La nueva propuesta del Teatro de La Abadía
nos acerca a la obra del gran autor teatral George Tabori con una pieza
autobiográfica familiar del autor y que viene acompañada de la dirección de la siempre interesante Helena
Pimenta.
"Coraje de Madre" es una obra que habla de heridas abiertas, de sufrimiento y de cómo la vida, a veces, resulta rocambolesca. Todo ello contado con mucho humor y ternura.
Decir que la dirección escénica es de
Helena Pimenta ya es un adelanto para saber que la obra no defraudará y si viene
acompañada de las impecables actuaciones, en un mano a mano portentoso, de Pere Ponce y de Isabel Ordaz, podemos asegurar que es una valor seguro y una maravilla.
El Húngaro George Tabori apenas se ha podido ver en España a pesar de ser un autor teatral de enorme interés. En su escritura resuena el teatro de Brecht, y un sentido del humor negro, macabro, que nos recuerda al humor tradicional judío de reírse de las desgracias.
Este hecho tan terrible, está contado por el propio Tabori aunque su madre Elsa salga a
la escena una y otra vez para corregir a su hijo o matizar ciertos aspectos de
la historia tan sorprendente de la que vamos a ser testigos.
En un juego de narración y de representación y con grandes
dosis de humor, vamos conociendo la historia de la que fue víctima Elsa.
Elsa, tras ser detenida en la calle por policías ya
jubilados, uno asmático y otro con pocas luces, se escapa cogiendo el tranvía
pero en lugar de ir hasta el final de la línea, se baja en la siguiente parada y espera a sus captores porque a ella le
han enseñado a ser “una niña buena que no puede contradecir a nadie”. En
realidad ¿Dónde puede escapar sin
comprometer a nadie?
Cuando, finalmente, acaba encerrada en un vagón de mercancías rodeada de gente y ve el comportamiento asesino y aleatorio de su s guardianes va tomando conciencia de su desgracia.
Pero los designios de la suerte y sus grandes ojos azules
hacen que su historia gire 180 grados y pueda regresar de vuelta a su casa con
la ayuda indirecta de un oficial nazi. El enemigo de su pueblo, al que odia
profundamente, es aquel que le salva la vida.
Vemos la evolución de Elsa tal y como lo explicó Tabori “Mi madre antes de la guerra era muy cálida y cariñosa. Una mujer dulce, una madre de verdad en el sentido antiguo de la palabra. Después de la guerra, sentí que en su interior algo se había convertido en acero, parecía siempre ofendida”.
El texto se desliza entre las contradicciones entre la madre y el
hijo, pero contado con mucha sensibilidad, emoción, empatía, vitalidad y
respeto hacia las víctimas.
Isabel Ordaz se mueve entre la altivez de una gran señora,
dulce y seductora y despierta una gran ternura, mientras que Pere Ponce hace de hijo,
a veces comprensivo con el sufrimiento de la madre, a veces enfadado por
ciertos detalles de la misma. Ambos se notan que tienen tablas y nos regalan unas interpretaciones espectaculares, cargadas de matices y de impecables cambios de registro.
David Bueno frente al piano nos da cierto respiro y rebaja la tensión de la historia, lo mismo que Xavi Frau y Sacha Tomé que nos sirven de coro y de contexto a la historia.
Me imagino que el trabajo del equipo habrá sido un desafío
para equilibrar el humor y la tragedia encontrando el tono adecuado. Y estar en
el mismo escenario la madre y el hijo es un trabajo arduo pero que de cara al
espectador es muy verosímil
La escenografía creada por José Tomé y Marcos Carazo nos regala un mapa de Budapest que nos guía por los movimientos de aquella mañana de verano de Elsa. La escena está presidida por un espejo que da una imagen distorsionada del público y una especie de bastones con forma de espino que nos ayuda a meternos más en el campo de concentración y pasan de meros elementos escénicos a personajes a los que preguntan los deportados. Impecable la iluminación de Nicolás Fischtel, capaz de crear los diferentes ambientes antagónicos que recorren la historia, desde la luminosidad del Budapest veraniego al sórdido vagón de tren.
Juan Mayorga, hoy director artístico del Teatro de La Abadía, dice que
George Tabori “fue un creador cuya obra debe ser conocida por quienes aspiren
hacer del escenario un espacio para la memoria". Y estas obras son necesarias
por cómo estamos volviendo a los discursos de antaño. El otro día escuché decir a
Lola Herrera que si estamos volviendo al pasado es porque hemos enseñado muy
mal la historia. Obras como la de Tabori y direcciones como las de Helena son
necesarias.
La obra es, en definitiva, una delicia que animo a ir a ver porque no defrauda, por la historia, por los
actores, por la memoria y porque el teatro es arte y consigue que veamos la historia desde distintos prismas. La emoción, el humor negro, las distintas perspectivas de un mismo hecho, una puesta en escena deliciosa, unas interpretaciones soberbias, todo encaja en esta obra que nos entretiene y nos hace pensar sobre uno de los episodios más terribles de la historia reciente.
FICHA ARTÍSTICA:
Reparto: Isabel Ordaz, Pere Ponce, David Bueno y Xavi Frau
Dirección: Helena Pimenta.
Traducción: Víctor León Oller.
Escenografía: José Tomé y Marcos Carazo.
Vestuario: Mónica Teijeiro.
Iluminación: Nicolás Fischtel.
Ayudante de dirección: Noé Denia
Producción: Teatro de La Abadía, Ur Teatro, Teatre Principal de Palma de Mallorca.
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