Teatro: El pato salvaje. Teatro Abadía.

Recuperar un clásico de este calibre siempre es una responsabilidad. Volver a recorrer esos parajes que nos enseñó el autor noruego con la visión del siglo XXI, para descubrir que todo lo que nos cuenta sigue vigente, con la misma contundencia del día del estreno. Una obra que nos transporta a un pasado lejano para hablarnos de sentimientos, de miedos, de relaciones humanas, que permanecen eternas a lo largo del tiempo.


El Teatro La Abadía nos trae esta obra de la mano de su anterior director artístico Carlos Aladro, que vuelve con este nuevo montaje y reinterpretación de uno de los  clásicos más interesantes de Henrik Ibsen.

Carlos Aladro defiende que toda la ficción actual se basa en el gran descubrimiento de Ibsen, que consistió en trasladar todas las formas y temáticas que constituyen la identidad del teatro europeo al salón de una casa.


El propio Aladro reconoce que montar una obra de Ibsen es "un acto de responsabilidad cultural y devoción teatral que debe ser celebrado. Es un acto de resistencia extremadamente útil y necesario, y es que, quizá, no hay nada que defina mejor nuestro tiempo que el consumo hiperindividualizado de complejos dramas: y en eso Ibsen tiene sustancial y fundamentalmente bastante que contarnos. En un mundo que perdía referencias y valores de forma precipitada y terminal, el autor noruego consolidó una forma dramática que conseguía abrazar la confusión moderna que se expandía sin freno. Su drama conquistó a la humanidad y se ha diseminado infinitamente en todo hasta nuestros días. Montar un Ibsen es un acto de clarividencia desesperado".

No haremos spoiler si refrescamos un poco la trama de la obra. Escrita en 1884 nos cuenta que Gregers Werlejoven de buena familia, se marca como objetivo en su vida hacer cumplir los "imperativos de lo ideal" que -en su opinión- no son otra cosa que hacer prevalecer la verdad por encima de todo (y pesar de todos) para lo cual decide abrirle los ojos a su amigo Hjalmar Ekdal, un hombre humilde cuya vida se sostiene sobre una “mentira vital” -como la define su vecino Relling, verdadero aliento de la misma. La intención de Werle sería digna de elogio si llevarla a acabo no significara destrozar la felicidad que a la familia Ekdal  tanto ha costado.

Ibsen toma partido claramente por Relling que resume en una frase todo el contenido de la obra “Si quita usted la mentira vital a un hombre vulgar, le quita al mismo tiempo la felicidad” y se desencadena ese final trágico que nadie espera.

No podemos  olvidarnos de la hija de Ekdal y de su esposa, Gina, una niña que se está quedando ciega y que cuida a un pato salvaje en el desván de su casa. Un desván en el que cabe un mundo entero, en el que hay una pasarela en construcción, un estanque, un bosque, libros antiguos, una brújula y un compás, fotos viejas y un piano desafinado. Y ese pato, que ha estado cuidando desde que lo encontrara malherido. A esto le ayuda su abuelo, un antiguo capitán caído en desgracia y que interpreta magistralmente Ricardo Joven.

Esta nueva revisión del clásico corre a cargo de Pablo Rosal ("Los que hablan"), a partir de la traducción de Cristina Gómez-Baggethun. El dramaturgo habla de este texto como un "enigmático drama, aislado dentro de la indisoluble dupla vida-obra que fue la existencia y trayectoria de Ibsen. Marca un punto de inflexión y concita una desconcertante mezcla de temas y géneros que multiplica la fascinación por uno de los indiscutibles consolidadores del drama moderno. Adentrarse en Ibsen en el siglo XXI es intentar comprender el poder de subyugación de las ficciones, la multiplicidad de capas que apabullan y perforan la realidad, el indiscernible peso del pasado". Para Rosal, esta obra "se alza como una desvergonzada maquinaria que pone en duda la pervivencia del drama mismo y la vigencia de nuestros endebles valores. Un mensaje cargado de perplejidad y conciencia para el futuro".

Lo metateatral se hace presente, actores interpretando a actores dentro del escenario. Veremos a Berta, papel interpretado por Pilar Gómez, la pareja del empresario Werle, dirigiéndose al público, micrófono en mano, para guiar la historia o para hablarnos de la relación de Ibsen con su hermana. A Hjalmar Ekdal (Juan Ceacero), bajando al patio de butacas mientras grita que no es capaz de interpretar una escena especialmente dura. O a Jesús Noguero, que interpreta al empresario Werle y al doctor Relling, compartiendo una cerveza con el público en un momento de calma antes del gran desastre y que junto con un momento interactivo con el público es uno de los mejores momentos de la obra. Mención especial para todos los actores, destacando a Eva Rufo, con mucha presencia y poco texto, que hace excepcional su papel de abnegada esposa Ekdal y a Juan Ceacero que construye un personaje complicadísimo, un tipo superado y al borde del colapso emocional que introduce ese elemento cómico en medio de la tragedia a veces algo exagerado. Y Nora Hernandez que nos deleita con un par de momentos musicales bañados con su hermosa voz.


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En escena, una mesa, una moqueta en el suelo y algunas sillas. Un altillo que muestra la entrada a ese desván con árboles y luces de navidad, en un espacio con dos paredes y tres puertas. A ambos lados, las bambalinas que juegan un papel fundamental ya que se ve a los actores entrando a escena y cambiándose de atrezzo a plena vista. Un montaje que mezcla lo real con lo onírico, lo teatral con la propia vida, en un ejercicio metateatral impecable, en el que los actores entran y salen continuamente, diferenciando a la perfección al actor del personaje. La fabulosa escenografía corre a cargo de Eduardo Moreno, que crea un espacio ambiguo, fantástico, en el que se entremezclan los distintos lugares que aparecen en la obra, e incluso nos hace partícipes de esta deconstrucción del lugar. Muy reseñable también la cálida iluminación de Pau Fullana, que tamiza cada escena de una manera muy bien diferenciada, consiguiendo auténticos lienzos en cada instante. Por último hay que hablar del vestuario creado por Almudena Bautista, que convierte a los personajes en atemporales, con unas indumentarias que podríamos ver a la salida del teatro y que acerca a los personajes a la actualidad.


Una puesta en escena valiente que no defrauda y que merece la pena ir a disfrutarla. Hay autores que siempre merece la pena revisitar, y sin lugar a dudas Ibsen es uno de ellos. Porque sus textos nos hablan de nosotros mismos, de los problemas y miedos que han impregnado a la humanidad a lo largo de la Historia. Por ello, y por un elenco maravilloso que nos hipnotiza, no deberían perderse esta obra. Viajen con Ibsen y déjense llevar por estos lugares tan cotidianos y a la vez tan lejanos.


RESEÑA ESCRITA POR GEMA COLADO

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Teatro: Teatro Abadía.
Dirección: Calle Fernández de los Ríos 42.
Fechas: Del 17 de Mayo al 19 de Junio. De Martes a Sábado a las 19:30. Domingos a las 19:00
Entradas: Desde 9€ en TeatroAbadiaPrograma de mano.

REPARTO

Hjalmar Ekdal
Juan Ceacero
Berta
Pilar Gómez
Hedvig Ekdal
Nora Hernández
Capitán Ekdal
Ricardo Joven
Gregers Werle
Javier Lara
Dr. Relling / Sr. Werle
Jesús Noguero
Gina
Eva Rufo

FICHA ARTÍSTICA

Dirección Carlos Aladro
Versión Pablo Rosal
A partir de la traducción de Cristina Gómez-Baggethun
Ayudante de dirección Paula Castellano
Espacio escénico Eduardo Moreno
Vestuario Almudena Bautista
Iluminación Pau Fullana
Espacio sonoro JUMI
Imagen de cartel Miguel Vallinas (de la serie ‘Segundas pieles’)
Fotos en escena y de ensayo Eva Rufo
Fotos del espectáculo Luz Soria
Realización escenografía Scnik Móvil S.A.


Agradecimientos Escuela Municipal de Música y Danza María Dolores Pradera, Jesús Jara, Sen Senra, Elle Belga, Nils Frahm, Pepe Alcid y Ruth González.

Una producción del Teatro de La Abadía


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