Teatro: El Padre. Teatro Bellas Artes.

La pérdida de la memoria es como ir perdiendo la vida poco a poco. Ya no sabemos quienes somos, quienes son las personas que nos rodean, el lugar en el que vivimos,... ni donde hemos puesto nuestro querido reloj de pulsera. Llega al Teatro Bellas Artes esta contundente pieza en torno a la vejez y la pérdida paulatina de todo lo que nos hizo lo que somos. Este proceso doloroso (tanto para el que lo sufre como para quienes le rodean) nos hace cada vez más vulnerables y dependientes, por mucho que el afectado sea el último en verlo, o en querer asumirlo. Adentrémonos en este viaje a la incertidumbre del Alzheimer






Una historia conmovedora, un montaje que plasma con maestría la incertidumbre del proceso de pérdida. Un relato que nos habla de la vejez y del proceso lento de la demencia senil, de como se empieza a difuminar todo, del deterioro mental que va convirtiendo a la persona en un ser perdido, que lejos de asumir sus limitaciones se revela ante lo inevitable. Regresa a Madrid este texto que hace unas temporadas pudimos ver bajo la dirección de José Carlos Plaza e interpretada por Héctor Alterio.



Esta producción del Teatre Romea de Barcelona nos habla de forma descarnada de la pérdida de la memoria, de la vejez, de la fragilidad de la mente, del miedo de una persona a perder sus propios recuerdos, su propia vida. Y pese a todo esto, la historia transita por momentos por la comedia más ácida y vehemente, con momentos que rozan el surrealismo, con una tensión propia de quien intenta desentrañar un acertijo, entre la incertidumbre y la pesadumbre de saber que las respuestas cada vez se alejan más. Un montaje que destila elegancia y sobriedad, que sabe mantenernos en la incertidumbre de no saber exactamente lo que pasa, para que nos acerquemos a la angustia del personaje principal, en una impecable secuencia de escena en las que se mezcla la realidad con lo que él cree recordar.




El texto de Florian Zeller (traducido por Joan Sellent) forma parte de su trilogía familiar ("El padre", "La madre" y "El hijo"), de la que también podemos ver estos días "La madre" en el Teatro Pavón (dirigida por Juan Carlos Fisher y con Aitana Sánchez-Gijón encabezando el reparto). El que ha sido encumbrado como "el nuevo autor teatral más apasionante de nuestro tiempo" por el crítico Mark Lawson, de The Guardian, nos sorprende con un texto plagado de emociones, de incertidumbres, de lugares oscuros, de comedia negra, de giros inesperados. Zeller es todo un referente de nuestros días, galardonado por este texto con premios tan importantes como el Tony, el Moliére o el Oscar (por la soberbia película interpretada por Anthony Hopkins). El autor se inspiró en la figura del actor francés Robert Hirsch, que mezcla lo cómico del clown con lo trágico. De este modo nos propone una pieza que navega entre los dos géneros, una farsa trágica en el que discurren en paralelo las dos caras del gran tema central de la historia.



Bajo la dirección de Josep María Mestres (la trilogía de "Los Gondra", "La golondrina", "El burlador de Sevilla") la obra transita los claroscuros de la enfermedad, con un acertado ambiente lúgubre y misterioso, que por momentos contrasta con la personalidad altiva del padre, pero que encaja en la percepción que el espectador tiene de la sucesión de los hechos en escena. Un montaje que disecciona con maestría el dolor y la angustia de una enfermedad que va consumiendo al padre mientras se distancia de sus seres queridos, una pérdida paulatina de su propio ser, de la persona que fue. Una dirección meticulosa, que sabe dar el volantazo en el momento justo para mantener la incertidumbre del público, la incredulidad de los personajes que rodean al protagonista, la atmósfera de intriga de ver cómo la vida se va desintegrando sin remedio.



Pero vayamos a la historia que veremos sobre el escenario del Teatro Bellas Artes. Allí conoceremos a Andrés, un hombre mayor que se resiste a aceptar que necesita ayuda. A sus casi ochenta años, este hombre de fuerte carácter tiene una pelea continua con Ana, su hija, la cual no puede encargarse sola de sus cuidados y quiere contratar a alguien que le cuide. Andrés es un hombre culto, bastante altivo, que no quiere dejarse ayudar, porque sabe que eso es un síntoma de su debilidad, la cual no quiere asumir. Según va perdiendo la memoria, el hombre se va atrincherando en su idea de que no necesita a nadie que le cuide, y cada vez se pone más en contra de todo lo que le diga Ana, que se resiste a dar el paso de meterle en un centro, pese a las advertencias de su pareja.



A medida que se van difuminando los pensamientos y los recuerdos en su cabeza, este rudo e impertinente hombre, que se cree en el derecho de tratar al resto como sus súbditos, va volviéndose más irascible, empieza a dudar de sus seres queridos, su mente empieza a dudar entre lo que es real y lo que ya se ha perdido para no volver. Con la búsqueda de su reloj de pulsera como fantástico ejemplo de esta degeneración, la historia transcurre desde el respeto a la enfermedad, pero con la angustia de ir viendo como la personalidad de este gran hombre se va deteriorando ante nuestros ojos. Una lucha, perdida de antemano, que el hombre no quiere asumir, en la que solo busca culpables y cree que todos están contra él. Un doloroso relato en el que viviremos situaciones ambiguas, en las que el protagonista mostrará toda su vulnerabilidad.



La historia gira en torno al personaje del padre, un impecable Josep María Pou ("Moby Dick", "Viejo amigo Cicerón", "Sócrates, juicio y muerte de un ciudadano") que sabe como darle a cada escena el tono y el ritmo adecuados. Domina la escena y nos regala un personaje en una irremediable caída al vacío, que el actor va moldeando con maestría en cada escena. Junto a él, una fantástica Cecilia Solaguren ("Los Gondra", "La dama duende", "Los años rápidos") en el papel de su hija. Una interpretación cargada de emoción desde la máxima contención de quien sabe que no puede flaquear ante el enfermo.

En escena les acompañan Elvira Cuadrupani ("Supernormales", "Entre Copas", "Antonio y Cleopatra"), Jorge Kent ("Cielos", "Coronada y el toro", "La ternura"), Alberto Iglesias ("Incendios", "La Strada", "El grito"), Lara Grube ("El príncipe constante", "El curioso incidente del perro a medianoche", "El gran mercado del mundo"), interpretando al resto de personajes que aparecen en la historia. Un trabajo muy cuidado en el que hay personajes que interpretan diferentes personajes e intérpretes que dan vida a diferentes personajes.



Todo esto sucede en un ambiguo espacio creado por Cesc Colomina y Pascualin Estructures, creado por una serie de paneles móviles que nos sumergen en un espacio ambiguo, mutable, incierto, que funciona a la perfección con el discurrir de la trama. Sencillos movimientos de los paneles van modificando la escena conforme avanza la historia, para crear los distintos lugares en los que se encuentra el padre. Fabulosa iluminación de Jaime Quinteros y Jordá Poncel, que juegan con las diversas intensidades y tonalidades para sumergirnos en el universo cada vez más tenebroso del personaje. El juego de las luces funciona a la perfección, guiándonos por los diferentes estados de ánimo de los personajes y creando el ambiente preciso en cada momento. Todo esto se completa con el envolvente sonido de Dani Seoane, que nos mete de lleno en la historia, y el vestuario de Rosario Macias, que consigue que veamos de forma clara las personalidades de los personajes.



En definitiva, estamos ante un drama tratado con mucha elegancia, en el que es la figura del padre y sus relaciones personales las que hacen de eje de la trama. La enfermedad, el deterioro mental, se muestra de una forma muy natural, en el que los distintos personajes se enfrentan a ella desde distintos lugares. Así, tendremos al padre que se niega a aceptar que necesita ayuda, la hija que sufre en silencio cada lapsus de su padre, o el novio de ella que presiona para que el padre sea ingresado en un hospital. Todo esto encaja a la perfección en una obra deliciosa, que emociona y duele, que nos hace reír y emocionarnos. Acérquense a ver el declive de este padre. Vayan a ver al maestro Josep María Pou. Imprescindible. 

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Teatro: Teatro Bellas Artes
Dirección: Calle del Marqués de Casa Riera 2
Fechas: Del 6 de Marzo al 28 de Abril. De Martes a Viernes a las 20:00. Sábados a las 17:30 y 20:00. Domingos y festivos a las 19:00. 
Duración: 90 minutos.
Entradas: Desde 11,25€ en TeatroBellasArtes.


REPARTO-

Josep Maria Pou
Cecilia Solaguren
Elvira Cuadrupani
Jorge Kent
Alberto Iglesias
Lara Grube

FICHA ARTÍSTICA

Dirección:
Josep Maria Mestres

Título original:
Le Père

Autoría:
Florian Zeller

Traducción:
Joan Sellent

Ayudantía de dirección:
Tilda Espluga

Escenografía:
Cesc Colomina
Pascualin Estructures

Iluminación:
Jaime Quinteros
Jordà Porcel

Sonido:
Dani Seoane

Vestuario:
Rosario Macias

Diseño gráfico:
Santi&Kco

Fotografía:
David Ruano

Producción:
Teatre Romea (Barcelona)

Management:
FOCUS

 

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