Teatro: Hemingway, enviado especial. Teatro del Barrio

Uno de los escritores más relevantes del pasado siglo, una de las guerras más despiadadas. La historia de amor entre Ernst Hemingway y España es de sobra conocida, desde los San Fermines a su querida Madrid, en la que vivió en primera persona el asedio durante la Guerra Civil, como corresponsal de Guerra, desde el mítico Hotel Florida. Una historia de amor a una causa, a un pueblo, a una ideología, que el escritor dejó plasmada en sus crónicas, en las que vivió toda la crudeza de un Madrid sitiado, pero también compartió trincheras con los milicianos. Uno de los relatos más tiernos y demoledores, desde la exquisita pluma del genio.




Este contundente monólogo está basado en las crónicas que el propio Hemingway realizó durante su estancia en Madrid en el año 37, cubriendo para diversos periódicos la Guerra Civil española. Un relato cargado de vehemencia, de sarcasmo, pero con todo el dolor y el pragmatismo del que hace gala un cronista de guerra. De este modo, la obra transita los momentos más difíciles de la contienda, pero también podremos conocer las juergas en el Chicote, la concurrida habitación del escritor en el hotel Florida, o la relación con sus distintas amantes. 



Mario Hernández, tras el éxito de "El pecado mortal de Madame Campoamor", vuelve a llevarnos de la mano por la historia más oscura de nuestro país. En este caso reconstruye la estancia del Premio Nobel de Literatura Ernst Hemingway en la ciudad de Madrid durante la Guerra Civil. Mario, que asume la autoría del texto (a partir de las crónicas del escritor) y la dirección, nos sumerge en un interesante viaje por las entrañas de un Madrid turbio y decadente, en el que conviven el ruido de las bombas con los cines llenos. Tomando como referencia los textos de Hemingway, Hernández nos muestra un collage en el que conoceremos las distintas aristas del autor, así como su particular visión sobre la Guerra Civil. El autor estadounidense estuvo en diferentes momentos en la ciudad de Madrid durante la contienda, y en este demoledor relato conoceremos las atrocidades que vio, los peculiares personajes a los que conoció, pero sobre todo el amor incondicional que tenía por la ciudad y por lo que en ella se defendía. 

Mario Hernández ha sabido profundizar en la personalidad de uno de los escritores más reconocidos del siglo pasado, pero también descubriremos a lo largo del montaje a un personaje arrogante, mujeriego, bebedor, fumador, en una disección del personaje que el director crea con maestría. La personalidad de Hemingway se nos va mostrando a la par que los diferentes hechos históricos que él mismo nos cuenta, de tal manera que conseguimos hacernos un retrato en paralelo tanto de la historia como del personaje. El director consigue mostrarnos todas las aristas de este genio, tan poliédrico como interesante.




La historia se desliza con destreza por los distintos episodios de la vida del escritor. De este modo vamos encajando las diferentes piezas del rompecabezas, consiguiendo una visión bastante aproximada de lo que fue la realidad de aquellos oscuros tiempos. Porque Mario sabe saltar de un hecho a otro, hilvanarlos con precisión, para que todo tenga una abrumadora cordura, una escalofriante verdad, una desgarradora coherencia dentro de la locura que es todo lo que nos está contando el escritor y periodista. El público se emociona, se divierte, se estremece mientras escucha con atención los sucesos que se vivieron en Madrid en aquellos días de asedio. El texto nos plasma toda la crudeza de aquellos días, el dolor y la muerte, la lucha por la supervivencia, pero la obra sabe bascular intercalando anécdotas cómicas que hacen que la sonrisa del espectador no se borre, incluso en los peores momentos. La cercanía entre la vida y la muerte, entre el horror y la fiesta, entre la crudeza de la guerra y la cotidianeidad de un gin tonic en el Chicote.



La historia nos lleva, tanto en el comienzo de la obra como el diversos momentos, a la noche en la que el escritor se suicidó. Corre la madrugada del 2 de Julio de 1961 y Ernst Hemingway, con su escopeta favorita en la mano, bebe y comienza a recordar lo que ha sido su vida, viajando a esos años pasados en su adorada España. Comienza un repaso por la Guerra, por sus éxitos y sus derrotas, por sus mujeres, por las adaptaciones que Hollywood hizo de sus novelas, por los bombardeos de Madrid, por una vida intensa y exitosa, llena de viajes y aventuras. Viajamos por la primera gran guerra, para conocer casi como a modo de prólogo, los antecedentes que llevaron a Ernst a Madrid. Corre el año 1937, la Guerra Civil golpea con fuerza el país, Madrid ante el asedio de los sublevados. Es en este momento histórico en el que Hemingway llega a Madrid, para vivir en primera persona las bombas estallando por toda la ciudad. Él será el encargado, desde su habitación del Hotel Florida, de contarle al mundo como resiste la República los envistes de los fascistas, en lo que él mismo denominó "la última guerra romántica".



Pero no todo en la vida de Hemingway fue compromiso social y político. En realidad su llegada a Madrid se corresponde a su intento de volver a la cumbre de la literatura, tras una década en la que no le habían ido del todo bien las cosas. Esta dualidad se nos muestra con claridad en esta pieza, en la que también conoceremos al Ernst más mundano, un borracho y mujeriego que vive al máximo la noche madrileña, sin importarle en exceso lo que ocurre al otro lado de la Gran Vía. Hemingway era un escritor capaz de sacar grandes crónicas de la tragedia para recuperar el prestigio, mientras se corría fiestas en los bares de Madrid, un personaje que disfrutaba las noches de la capital como las que pasó en las trincheras con los milicianos, con un punto engreído al que parece no afectar todo lo que pasa a su alrededor. Él mismo llega a reconocer como esta Guerra marcó su vida. Cómo, en su querida España, Hemingway mató a Ernst.


Todo esto nos lo muestra un espléndido Jose Fernández, que se mete en la piel del Premio Nobel para enseñarnos todas las aristas del artista. El trabajo que realiza el actor es impecable, mimetizándose por completo con el escritor, un personaje ya de por si complicado de interpretar. Jose consigue mostrarnos los miedos y las penurias del hombre, pero también la grandeza y la soberbia del escritor. Con una interpretación medida hasta el más mínimo de los detalles, el actor consigue llenar la escena con su sola presencia, que sea él lo único a lo que prestemos atención, que su vaso de Whisky o su puro adquieran un protagonismo especial, por la importancia que él le da a cada elemento que participa en el montaje. Jose domina a la perfección cada giro del texto, cada cambio en el personaje, cada nueva circunstancia a la que se enfrenta Hemingway. El intérprete se mete de lleno en la historia, en el personaje, para hacernos partícipe de todo lo que le ocurre, a todos las dudas y los miedos que azotaron al escritor estadounidense en aquellos años.


Y para todo esto el actor se rodea de lo imprescindible. Porque todo relato que nos habla de un escritor y de su legado, debe ser la palabra lo que prime por encima de todo lo demás. Un círculo de arena en el centro, un sillón a un lado, una mesa con una máquina de escribir y una botella de whisky al otro, poco más se necesita para contar este relato. Eso ha pensado la creadora de la escenografía, Paula Castellano (Responsable también del diseño de vestuario), que ha encajado esta serie de elementos en un escenario vacío, en el que se puede ver al fondo una lona sobre la que se proyectan imágenes de la época. La decisión de Castellano ayuda en el desarrollo de la obra, en el movimiento del actor por el espacio, dándole total libertad para que sea él quien se recoja todo el peso de la historia. Todo esto viene potenciado por la impecable iluminación de Álvaro Guisado Garavito, que sabe dar a cada escena la textura precisa, el tono adecuado, la intensidad necesaria. A todo ello hay que sumarle la demoledora elección de la música, que nos transporta de inmediato a aquellos belicosos años. El envolvente diseño de sonido de Hernández & Fernández consigue meternos de lleno en la historia desde el inicio, sintiendo como las bombas parece que nos explotan al lado.


En definitiva, estamos ante uno de los grandes estrenos de este comienzo de temporada. Este montaje destila verdad, amor, compromiso con la memoria, lealtad a una manera de contar las historias. Una obra que seduce al espectador desde el primer momento, porque así era la figura del gran genio Ernst Hemingway, un personaje embaucador, seductor, hipnótico. Y todo eso es lo que consigue Jose Fernández con su descomunal interpretación, hacernos conocer a ese hombre de las mil caras, el genio y el borracho, el vividor y el periodista, el luchador antifascista y el egoísta que buscaba relanzar su carrera. Todo esto y mucho más cabe en esta poderosa obra. No dejen escapar al gran Hemingway sin conocerlo más a fondo. Lo disfrutarán, les sorprenderá. Y tendrán la oportunidad de conocer de primera mano lo que fue "la última guerra romántica".

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Teatro: Teatro del Barrio
Dirección: Calle Zurita 20.
Fechas: Del 4 al 25 de Septiembre. Domingos a las 20:30.
Entradas: Desde 15€ en TeatroDelBarrio.


Ficha artística

Autoría: Mario Hernández, a partir de textos de Ernest Hemingway
Dirección: Mario Hernández
Interpretación: Jose Fernández

Dirección de Producción: Hernández & Fernández
Ayudante de Dirección: Sara Mata
Iluminación: Álvaro Guisado Garavito
Escenografía: Paula Castellano
Diseño de Sonido: Hernández & Fernández
Vestuario: Paula Castellano
Comunicación y prensa: Gran Vía Comunicación

Con la colaboración de Carlos de Austria, José Luis Bustillo, Jorge Corrales, Fernando Huesca, Sara Mata, Elena Rey, Sara G. Romero y José Luis Verguizas

Fotografías: Julia Armengol y Óscar Peña
Agradecimientos: Ámbito Cultural & Lo etéreo


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