Si
bien es cierto que la programación teatral se ve muy reducida en los meses de
verano, para contrarrestar esto nos encontramos con una de mis citas preferidas
del periodo estival y no es otra que el teatro al aire libre del Quique San
Francisco que cada año podemos disfrutar en el patio del Centro Cultural
Galileo.
Este
año además nos dan la posibilidad de ver Amor De Don Perlimplín Con Belisa En
Su Jardín, una de las obras menos conocida de Federico García Lorca.
Empezó
a escribir esta obra en 1922 y la consideró acabada en 1926. Su
estreno estaba previsto para el 6 de febrero de 1929 por la compañía de teatro
El Caracol, pero en ese periodo, durante la dictadura de Primo de Rivera, los
ensayos y el estreno fue paralizado por la policía. La obra fue
archivada en la sección de pornografía de la dirección general de seguridad,
hasta que se estrenó el 5 de abril de 1933 en el
Teatro Español bajo la dirección del propio autor.
Es sin duda una de las obras
más peculiares y originales de Lorca, muy distinta al resto de sus obras más
conocidas por el gran público.
La trama es sencilla. Don
Perlimplín es un hombre de cierta edad. Un hombre tímido e inocente que instigado
por Malcorfa (su criada) qeue le hace ver que ya tiene una edad, decide casarse
con una bella joven llamada Belisa. Ésta acepta en parte obligada por su madre
y en parte por el interés personal pues Perlimplín posee tierras y dinero. A
pesar de la diferencia de edad y lo distintos que son Don Perlimplin se enamora
de Belisa y está dispuesto a lo que sea por amor. Por el contrario Belisa sólo
ve en su marido una forma rápida y sencilla de acceder a una vida fácil. En la
propia noche de bodas ésta le es infiel pero eso no hace que Perlimplin siga
enamorado.
La sencillez de la trama hace
que la obra se desarrolle en una atmósfera entre lo onírico y lo fantástico.
El argumento de la obra como
decimos es muy sencillo pero cuando se estrenó allá por los años 30 del siglo
pasado se generó bastante revuelo sobretodo por el personaje de Belisa y su
deseo de estar con otros hombres que no eran su marido. Algo que chocaba mucho
con la moral imperante en esa época.
A lo largo de poco más de una
hora se aborda la complejidad de las relaciones humanas y sentimentales,
pasamos del amor a los celos, de la pasión a la venganza. Temas todos ellos muy
presentes en la gran mayoría de obras de Lorca, un maestro en desmenuzar temas
como la confrontación entre la cabeza y el corazón, la razón y la pasión, la
vulnerabilidad de los enamorados y la hipocresía e incoherencias de la sociedad
de su tiempo; que bien podríamos decir que es también la sociedad actual.
La
escenografía es de una enorme sencillez pero cargado de muchísimo simbolismo
utilizando para ello una adecuada combinación de colores. Muy presente el rojo,
el naranja, el azul, el negro, todos ellos acompañados de objetos muy propios
de Lorca y su obra como son los jardines, la noche, las flores, los patios….
Probablemente
dejando a un lado la interpretación de los actores, lo que más me gustó fue el
trabajo de Zoe Sepúlveda, impecable la coreografía, la expresión corporal y el
movimiento escénico.
La adaptación y dirección de la obra corresponde a Triana Lorite. Licenciada en Arte Dramático es dramaturga y directora de escena. Valiente y arriesgada su decisión de llevar a escena a uno de los más grandes autores teatrales de nuestro país y más aún si lo hace de una de sus obras más desconocidas. El resultado es notable. Al acabar la representación y salir del patio del teatro uno lo hace con la sensación de haber sido testigo de una gran obra. Cierto que como he dicho en varias ocasiones hay obras para un escenario concreto y escenarios específicos para ciertas obras. No se me ocurre otro lugar mejor para representar este Don Perlimplin que el patio del Centro Cultural Galileo.
El
equipo ha creado un ambiente idóneo para disfrutar de la misma. Tal y como indica
la directora ese ambiente parte del de su infancia en Córdoba, el de una
Andalucía descrita por Lorca que ella conoce bien: el de “las semanas santas que he vivido con esa
particularidad del sacrificio, el olor del incienso, los colores oscuros, las
velas, los crucificados, las vírgenes llorando, el nombre de las hermandades:
la sed, la sangre, las angustias… Nombres que parecen sacados de las más
profundas síntesis de la obra de Lorca”.
Continúa
señalando que “Lorca las transforma en un
viaje iniciático al desamor y un estético estado interno donde los tres
personajes aman y desgarran al mismo tiempo dentro de un hermoso y oscuro
jardín…, un amor, que como todos los amores de la literatura de Lorca, se
convierte en un paseíllo entre el teatro, el dolor y la trascendencia”.
Muy acertada la elección del elenco que conforman Fernando Cayo, Ana Belén Beas y Carmela Martins. Maravillosos cada uno en su papel. Destacando Fernando Cayo como ese maduro Don Perlimplin que navega por los altibajos del amor y los celos con magnífico resultado.
Respecto a lo que planteó Lorca en esta obra Fernando cree que es básicamente “ La lucha entre lo apolíneo –don Perlimplín, un hombre ingenuo y a la vez espiritual y hasta naif– y lo dionisiaco –Belisa, que es la sensualidad–, la dificultad del amor, la necesidad del sacrificio por la persona amada, la metamorfosis del enamorado para que Belisa también tenga un alma como él… Aunque influida por lo popular y el teatro de títeres, la pieza posee una parte lírica y espiritual muy importante, porque como señala el propio Lorca en sus anotaciones, «esta historia es de una austeridad y exposición marcadísimas», como «contada por niños de hace siglos» y que se ha de mirar «como friso que se mira con los ojos».
Quizás por poner una pega, comentar que no ayuda en
exceso que junto al teatro haya un parque y los gritos y voces de la gente que
estaba a esa hora rompía por momentos la magia que se ha creado alrededor del
escenario.
En definitiva un espectáculo que no deberían perderse tanto por que no son muchas las oportunidades de ver esta obra de Lorca como por el fabuloso entorno en el que se desarrolla.
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