesús Granda.

Música original, videoescena y espacio sonoro: Alberto Martín Paz.
Idea original de espacio escénico: Joaquín López-Bailo.
Iluminación y cartelería: Jorge Simón.
Producción: Pablo Villa Sánchez.
Coreografía y movimiento: Merce Grané.
Escenografía y vestuario: Arantxa Melero.


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