El Teatro Quique San
Francisco nos trae de la mano de la compañía Valquiria Teatro este montaje
tragicómico y con mucho humor de una España no tan lejana.
Obra original de la gran
dramaturga madrileña Laila Ripoll, nos cuenta dos momentos cruciales en la vida
de las cuatrillizas más famosas de España.
La obra traza un paralelismo entre dos momentos de la vida de las cuatrillizas de Socuéllamos, nacidas en agosto de 1956.
En la víspera de su Primera Comunión, las cuatrillizas dan vueltas en sus camas. No pueden dormir pensando en el ansiado – y temido – momento de recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Veinte años más tarde, las cuatrillizas vuelven a encontrarse. Misma habitación, idéntico desvelo, aunque ahora “ese otro día más feliz de sus vidas” es su boda.
La primera parte se sitúa en la década de los sesenta, en pleno régimen franquista. Alrededor de esta espera, Marijose, la más miedosa, sacará a la luz sus miedos y temores ante ese gran día. Compartida esa inquietud con sus hermanas se producen unas conversaciones infantiles, llenas de humor que reflejan los tópicos de aquella España. Sobre las tres, el peso de la religión, una religión que todo lo condena y todo lo castiga. Todo es pecado de pensamiento, palabra, obra y omisión. El poder de lo que dice el cura y la necesidad de confesarse porque hasta dormir puede ser un pecado. El miedo a decepcionar a todos y al infierno es una constante en esas conversaciones. ¿Los pecados de los hijos caen sobre los padres? ¿Los pecados de los padres caen sobre los hijos? Ante la duda hay que rezar.
Miedo hasta que la Guardia Civil te detenga y te lleve al Generalísimo si no tomas bien la comunión. Porque rozar con los dientes el cuerpo de Cristo puede hasta matarte y así una sucesión de diálogos llenos de humor que esconden un país temeroso y llenos de sacrificios.
Entramos en la segunda parte con un cambio de decoración. La misma habitación vestida con lo que se llevaba en los ochenta. Mientras ese cambio se produce in situ, unos audios en off pasan por los acontecimientos más importantes de España hasta acabar en Socuéllamos veinte años después.
En 1984, con la democracia ya instaurada y la movida de Madrid, nuestras protagonistas esperan el día más feliz de su vida que no es otro que el día de su boda. Dos de ellas se dirigen al casamiento; Magdalena y Marijose.
Las cuatro hermanas
están en la misma habitación, pero ya no son las mismas. Sus conversaciones
adultas nos muestran, con el mismo humor, sus nuevas vidas y los importantes
cambios políticos y sociales de esta nueva España, no menos exenta de tópicos y
de convencionalismos sociales. Lo diferente que es la capital de los pueblos y
lo diferente que es la libertad por exceso o por defecto.
“Tenemos 28 años y
estamos en una edad difícil para casarnos” se escucha una de las veces. Se irán
desvelando secretos que tres de ellas guardan porque Paloma, aunque no hablé,
hace un papel de oyente activa muy divertido.
Vemos como han creado personalidades diferentes y que el enfrentamiento aflorará entre ellas por la visión tan distinta de las cosas que tienen. Libertad, deseo, sexualidad y desinformación. Pero el peso del miedo constante al que dirán, a no ser “una perdida”, a no defraudar y a conformarse con lo que toca está muy impregnado dentro de las costuras de sus camisones.
La acción de la obra se desarrolla con diálogos cortos y rápidos que dan mucho movimiento a la obra y que dejan entrever ese carácter castellano en toda su plenitud. Sin caer en estereotipos del costumbrismo español nos va sumergiendo de la mano del humor es esa historia sombría que les tocó vivir a nuestras madres y que en cierta forma nos han inculcado un poco a la generación posterior.
El texto de Laila es
maravilla, la dirección de Carlos Martínez es ya una señal de éxito y las
cuatro actrices convierten la obra en algo vivo. Las cuatro destilan
credibilidad, aunque representen a niñas y a mujeres en el mismo espacio.
Marijose con sus miedos, Magdalena con su sentido práctico, Toñi siendo la
rebelde y Paloma con su escucha hacen de esta obra muy recomendable.
Comentar, por último que la compañía Valquiria Teatro nace en Valladolid en 2011 de la mano de las actrices Alba Frechilla y María Negro (dos de las protagonistas de esta obra) y que nos indican que con este montaje quiere mostrar su compromiso con el pasado reciente, y más concretamente, "con nuestras madres y con todas aquellas mujeres que no pudieron decidir más allá de lo preestablecido. Mirando hacia atrás con humor, con todo nuestro cariño… para ellas”.
Y lo consiguen. Este montaje es un viaje irónico, irreverente, ácido, cercano y sobre todo muy divertido. Todo un descubrimiento que desde que te sientas en la butaca hasta que te levantas no dejas de reír, a veces por lo cómico, a veces por lo grotesco. Muy recomendable para saber de donde venimos y esperemos no llegar nunca más.
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