Imagino a dos andariegos zascandileando por la Calle Huertas, pasando por la que fuera Casa de Lope, la que fuera de Cervantes con la sensibilidad para poder sentir como sería ese Madrid de escritores y poetas y con esa sensibilidad les imagino aproximándose a las Gradas de San Felipe, ávidos de nuevas noticias para poder contar a los demás en forma de canción. Noticias reales, mezcladas con rumores foco de opiniones y de lo que en conjunto constituía la realidad de Madrid.
Pero estamos en el siglo XXI y así también creo que estos andariegos caminan. Los espejos cóncavos del Callejón del Gato en el subconsciente, hacen mella, y permítanme entender que si pasan por la conocida calle y falta otro de los espejos, con el permiso de Valle- Inclán, quizá lo tengan Luis Ramiro y Rafa Pons en su viaje al Siglo de Oro.
Ambos han decidido
crear un juego de espejos, donde presente y pasado se unen para crear un no espacio de sensibilidad poética
y literaria. Han entendido que son bastas las similitudes entre las épocas.
Discrepo en este sentido, son gruesas las diferencias desde mi punto de vista, documentadas
y representadas. Falta por eso un lazo de conexión importante entre las épocas
no hay nada que las una. Pero lo decíamos en líneas anteriores, se trata de un
juego poético, de experimentar. Porque si no lo jugamos, no lo aprendemos, no
podríamos ver lo que funciona y lo que no. Con el patrocionio y producción de la Fundación Siglo de Oro, ambos han hecho posible "La canción del viejo mundo" homenaje a un siglo por el que pasearemos juntos a ellos.
Javier Montero toma
las riendas en la dirección de esta idea original, midiendo de modo certero el
tiempo entre las épocas y la unión entre ambas. El ambiente que se genera es embaucador.
Versos, palabras, miradas discretas de unos y otros entre acordes. Canciones
del repertorio de los cantautores, en este bellísimo espacio, entre la
construcción de paja del Corral y la íntima iluminación que desprenden los candelabros.
Llega un momento en el que somos partícipes de un meta poema, los cantautores comienzan a ser espectadores de su propia función. Embriagados por el espacio, nos miran desde fuera como esperando alguna novedad para luego poder contar en sus próximas canciones. ¿Recuerdan lo que decíamos en las primeras líneas? han dejado de imaginarlo para crearlo. A los más puristas, nos tiene que dar que pensar.
Mientras tanto el conocido actor José Luis Verguiza en escena, el que sin duda más nos acerca al Siglo de Oro, a las costumbres de autores y poetas e incluso le veremos en la piel del hidalgo don Quijote. Cómodo en escena, en una posición mas laxa de la que nos tiene acostumbrados porque es una obra con la que los más pequeños también pudieron disfrutar. Por su parte, María Gregorio será Santa Teresa, será la hija de Lope con ansias de libertad. La actriz es en escena la fuerza y el empoderamiento de las escritoras silenciadas que en esta pieza toman presencia.
Presente constante con Lorenzo Vilches, convertido en uno de los nexos de unión fundamentales entre las épocas donde literatura, pintura en conexión con la fotografía y el cine, amor, valores universales se unen son sus notas al teclado.
Y aunque todo esto lo hemos visto, no es real. Iremos con la primicia a las Gradas de San Felipe y correremos la voz cuando vuelvan.
EQUIPO ARTÍSTICO
Dirección
Javier Montero
Diseño de Iluminación
Fundación Siglo de Oro
Diseño de vestuario
Celia Cabezas
Dirección técnica
Fundación Siglo de Oro
Producción
Rosel Murillo Lechuga
Prensa
Silvia Espallargas
Distribución
Santiago Ruiz
Diseño gráfico
Laura Racero
INTÉRPRETES.
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