Una imagen que funciona, el poder de lo femenino al
servicio de la escena.
Sólo dos días han estado estas valencianas en la céntrica sala madrileña La Cuarta Pared, en el VI ciclo de danza MoverMadrid. Y eso que nosotras nos hubiéramos ido con ellas de gira por donde fuera.
Un aplauso generosos, de un público bien atento y entregado, suena al terminar la pieza, y es que estas mujeres nos han cautivado con su propuesta escénica, su sencillez y honestidad de la artesana que sabe lo que hace, y lo hace bien, porque esa es la sensación que nos llevamos, lo que está bien hecho y bien contado, con talento pero también con trabajo.
Nueve mujeres de distintas generaciones, desde los 6 años de Joana, hija de Clara Crespo; integrante y cofundadora de la cía., hasta los 74 de Marisa, madre de Isabel Abril, otra de las integrantes principales de la compañía de danza teatro, Fil d’Arena, junto con Roseta Plasencia.
Amigas y compañeras de profesión, madres, alumnas, hijas,
docentes, son algunos de los vínculos que une a este colectivo femenino donde
la danza contemporánea y el texto se dan de la mano. El material del que se han servido en los monólogos son sus
propias historias, historias de mujeres corrientes que nos cuentan cómo son sus
vidas, qué les motiva, qué les hace únicas en lo cotidiano. Esta idea surge
durante el estado de pandemia que vivimos hace unos años y se fue desarrollando
posteriormente de manera gradual
“Me encanta bailar, seguiré haciéndolo toda la vida, aunque
me duelan las rodillas” Cristina Andreu durante su solo.
Colores de la naturaleza, colores de tierra en el vestuario,
el uso de canciones populares que oídas con detenimiento aluden un sinfín de
micromachismos e invalidaciones de la autonomía de las niñas, imágenes poéticas,
imágenes de rito que dibujan con sus cuerpos al unísono, juntas o en los
distintos solos, o espacios sonoros de matices étnicos, tribales, ancestrales, son
algunos de los elementos que componen esta propuesta de danza teatro que nos ha
seducido tanto.
Una propuesta donde jugar y compartir un ritmo común, el ritmo de lo femenino, que lejos de habitarlo heroínas inventadas, es donde viven las mujeres que día a día intentan llevar una respiración común, el acto de ir poco a poco tejiendo el cambio.
Nos gustaría destacar la importancia de las redes afectivas,
los vínculos y el legado, las herencias intergeneracionales, las tradiciones
que habitan en nuestras memorias, en nuestros cuerpos. Con un espacio escénico de
mujeres y para mujeres, como aquellas cabañas
rojas donde las mujeres se juntaban cuando tenían la menstruación, esos espacios de honra y celebración que promueven
la hermandad femenina. Esos lugares en los que las mujeres pueden conectar con
su cuerpo y con su ciclicidad menstrual, además de transmitir conocimientos
sobre sexualidad, reproducción y cuidado del cuerpo.
Tradiciones ancestrales de diferentes pueblos nativos, entre ellos los pueblos nativoamericanos en los que las mujeres se reunían en los llamados Tipis Lunares. Espacios sagrados en los cuales las más viejas enseñaban a las más jóvenes a honrar la sabiduría femenina y el fuego creativo que emana del útero. De esta manera, el cuerpo femenino era considerado sagrado debido a su conexión con la Madre Tierra y el Universo.
Al final de la pieza encontramos un monólogo de la obra Lisístrata
interpretado por la actriz de más edad. En un contexto social donde las mujeres
de la Grecia Clásica fueron casi siempre
marginadas de las actividades principales de la sociedad, y que claramente
favorecía a los hombres frente a las mujeres, Aristófanes tuvo el valor de
escribir una obra en la que quiso ilustrar esta palpable desigualdad y que
constituye uno de los primeros actos de protesta feminista de la historia; No
es un monólogo amable y puede resultar un poco retador dicho en proscenio y
desde la rabia. Quizás es la parte que más me sacó del “baile” porque en el rap
al micrófono que escenifica Clara hay también protesta, tan necesaria, pero
desde otro lugar creativo y escénico que nos interesa más.
Hablamos con Nuria García, actriz que conocemos de otras
producciones como "El Grito","Lipsynch" o "La Celestina", que en esta ocasión
sustituye a Roseta Plasencia, y nos cuenta que ellas están hermanadas dentro y
fuera del escenario; “Lo paso muy bien en compañía de estas mujeres donde hay
una gran sororidad y apoyo entre ellas. Me sentí como pocas veces, muy arropada
y cuidada por este elenco femenino. Me lo pusieron muy fácil para poder llegar
a tiempo con la sustitución, pues sólo contaba con una semana”.
Clara Crespo
Roseta Plasencia
Cristina Andreu
Isabel Fernández
Estela Tartajo
Empar Navarro / Mariola Serra
India Richart
Joana Cantó
- Dirección:
Isabel Abril
Clara Crespo
Roseta Plasencia
Ayudantía de dirección:
Eva Zapico
Raúl Garballo
Iluminación:
Mundi Gómez
Sonido:
Carles Salvador
Carles Salvador
Vídeo:
Gema Iglesias
Estíbaliz Gonzalo
Diseño gráfico:
Laura Darijo
Comunicación:
Vanessa Martínez Montesinos
Producción:
Fil d’Arena
Management:
Lola Domingo
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