Teatro: Ay Carmela!. Teatro Pavón.

El clásico moderno de Sanchís Sinisterra regresa para hablarnos del amor por una profesión, del empeño por continuar hacia adelante en el horror de una guerra, pero sobre todo nos habla de la importancia de la memoria, un grito por la dignidad del ser humano, una desgarradora canción de los vencidos mirando a la cara de los que aprietan el gatillo. Hemos visto todo tipo de versiones de este gran texto, pero siempre es un ejercicio necesario es escarbar en todo lo que nos quieren mostrar Paulino y Carmela, estar atentos a su recuerdo para ver aquello que dejan entre líneas, escuchar con atención sus mensajes, que siguen tan vigentes en nuestros días.


El remodelado Teatro Pavón comienza su nueva andadura recuperando montajes que, pese al éxito cosechado, no se mantuvieron en exceso en la cartelera. Este es el caso de esta fantástica versión de "¡Ay, Carmela!", que tras su paso por la sala verde de los Teatros del Canal llega a la calle Embajadores para emocionarnos y hacernos reír a partes iguales, y siempre con el corazón encogido por lo demoledor del contenido y el desgarrador mensaje que va dejando a lo largo de la obra. La reivindicación de la memoria en el tramo final del montaje es fabulosa, directa y elegante.


Lamedina.es y Producciones Come y Calla S.L. (responsable de montajes como "El caballero incierto", "La infamia" o "El beso") recuperan esta historia de supervivencia en tiempos de guerra, un canto a la dignidad de estos cómicos que lo único que quieren es trabajar para poder comer y seguir con su vida, intentando mantenerse lo más ajenos posibles a lo que ocurre a su alrededor. Un dolor encerrado en el "AY" de Carmela, el mismo que veremos en los ojos de Paulino al recordar lo vivido, al encontrarse solo en este mundo tan inhóspito. Él es un muerto en vida que solo quiere continuar, pero que necesita aferrarse a la idea de que Carmela vuelve a la vida, que todo vuelve a ser como antes, que podrá volver a haber función esta noche, como pasaba antes cada noche.


Leí hace unas semanas un tweet de Sergio Peris-Mencheta diciendo algo así como que habría que ser si estábamos haciendo versiones de "Ay, Carmela" por encima de nuestras posibilidades, ya que a lo largo de estos meses pasarán por nuestra cartelera 5 o 6 versiones. No se como serán el resto, pero la versión que dirige Fernando Soto del clásico de Sinisterra es prodigioso. Es cierto que desde su estreno, allá por 1987 (bajo dirección de José Luis Gómez e interpretada por él mismo junto a Verónica Forqué), hemos podido ver quizás demasiadas versiones de esta obra. Pero no es menos cierto que esta que se puede disfrutar estos días en el Teatro Pavón es una de las más complejas, oscuras, diferentes y originales. Soto intenta sumar algo nuevo al texto, dándole una nueva visión, una perspectiva diferente sobre la que hacer girar la obra, planteando nuevos temas, nuevos interrogantes, abriendo nuevos cauces por los que transitar este descomunal texto.


El propio Fernando Soto explica que "siempre que se piensa en ¡Ay Carmela!, se piensa en un espectáculo de tono político o reivindicativo, o simplemente en un espectáculo sobre la Guerra Civil vista desde los ojos de los perdedores". Pero este montaje, reconoce Soto, busca otros prismas sobre los que abordar esta inmensa obra. "En el caso de nuestra Carmela queremos volver a lo que creemos que son los orígenes de este texto y que no es más que la relación de dos pobres seres humanos (en este caso dos cómicos) en un contexto brutal como es una guerra, donde la palabra justicia se vuelve sorda por el ruido de las bombas". El director busca un complejo juego en el que mezcla realidad y ficción, el pasado y el presente, los vivos con los muertos, para intentar profundizar en diferentes aspectos de la obra que no se tratan en otras versiones.

Soto reconoce que "vemos Carmela como la historia de dos supervivientes que lo único que tienen para sobrevivir es necesitarse el uno al otro y que, incluso estando uno de los dos ya muerto, esa dependencia se hace más notoria. Y si algo reivindica ¡Ay, Carmela! creemos que es la idea de que los muertos no deben caer en el olvido, que los muertos acaban de morir cuando dejemos de recordarlos". Y este último punto se convierte en el eje principal de este montaje, en la relación que se crea entre los dos, en el miedo de ella por que la olvide, en el dolor de él por no poder olvidarla.



La historia es un canto a la supervivencia, a la dignidad del ser humano, que se intensifica en el contexto tan dramático en el que suceden los hechos. La vida de estos cómicos que intentan sobrevivir sin más intención que la de seguir trabajando y necesitarse mutuamente. Este punto es el que hace que su universo salte por los aires y no deja de ser el punto de partida de este fantástico montaje. La muerte de Carmela deja un vacío en Paulino, que nunca ha sabido afrontar la vida sin el empujón de su compañera. La lucha de ambos por mantener vivo el recuerdo de ella para que lo ocurrido no se olvide, es el pivote sobre el que gira el resto de la obra. Un recuerdo que se desvanece, una vida arrancada que hace que la otra no tenga sentido. El horror de la guerra y la necesidad del recuerdo.


Y ellos son los fabulosos Cristina Medina y Santiago Molero, que nos regalan unas impecables interpretaciones de Carmela y Paulino. La compenetración de ambos en escena es maravillosa, consiguiendo que la extravagancia de ella contrarreste la melancolía de él, lo impetuosa que es Carmela se frena por los miedos de Paulino, una entrañable pareja que funciona a la perfección. Los dos personajes parecen estar con los "papeles cambiados", mientras que Carmela sigue con su alegría habitual pese a estar muerta, a Paulino le cuesta la vida, la sufre, como si estuviera muerto. Es muy divertido los diálogos que se crean, como se quieren y se necesitan, pero como siguen manteniendo ese pulso que mantenían en vida.


Cristina Medina es pura energía y nos regala una Carmela para el recuerdo. Explosiva en su parte de cómica de variedades y tierna en la relación con Paulino. La actriz sabe moverse en los extremos, pero también sabe templar la situación cuando es necesario. Con una vis cómica fuera de toda duda, su elegancia a la hora de afrontar el drama (delicada y muy bien perfilada) es uno de los mayores aciertos del montaje. Por su parte Santiago Molero está mucho más comedido en su interpretación de Paulino. En un papel mucho más lineal, Molero sabe jugar con los matices para que vayamos viendo los distintos estados de ánimo de Paulino, desde el vacío tras la pérdida de Carmela hasta los miedos que le atenazan cuando tiene que actuar ante los nacionales.


Y todo ello es una sencilla escenografía diseñada por Mónica Borromello, que se va desplegando ante nosotros con los juegos de luces que nos propone Felipe Ramos en un preciso diseño de iluminación. La propuesta es cierto que abarca todo el teatro, convirtiendo el pasillo del patio de butacas en un elemento más de la escenografía. Pero hay que destacar la ingeniosa propuesta de mantener la pared elevada, para que en todo momento veamos lo que ocurre tras ella (y también como entra y sale de escena Carmela). No podemos olvidar el diseño de vestuario de Chary Caballero y Óscar Armendariz Lucarini, que aportan el colorido dentro del tono grisaceo y oscuro del montaje. Por último tenemos el sonido de Mariano García, que se acaba convirtiendo en un personaje más dentro de la obra. 


En definitiva, estamos ante una de las versiones más interesantes del clásico de Sinisterra. En esta propuesta salen a relucir temas de gran calado, como es la memoria, que siempre han de tomarse en consideración. La propuesta de Fernando Soto, con una puesta en escena muy lúgubre, ayuda a este juego de vivos y muertos, en el que vamos encajando las piezas de esta historia mientras luchamos porque no se pierda en la oscuridad del tiempo. Siempre es necesario hablar de memoria, del pasado no resuelto, de todos aquellos que intentaban sobrevivir a pesar de las circunstancias. Siempre es bonito escuchar lo que nos tienen que contar Carmela y Paulino...
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Teatro: Teatro Pavón
Dirección: Calle Embajadores 9.
Fechas: Del 2 al 16 de Diciembre. De Martes a Domingos a las 19:30.
Entradas: Desde 18€ en elpavonteatro.


Ficha artística

Dramaturgia: José Sanchis Sinisterra
Director: Fernando Soto
Intérpretes: Cristina Medina, Santiago Molero
Ayudante de Dirección: Laura Ortega
Diseño de Escenografía: Mónica Boromello
Diseño de Iluminación: Felipe Ramos
Diseño de Vestuario: Chary Caballero / Óscar Armendariz Lucarini
Diseño de Imagen: Ouka Leele
Sonido: Mariano García
Jefe de Prensa: Josi Cortes
Diseño de Producción: Eva Paniagua
Producción: Lamedina.es y Producciones Come y Calla, S.L.


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