Teatro: Salomé. Teatro Bellas Artes.

La tragedia del amor no correspondido, la rebelión de un pueblo contra el invasor, la soberbia de los poderosos que se creen por encima de todo y que se piensan que pueden tenerlo todo sin que sus actos tengan consecuencias. La historia de Salomé es única por el simbolismo que tiene como mujer empoderada y luchadora, a la que le da igual lo que digan de ella, se mantiene firme en sus ideales. Pero también es la historia de un pueblo oprimido que se niega a ser coartado en su libertad por los invasores, que llegan con esa prepotencia que insufla el poder. Una tragedia con muchas similitudes con los tiempos que vivimos.



Tras su éxito apabullante el pasado verano en el Festival de Teatro Clásico de Mérida, llega ahora al Teatro Bellas Artes este portentoso montaje, tan bello en sus formas como contundente en su contenido. Como todos los años por estas fechas, llega de la mano de Pentación una pequeña muestra de lo que fue la pasada edición del Festival. En esta ocasión, además de la obra que nos ocupa, tendremos ocasión de ver las próximas semanas "Edipo" (del 8 al 12 de Mayo) de Teatro del Temple y "El regalo de Zeus" (del 15 al 19 de Mayo) escrito por Concha Rodríguez.


Esta producción del Festival de Teatro Clásico de Mérida y Pentación Espectáculos es una bomba de relojería, un imponente artefacto escénico que nos lleva del deseo a la venganza, del miedo a lo desconocido al poder desmedido, de la lujuria y el deseo a la furia y los desastres de la guerra. Una historia de lucha de egos, del poder embriagador que ciega a los gobernantes, de la sinrazón del amor, de personas arrinconadas por su propio destino, que luchan por cambiar el destino. La figura de Salomé se ha convertido en uno de los iconos de la Historia, por el misterio que esconde su figura. Desde los años dorados de Hollywood a la tragedia escrita por Oscar Wilde, se ha ido creando un personaje que se ha convertido en símbolo de la mujer empoderada, que vive como quiere y muestra su deseo sin importarle las consecuencias.




La gran Magüi Mira (que ya se ha atrevido con clásicos como "Las amazonas", "Penélope", "César y Cleopatra" o "Pluto") ha sido la encargada de dirigir esta adaptación de la obra de Wilde. La autora mezcla lo clásico con lo contemporáneo, introduciendo grandes alegatos sobre el empoderamiento de la mujer que contrarrestan con los mensajes de Herodes y su guardia real. Un contrapunto muy bien elegido, que nos lleva a ensalzar la figura de Salomé. Mira reconoce que "mi Salomé es un canto a la libertad tanto de las mujeres como de los pueblos oprimidos, pues la historia se sitúa en los albores de nuestra era, cuando lo romanos se dedicaban a conquistar el mundo, someter a los vencidos e imponer reyezuelos títeres. Lo mismo que, en cierta manera, sigue pasando hoy día, pero con otras estrategias".




La directora nos propone una mezcla de géneros que va desde el drama bélico a la comedia más banal, de la tragedia al musical, jugando de manera muy ingeniosa con lo épico y lo cotidiano. Un juego que nos descoloca por momentos, pero que nos mantiene expectantes ante el siguiente giro, ante la nueva concepción de la escena. Tengo que reconocer que a mi particularmente me sobran los momentos musicales (no así al resto del público que aplaudía enfervorecido tras cada número) porque creo que hacen desconectar de la historia y se pierde un poco el ritmo de la función. Por lo demás, la efervescencia del relato es brutal, la historia fluye con contundencia, la impronta de los personajes nos seduce y la trama nos interesa, con especial interés en las figuras femeninas, con unos discursos de lo más contundente. Magüi Mira busca una estética muy particular en la obra, mezclando épocas y con reminiscencias orientales, que gusta y que impregna todo de un barroquismo muy singular, que encaja a la perfección con la personalidad de los personajes, sobre todo en el caso de Herodes y Herodías.



La historia nos lleva a los primeros años de Nuestra Era, con los romanos arrasando todo el mundo conocido e invadiendo las tierras que rodean el Mediterráneo. Han llegado a Judea y allí colocan a Herodes como monarca, un pequeño dictador que debe tener sometidas a sus gentes para tener el beneplácito de Roma. Un hombre sin moral que gobierna sin ley. Pero no contaba con la presencia en estas tierras de Juan el Bautista, el líder espiritual de su pueblo, que se levanta contra el invasor por la llegada de un tiempo nuevo. El Profeta es capturado y espera su sentencia en la prisión del Palacio de Herodes. Las palabras de Bautista embriagan a la princesa Salomé, la cual es rechazada por el preso. Esta ofensa la transforma en una mujer sangrante, capaz de cualquier cosa por venganza. Salomé, expresión del Poder Sensual Absoluto, extrema su deseo por el Bautista. Un deseo que se desborda en muerte. Una tragedia que conlleva el derramamiento de sangre y la destrucción de todo lo que allí se había conseguido.



En escena veremos a una impecable Belén Rueda, dando vida a Salomé. Le acompañan, en los papeles principales, Pablo Puyol como Juan Bautista, Luisa Martín en el papel de Herodías, Juan Fernández como Herodes y Sergio Mur dando vida a Sirio. Belén Rueda nos sorprende con una soberbia interpretación marcada por la tragedia, en la que el odio se va apoderando de su personaje a la vez que disminuye su dulzura e ingenuidad. Una mujer empoderada, luchadora, que se enfrenta al poder que representan sus padres pero que sucumbe ante el rechazo de Bautista. En ese mismo tono de tragedia tenemos a Mur, que nos regala una deliciosa interpretación, la de ese narrador que nos hipnotiza con sus sinuosos movimientos a la hora de introducirnos en la obra. Junto a él tenemos a Puyol, que se debate entre la tragedia del Bautista condenado con la firmeza del luchador que se levanta contra el tirano. 

En el lado opuesto tenemos a Luisa Martín y Juan Fernández, que crean unos personajes caricaturescos, estrambóticos, excesivos, que ponen la dosis de comedia a la historia, destensando por momentos el tono general de la obra. Ambos nos muestran a dos personajes superados por si mismos, enloquecidos por el poder y por sus propios miedos, arrogados al abismo por sus propios excesos.



Además de los personajes protagonistas tenemos el coro que forma la guardia real, que nos regalan algunos de los momentos más divertidos y más visualmente atractivos de la obra. Ellos son Antonio Sansano, Jorge Mayor, José Fernández y Jose de la Torre. Sin duda, ellos son uno de los mayores aciertos de la propuesta. En cada aparición, llenan la escena de energía, de fuerza, pero también de diversión y de comedia, con unas coreografías dignas de los Monty Python. Pasan de bufones de la corte a regios militares, de feroces lobos hambrientos a dóciles sirvientes, todo ello con un impecable trabajo de coordinación y expresividad que hace subir la apuesta de la escena. Con sus ropajes negros y sus gafas de sol, son capaces de bailar y desfilar, pero también de apoyar las sentencias de Herodes o de intimidar a Salomé o de enfrentarse a los adversarios que asedian el castillo. 



Siempre resulta difícil la adaptación al teatro tras el paso por Mérida donde la monumentalidad del escenario prima sobre la propuesta. En este caso, Curt Allen Wilmer y Leticia Gañán (Estudio deDos AAEE) han optado por una sencilla escenografía en la que una gran mesa de madera, llena de manjares y diversos elementos (muestra de la opulencia de los poderosos), preside el espacio en el que aparecen en determinado momento dos grandes sillas de madera a modo de tronos. Sencilla e impactante, este elemento sirve de escondite para Baptista, de apoyo para un Sirio observador de la escena, pero sobre todo se va descomponiendo al ritmo que Salomé se va desquiciando, hasta convertirse en la plataforma en la que transcurre el desenlace de la historia. La iluminación de José Manuel Guerra cobra vital importancia, al mostrarnos los distintos ambientes en los que transcurre la obra. La poderosa composición musical corre a cargo de Marc Álvarez.

Capítulo aparte necesita el vestuario creado por Helena Sanchís, una delicia en la que cada uno de los personajes se nos muestra grandioso. Una colorista propuesta en la figura de los poderosos, con especial mención a la bella propuesta elegida para Salomé, con tonos rojo sangre que imponen. Las indumentarias de HerodesHerodías son de una pomposidad caricaturesca, muy acertados para el enfoque de ambos personajes. En lo que respecta a Sirio, la propuesta es muy acertada, con un precioso vestido blanco con el que el actor juega hasta convertirse en un ser casi celestial. El resto de personajes, los mundanos, vestidos de negro, contrarrestan y ponen claro la diferencia de estatus.



En definitiva, estamos ante un montaje contundente, abrumador, que nos hace disfrutar desde la tragedia de un destino que todos vemos como se va resquebrajando ante nuestros ojos. La obra nos habla de temas tan universales como el amor, el deseo, la lujuria, el despecho, el poder del deseo, la obsesión, pero también de la ceguera del poder, del dolor de las mujeres despechadas, de los horrores de la guerra, de la necesidad de un pueblo por levantarse ante su invasor. Muchos temas de rabiosa actualidad en tiempos tiempos convulsos. Una pieza visualmente impactante, formalmente abrumadora, a la que los números musicales le restan fuerza. Pero por encima de todo, una obra descomunal. Una pena que estas obras del Festival de Teatro Clásico de Mérida de estén tan pocos días en Madrid.

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Teatro: Teatro Bellas Artes
Dirección: Calle del Marqués de Casa Riera 2
Fechas: Del 6 de Marzo al 28 de Abril. Martes, Viernes y Sábado a las 20:00. Miércoles, Jueves y Domingo a las 19:00. 
Duración: 90 minutos aprox.
Entradas: Desde 20€ en TeatroBellasArtes.


Reparto

Belén Rueda
Luisa Martín
Juan Fernández
Pablo Puyol
Sergio Mur
Antonio Sansano
Jorge Mayor
José Fernández
Jose de la Torre

Ficha artística

Texto y dirección: Magüi Mira
Escenografía: Curt Allen Wilmer y Leticia Gañan (Estudio deDos AAEE)
Ayudante de escenografía: Laura Ordás
Iluminación: José Manuel Guerra
Vestuario: Helena Sanchis
Ayudante de vestuario: Raquel Linares
Composición musical: Marc Álvarez
Movimiento escénico de Salomé: Cienfuegos Danza
Movimiento escénico de la guardia de Herodes: Pedro Almagro
Diseño de maquillaje y peluquería: Roberto Siguero
Ayudante de dirección: Pedro Almagro
Jefe técnico: Richi Romanos
Jefe de producción: Juan Pedro Campoy
Ayudante de producción: Nicolás Gallego
Regidora: Elena Batres
Técnico de iluminación: Marc Jardi
Técnico de sonido: Félix Botana
Maquinista: Iván Avellano
Sastra: Claudia Botero
Diseño de cartel: David Sueiro
Fotografías de cartel: Jero Morales
Productor: Jesús Cimarro

Una producción del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida y Pentación Espectáculos.

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