Teatro: La Florida. Naves del Español

Un misterioso asesinato, un peculiar grupo de sospechosos y un lugar de veraneo que el resto del año sobrevive con extraños inquilinos... Esto es el panorama que se encontrará el protagonista de esta singular historia al llegar a La Florida. Un homenaje al género de la comedia negra que nos habla de corrupción, de la soledad que habita en las personas que huyen de su pasado, y de los héroes anónimos que buscan hacer lo correcto en un mundo que se desmorona.


Esta intrigante historia destila el aroma de las películas de los hermanos Coen, con sus personajes extravagantes y sus ambientes sórdidos. Una puesta en escena rotunda, con distintos niveles para colocarnos a los diferentes personajes. Un asesinato como desencadenante de un relato marcado por la comedia más oscura, con cantantes de éxito lejano que viven de sus recuerdos, videntes extrañas, mujeres que huyen de su propia vida, personajes extravagantes y muy peculiares que convierten La Florida en un lugar de lo más variopinto.


Producida por Octubre Producciones ("True West", "La lengua en pedazos", "Los asquerosos") y el Teatro Español, esta obra nace del Programa de Desarrollo de las Dramaturgias Actuales del INAEM. Una historia que navega entre el cine negro y la comedia más hilarante, con personajes de lo más variopinto que nos sorprenderán con sus increíbles historias. Y en el epicentro de la historia un inspector de policía, a mitad de camino entre Clouseau y Colombo, pero con la inseguridad en las relaciones personales más propias de un adolescente. Este curioso combinado de personalidades diversas confluyen en los apartamentos La Florida, un lugar en el que parece que no pasa nada pero que esconde infinidad de secretos.


Víctor Sánchez Rodríguez ("Cuzco", "Iván y los perros", "Una vida americana") es el dramaturgo y director de esta pieza, en la que se ven alguna de las señas de identidad que acompañan sus montajes. La historia se sitúa en un lugar de veraneo, en el que a lo largo del invierno "los apartamentos de veraneo con moles de hormigón deshabitadas" y la ciudad ha perdido su color y su alegría veraniegos. Este es el lugar perfecto para desarrollar esta peculiar investigación que lleva a cabo nuestro protagonista, entrevistando a unos vecinos de lo más particulares. El director se pregunta ¿Cómo deben ser las personas que eligen vivir durante todo el año en estos parajes? ¿Cuáles son los motivos que les empujan a vivir allí? ¿Cómo son sus vidas? Todo esto se irá descubriendo a lo largo de esta divertida e intrigante historia. 

El propio autor comenta que "intentando responder a estas cuestiones comencé a pergeñar una historia, a imaginar unos personajes que, de alguna manera, se iban configurando con cierto aroma "noir". Quizás se deba a las palmeras de los paseos marítimos valencianos, tan parecidos a las de California, grabadas  en nuestro subconsciente gracias a la iconografía del cine negro que tiene como escenario Los Ángeles o San Francisco". Para Víctor hay algo en el género que conecta con la raíz profunda de la ficción, con su origen: "querer saber".


"Ese "querer saber" es el alma de las ficciones y, a menudo, parece que el teatro se olvide ello". Por todo esto el dramaturgo se embarcó en esta comedia negra, con "la voluntad de jugar con las convicciones del teatro para contar una historia llena de acción y de intriga". Pero el autor decide alejarse en cierto modo de los clichés del género para contarnos otra cosa. En la trama que nos propone Víctor Sánchez Rodríguez el crimen pasa a un segundo plano conforme vamos conociendo a los protagonistas, que se acaban convirtiendo en el epicentro real de la obra. "El tono de la obra debe conjugar la capacidad para poner la lupa en la humanidad de los personajes y complementarlos desde una distancia que los haga desprender comedia" asegura el director.

Los personajes de esta historia destilan comicidad desde la desgracia de sus propias vidas, estancadas y con un futuro incierto. "Los personajes cómicos lo son porque no son conscientes de su drama, no sufren un reconocimiento que arroje luz sobre sus vidas y les digan qué hacer para cambiar, ser más felices. Se equivocan, toman malas decisiones, son muy poco conscientes de sí mismos. Esto los hace profundamente humanos. Los personajes de la dramedia son capaces de verse pero, aún así, no toman la mejor decisión. Esto los hace más humanos todavía".


Vamos a ceñirnos un poco más en la historia, para que conozcáis los entresijos de La Florida, un edificio de apartamentos de veraneo en la costa mediterránea, que en invierno se convierte en un lugar sórdido y tenebroso. Pero este edificio es parte fundamental de la obra, convirtiéndose en un personaje más, por su forma de representar a todo un modo de vida, ese que luce en verano y se ve fantasmagórico en invierno. A lo largo de esos fríos meses no ocurre nada, el mundo parece detenerse, solo un pequeño grupo de almas perdidas habitan el complejo. Todo parece tranquilo, anodino, monótono, hasta que una noche aparece un hombre muerto flotando en la piscina. Este podría ser el contexto y el punto de partida de la historia que nos cuenta esta obra.

Es el momento de presentaros a Antonio (impecable Vito Sanz), el detective que intentará resolver el caso. Él es un servidor público, entregado a su trabajo, que transita por la vida sin más ilusión que la de hacer bien su trabajo y acabar lo antes posible su jornada. Un hombre tranquilo que llega a La Florida con la parsimonia de quien ha hecho lo mismo toda la vida, pero sin saber que este lugar "lo acabará atrapando, como una planta carnívora a una mosca". De este modo encara Antonio el que será su último caso, sin saber que cada interrogatorio que inicie lo hará meterse un poco más en este agujero negro que es La Florida.


La obra es de una belleza formal exquisita, con una luz imponente (sensacional trabajo de Mingo Albir), un sonido que nos transporta a otra época (espacio sonoro diseñado por Ana Villa y Juanjo Valmorisco), y una escenografía precisa y deliciosa (diseñada por el maestro Alessio Meloni). Ya antes de comenzar nos hemos visto atrapados por el lugar. Pero La Florida es mucho más. Es un brillante homenaje al cine negro, con una intrigante gama de excéntricos personajes, capitaneados por el propio Antonio, que no sabe muy bien como ha podido acabar metido en este lugar donde parece haberse parado el tiempo. Más allá de todo esto, la pieza es una implacable crítica a una sociedad corrupta, en la que un detective decente se ve superado por la compleja trama de trampas en las que se ve envuelto. Todo parece estar podrido a su alrededor, y un poco de dignidad puede ser la única válvula de escape en este sórdido lugar lleno de corruptelas. Porque este es el lugar perfecto para esconderse, para huir, para renegar de la propia vida.


Y para dar vida a este grupo de peculiares personajes tenemos un fabuloso elenco con Vito Sanz a la cabeza, dando vida al detective que se queda atrapado en La Florida. Junto a él veremos a la maravillosa Silvia Marsó (haciendo gala de sus cualidades como cantante), Lorena López, Francisco Reyes (enigmático e impecable en todo lo que hace) y Amparo Fernández. Vito Sanz está espléndido interpretando a este dócil y trasnochado detective, al que su ética hace que todo este caso le sobrepase. Sanz sabe jugar perfectamente con esa aparente parsimonia para darle mil matices a su personaje, al que vemos evolucionar a lo largo de la historia hasta convertirse en uno más de La Florida.



Silvia Marsó da vida a Lola Fargas, una extravagante cantante que tuvo un gran éxito hace demasiados años y que ahora malvive actuando en restaurantes. Una femme fatale descolorida por el tiempo, una mujer anclada en su época dorada a la que la actriz sabe dar varias capas, para descubrirnos a una seductora, una soñadora, una extravagante soñadora o una dócil enamorada. Lorena López es Helena, la misteriosa mujer que huye de su pasado con su hija y no quiere que nadie sepa de ellas más de lo estrictamente necesario. Lorena consigue un personaje sórdido, oscuro, que con el parche en el ojo y sin parar de fumar nos traslada a esos turbios personajes de las películas del cine negro. Francisco Reyes interpreta a Abdón y a Nicolai y en ambos papeles hace gala de su portentosa elegancia, de su saber estar y de su peculiar vis cómica, marcada por una voz que impone. Un actor que nunca defrauda. Por último tenemos a Amparo Fernández como Rosafina, una mujer que dice ver el futuro en las cartas y que se encuentra sumida en la mayor de las tristezas tras la pérdida de su hijo.


En definitiva, estamos ante una propuesta muy original, que juega con el humor y la intriga basándose en unos personajes muy interesantes (por lo peculiares que son) que llevan todo el peso de la historia. Al final el crimen pasará a un segundo plano y nos quedaremos con ganas de conocer más de cada uno de estos personajes. El universo creado por Víctor Sánchez Rodríguez es muy interesante, con ritmo de cine negro y tonalidades que lo acercan al musical. Cada escena parece una obra en si misma, cada diálogo tiene la contundencia y el ingenio para enganchar al espectador y no soltarlo. Nosotros también nos hemos quedado prendados del ambiente de La Florida. Vayan a verla y sumérjanse en el turbio caso que intentan resolver.
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Teatro: Naves del Español
Dirección: Paseo de la Chopera 14.
Fechas: Del 8 de Diciembre al 22 de Enero. De Martes a Domingos a las 19:30.
Entradas: Desde 15€ en naves-del-españolPrograma de mano.


FICHA ARTÍSTICA

Texto y dirección: Víctor Sánchez Rodríguez

Con Silvia Marsó, Vito Sanz, Lorena López, Francisco Reyes Amparo Fernández 

Diseño de espacio escénico y vestuario: Alessio Meloni

Ayudante de espacio escénico y vestuario: Mauro Coll

Realización escenografía: Óscar Muñoz

Confección y arreglos: Paloma de Alba y APRAMP

Diseño de iluminación: Mingo Albir

Diseño de espacio sonoro: Ana Villa y Juanjo Valmorisco

Movimiento escénico: Cristina Fernández Pintado

Ayudante de dirección: Vicent Domingo

Fotografía: María LaCartelera

Dirección técnica de la compañía: Ciru Cerdeiriña

Jefa de producción: Beatrice Binotti

Dirección de producción: Nadia Corral

Agradecimientos: Ignacio Mateos y Antonio Escámez

Una producción de Octubre Producciones y Teatro Español








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