El estreno de la obra El bar prodigioso es el escogido por el teatro Quique San Francisco para abrir esta nueva temporada. Se representa el último mes del verano y acorde con la época se trata de una obra muy fresca y divertida. Con texto de Roberto Santiago y la dirección de Alejandro Arestegui.
Resulta curiosa la importancia que en esta obra tienen los números, más concretamente dos números. Uno es el doce mil trescientos veintitrés, que es el número de palabras que tiene la obra. El otro es el cuatro, muy presente a lo largo de toda la obra. Cuatro son los protagonistas, la acción se desarrolla a lo largo de cuatro estaciones. La música es las cuatro estaciones de Vivaldi, la protagonista de repente se comunica únicamente con grupos de 4 palabras.
La trama se inicia cuando Antonio una persona a la que la vida le sonríe (tiene un buen trabajo, vive en una buena casa con su mujer) se encuentra en la terraza de un bar en el parque para tomar algo con su amigo Bernardo al que por contraposición todo “le va mal” , no tiene trabajo, ni dinero, ni pareja…..
Lo paradójico es que, si no supiéramos nada de todo esto, parecería que es al revés. Antonio pese a lo bien que aparentemente le va todo tiene una gran preocupación. De un tiempo a esta parte a su mujer le ha dado por hablar con grupos de 4 palabras sin aparente sentido entre ellas; es algo que le tiene entre preocupado y desconcertado.
Por su parte Bernardo está feliz, disfruta de la vida, de las pequeñas cosas. Digamos que vive en un continuado estado de felicidad. Enamorado de la vida y de todo lo que esta le ofrece, los pájarillos, los árboles, las puestas de sol, el olor a hierba…
Bernardo ha quedado con su amigo Antonio por que hay algo muy importante que le tiene que contar. Bernardo y Sophie la mujer de Antonio se han enamorado; sólo hay un pequeño problema; élla todavía no lo sabe.
Pero como muy bien explica Bernardo es cuestión de tiempo, más temprano que tarde esa atracción acabará en relaciones sexuales.
Sin ánimo de adelantar nada más, esta es una pequeña muestra de por donde se desarrolla la trama de la obra.
Sophie por su parte es una artista vanguardista que se encuentra en medio de una terrible crisis creativa y fruto de élla de un tiempo a esta parte habla con grupos de 4 palabras aparentemente sin sentido o con un sentido que sólo élla parece entender.
Completa la historia Clara, la camarera del bar donde se desarrolla la historia. Es el reflejo de una persona que dejó sus estudios por amor, con el tiempo la cosa no acabó bien y ahora sobrevive con un trabajo precario. Es muy clara, directa y sincera, como todos aquellos que nada tienen que perder.
Lo que nos atrapa de esta historia es que nada se desarrolla como pudiéramos prever, los giros que se van produciendo en la vida de los cuatro protagonistas, hace que queramos saber cada vez más.
Resulta muy acertado el entorno donde transcurre todo, un lugar muy común en el que en un momento u otro de nuestra vida hemos estado, la terraza de un bar en un parque cualquiera.
No obstante lo verdaderamente esencial es la palabra; de hecho uno de los protagonistas en un momento dado así lo señala “Me asusta el poder de las palabras”.
Junto a la palabra el otro puntal sobre el que se asienta la dramaturgia son los personajes. Unos personajes y unos diálogos cargados de dobles sentidos, con dosis de surrealismo y un humor absurdo en el que las palabras ya tengan sentido o no llevan todo el protagonismo.
Perfecto el ritmo al que se desarrolla la trama, con un cruce muy efectivo de las distintas relaciones entre los personajes, sentimentales, laborales, de amistad, de poder….
La dirección corre a cargo de Alejandro Aristegui que ha conseguido darle a la obra el ritmo justo que necesitaba. Todo ello con el trabajo de Igone Teso cuya escenografía se mantiene prácticamente igual a lo largo de toda la representación, un parque público, un pequeño quiosco, un mesa y un par de sillas son más que suficiente para recrear el espacio necesario.
Notable la iluminación de Ciru Cerdeiriña que junto al espacio sonoro de Tuti Fernández y el vestuario de Genel Romero consiguen cerrar un círculo perfecto.
En cuanto a la obra el propio director comenta que “en El bar prodigioso, el poder del lenguaje lo envuelve todo con tanta fuerza que produce un tsunami poético de tales dimensiones que no sabes si reír o echarte a recitar versos por la calle. Es una historia sobre las relaciones (de pareja, de amigos, de trabajo) y sobre cómo el paso del tiempo provoca un inevitable -y prodigioso- deterioro de las afinidades personales. Nuestro bar se convierte en testigo de excepción de cuatro personajes que van cuesta abajo y sin freno. Solo su capacidad de amar podrá amortiguar el estropicio emocional al que se ven abocados ”.
La dramaturgia es obra de Roberto Santiago, director de cine, guionista, dramaturgo y escritor. Con una dilatada carrera como escritor y en el mundo del cine ha recibido varios premios literarios y en el cine estuvo nominado al Goya por la película el penalty más largo del mundo.
Como indicaba anteriormente impecable el texto, dotado de fina ironía, con muy buenos juegos de palabras y con unos diálogos muy divertidos sobretodo entre Antonio y Bernardo.
Respecto al génesis de esta obra Roberto Santiago señala “empecé a escribir esta historia gracias al impulso de mi maestro José Sanchís Sinisterra. Un sabio. Y un hombre bueno. Me dijo: Roberto, no escribas sobre las relaciones de pareja. Le hice caso, como siempre. Empecé la obra con un tema central: el poder de las palabras, del lenguaje, en estos tiempos extraños en los que cualquiera puede decir una barbaridad sin pruebas y, sin embargo, alcanzar una prodigiosa notoriedad”. Y continúa que “Poco a poco, los personajes se fueron apoderando del texto. Como ocurre siempre. Como me decía otro de mis maestros: Juan José Millás. Y también les hice caso, claro. El amor indefinido y los contratos de pareja. O al revés. De eso habla El bar prodigioso, sobre lo que somos. De lo que fuimos. Y de lo que seremos. Escribir comedia es algo muy serio, ya lo sabemos. Disfruten ustedes de este juego pervertido y luminoso”.
En cuanto al elenco está formado por Manu Hernández que interpreta a Antonio, fantástica la forma en que nos trasmite su personalidad y su forma de ser, el nerviosismo, las enormes diferencias que les separan de su amigo. La angustia que padece por lo que le está pasando a su mujer. Muy buena la forma en que en determinados momentos declama su texto, divertidísimo.
Le acompaña Antonio Romero en el papel de Bernardo, simplemente maravilloso, dentro de la locura que es la historia pone la nota con esa visión nada frecuente de una persona que vive feliz y enamorado de todo, al que nada le preocupa, al que todo le parece bien, ni siquiera en los peores momentos cuando le cuenta a Antonio que está enamorado de su mujer lo hace con una dulzura y una delicadeza sobresaliente.
Ana Lucas es Clara la joven que trabaja de camarera, muy buena su interpretación como trabajadora precaria que renunció a todo por amor e intenta poco a poco rehacer su vida.
Cierra el reparto María Zabala en el papel de Sophie, la mujer de Antonio. Sublimes sus “ataques” cuando empieza a hablar con las cuatro palabras inconexas, muy continuos en determinados momentos y realizados con enorme solvencia.
En definitiva una inmejorable forma de retomar la actividad teatral después del verano con una comedia tan divertida como recomendable.
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Teatro: Teatro Quique San Francisco.
Dirección: C/ Galileo, 39.
Fechas: 25 agosto al 24 de septiembre.
Horarios: Del 25 Ago al 11 Sep. jueves a domingo a las 19:45
Del 15 al 24 Sep. jueves a domingo a las 20:00
Precio: General:
20€.
Previas: 14€.
Ficha artística:
Dramaturgia: Roberto
Santiago.
Dirección: Alejandro
Arestegui.
Reparto: Manu
Hernández, Ana Lucas, Antonio Romero y María Zabala.
Ayte Dirección: Mariana Kmaid.
Escenografía: Igone Teso.
Iluminación: Ciru
Cerdeiriña.
Espacio sonoro: Tuti Fernández.
Vestuario: Genel
Romero.
Dirección de producción: Nadia Corral.
Ayte. producción: Sofía Aragón.
Producción: Octubre
Producciones.
Distribución: Montse
Lozano.
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