La Sala Cuarta Pared junto con Producciones Bernardas nos trae esta obra que formó parte de la VIII Muestra de Creación Escénica de SURGE Madrid y que estrenó esta misma sala en el 2021.
Los
hijos de cualquiera es
un homenaje a esas madres valientes que cuando la droga hacía estragos en
Galicia, se levantó contra los poderosos narcotraficantes.
Sin
saber nada de drogas, ni de adicciones, ni de lo que se les venía encima, creó
la Asociación Érguete y que en 1986 plantaron cara a esos narcos tan respetados
por dinero en aquella región tan
acostumbrada al contrabando de tabaco.
Y es
justo en ese año (1986) cuando arranca la primera escena. Cinco mujeres algo
nerviosas y con papeles de un lado a otro que se presentan ante un público
dispuesto a escucharlas, ven como entra en esa sala a alguien que no esperaban.
Y es en ese momento cuando la ira hace acto de presencia.
Con
un flashback al pasado nos cuentan como aquellas madres han llegado hasta allí.
Un pasado tortuoso que les cambió la vida, no sólo a ellas y a sus hijos, sino a su familia y a toda una generación y después a todo un país. A esos hijos se les llamó la generación perdida y llenan los cementerios primero de Galicia y luego de toda España.
Esa primera escena, la rueda de prensa convocada en 1986 por esas Madres contar la Droga, inició el verdadero señalamiento público de aquellos capos cuando un grupo de mujeres que veía cómo se comerciaba con la vida de sus hijos hizo pública la lista de los 38 bares de Vigo donde se trapicheaba con heroína. Y a partir de allí la lucha, que duró diez años y que aún sigue, para meter en la cárcel a los responsables de aquel sufrimiento.
Este montaje pone el foco de esta historia –la de David contra Goliat,– en las madres protagonistas; en las mujeres que tuvieron el suficiente coraje para canalizar su dolor y su importancia y hacerlo desembocar en un movimiento matriarcal histórico de transformación social. Basada en la historia de Carmen Avendaño y sus compañeras y que aún siguen en la lucha casi 40 años después.
La dramaturgia aborda los inicios de una lucha social, que vino desde la tragedia y desde el desconocimiento (“los padres hicimos un Doctorado a marchas forzadas de lo que eran las drogas” ), pero sobre todo del amor. “Nosotras educábamos a nuestros hijos en unos valores, en el esfuerzo, la bondad, como cualquier familia”).
Cinco mujeres con su historia y con un
denominador común que es cómo la familia se va destruyendo cuando las drogas
(sobre todo la heroína) hace acto de presencia en sus vidas pero no sólo eso;
la cárcel, el SIDA, las guardias ante los bares que vendían droga, las
descargas de droga bien pagadas, las muertes, la desaparición de la alegría, el
infierno en que se convirtió su casa y en su fuerza para salir adelante.
Y bajo una vertiente familiar y
costumbrista (la cocina, la mesa camilla, el televisor y la radio están muy
presentes) se va gestando la lucha de estas madres, unas azotadas por el
abandono de los maridos y la muerte tan prematura de los hijos y otras con el
escarnio público por considerarlas marginales.
Es esa mezcla de valentía, emoción, y de
perseverancia de las madres la que transporta al espectador a aquella época y
empatiza con su sufrimiento. Y como en todas las familias también hay momentos
para la distensión y la risa. ("No somos locas, ni terroristas. Sino madres
muy realistas")
Pero lo que más queda en la retina son
esas madres con esos discursos de dolor (“mi hijo está enterrado con sus
amigos mirando al mar, ese mar que nos ha traído tanta alegría y tanto
sufrimiento”).
Esas madres que como muchas no asume que su hijo es un drogadicto y tiene la necesidad de culpar (“mi hijo era un chico estupendo y me vino de la mili colocado”).
Gracias a esa combinación, el realismo de
las escenas impregna la sala desde el principio, evolucionado en una gama de
sentimientos que hace que no puedas apartar los ojos del escenario.
A destacar la sincronía y la fuerza de
las actrices que interpretan magistralmente a aquellas madres. Todas ellas con
una fuerza y un carácter cercano que no hace que ninguna brille más que otra.
Trasmiten una energía arrolladora unas, que les pide su personaje y otras una
dulzura que les demanda el suyo.
Un elemento importantísimo a tener en
cuenta es la disposición del escenario. Una división de cinco espacios bien
definidos (cocina, salas de estar, recibidor) donde se desarrollan la mayor
parte de las escenas y la vida familiar. Corografías dinámicas entre las
actrices que se cambian de espacios en perfecta sincronía.
La música juega un papel fundamental en la transmisión de emociones y es otra pieza del puzle actoral junto con la iluminación.
Teatro: Sala Cuarta Pared
Autoría: Aldara Molero
Dirección y dramaturgia: Aldara Molero y Natalia Mariño
Ayudante de dirección: Aitana Sar
Diseño de iluminación: Reducto
Diseño gráfico: Tony Raya
Fotografía: Camino Ventura
Coordinación técnica: Reducto
Producción ejecutiva: Juanje de los Ríos
Producción: Camino Ventura
Vestuario y escenografía: Producciones Bernardas
Música: Lagharteiras y Zënzar
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