Teatro: El chispazo. Teatro del Barrio

Dar visibilidad a las dificultades de las personas con discapacidad, entender que son uno más, que son diferentes, no ponerles más ataduras de las que ya puedan tener. Este poderoso montaje nos introduce en la vida de una de esas personas, en sus miedos y en sus dificultades diarias para relacionarse. Un texto valiente que nos hace reflexionar sobre la crudeza de la vida diaria para estas personas en una sociedad que no está preparada para mirarles como iguales. 



Es muy alentador ver como la escena madrileña comienza a dar cabida a las historias de personas con discapacidad. Desde el éxito abrumador de "Supernormales" (de Esther Carrodeguas, dirigida por Iñaki Rikarte) y la versión teatral de la potente novela de Cristina Morales "Lectura fácil" (dirigida por Alberto San Juan), parece que tanto el público como los teatros han apostado por dar visibilidad a estas historias, cosa que aplaudimos y agradecemos. Ahora coincide en cartel esta maravillosa obra de Marcos Mayo con "Sexpiertos", de Kepa Errasti y Telmo Irureta, que se puede ver hasta el Domingo día 9 en la sala Jardiel Poncela del Teatro Fernán-Gómez.


La obra, escrita por Marcos Mayo, es un viaje por su propia vida, por sus miedos, por su aceptación de persona con discapacidad, su superación ante todas las trabas puestas por la sociedad. Pero también nos sumerge en la difícil relación con sus padres (también en los miedos de ellos ante la discapacidad del hijo), el rechazo por parte del padre ante la noticia de su homosexualidad, la sobreprotección de la madre, el salto al vacío que supuso independizarse. Un texto valiente, crudo, en el que Mayo nos muestra su interior y reflexiona sobre una sociedad que, muchas veces de manera inconsciente, no es capaz de encajar a las personas con discapacidad de forma natural

Marcos reconoce que "para mí, la obra implica abrirme en canal y regresar a mi pasado, a episodios traumáticos que ya tengo superados. Pero también es un reclamo para que el público abra los ojos. Apelo a esos momentos en los que también se ha sentido fuera de lugar, ha vivido el rechazo. Abrir los ojos y tocar el corazón: eso de lo que te has dado cuenta en esta obra permanecerá ya, para siempre, contigo". Es de valorar la osadía del autor a la hora de mostrarse de esta manera, sin tapujos, sin dejar nada por decir, para abrirnos los ojos y hacernos recapacitar sobre la vida de una persona que lo ha tenido más complicado por el hecho de "su chispazo", ese que la hecho ser diferente al resto.




Aviso de antemano que al hablar de la dirección no voy a ser nada objetivo. Montse Ortiz, a la que Marcos considera "su profesora del alma", es amiga y también he sido su alumno, doble motivo para reconocer en esta pieza su forma de trabajar y la mayoría de sus ideas a la hora de dirigir. El trabajo de dirección, para los que conocemos a Montse, es esencia pura de su idea del teatro. El espacio vacío del que nos hablaba Peter Brook, las escenas solapadas con una fluidez impecable, la yuxtaposición de géneros, ese aroma tan Brechtiano. Montse tenía claro al involucrarse en el proyecto que "no quería que fuera un drama" y por ello la obra nos regala momentos de lo más ingeniosos y divertidos, entrelazados con grandes escenas centradas en lo visual (deliciosas coreografías de un coro impecable) para llegar a la crudeza de los momentos más oscuros del relato.

Montse parte de la esencia misma del teatro, del espacio vacío en el que todo es posible. De ahí nace la obra, la cual va moldeando con destreza, en una serie de escenas en las que los personajes se muestran como tales o acompañan la escena en torno a la figura de Marcos, siempre presente y en torno a él va creando las diferentes etapas por las que transcurre la historia. Un cuidado y meticuloso trabajo con los actores hace que todo encaje a la perfección, sin fisuras, para conseguir una pieza divertida y conmovedora, dolorosa y punzante, atrevida y contundente.




Marcos Mayo se ha convertido en todo un referente, un abanderado que ha abierto las puertas a muchas otras personas con discapacidad para atreverse a dar el salto y comenzar en el mundo de la interpretación. Tras sus impecables trabajos en "Supernormales" y "Lectura fácil", Mayo va un paso más allá con esta obra, asumiendo el rol de dramaturgo e interpretándose. Sube la apuesta, se expone aún más, para abrir la mente de los presentes, para seguir derribando barreras. El propio autor cuenta que "originariamente era un diario con una función terapéutica: lo compartía con mi psicóloga, y me servía para transmitirle cómo me sentía cada día. Después, pensé en darle forma de novela, porque, desde siempre, me han animado a escribir, a la gente le gusta cómo lo hago. No terminaba de encontrar la forma, y a raíz de mis experiencias en el teatro, decidí envalentonarme y convertirlo en obra de teatro, aprendiendo de mis maestros. De Iñaki, de Alberto".



Pero vayamos a lo que Marcos nos cuenta en escena en esta deliciosa obra llena de emoción y de sarcasmo. El texto nos presenta a un chico con discapacidad, lleno de miedos e incertidumbres ante una sociedad hostil, pero también con sueños e inquietudes, y sobre todo con ganas de tumbar todos los muros que le pongan delante. La fuerza mental de este chico le va haciendo crecerse ante la adversidad. Un "chispazo" cuando era un bebé le produjo una parálisis cerebral, y desde entonces su vida se ha convertido en una lucha constante, contra la gente que se intenta aprovechar de él, pero también con unos padres que no saben como pueden remar en su misma dirección.




A lo largo de su periplo vital conoceremos algunas de las dificultades a las que se ha tenido que enfrentar Marcos. Un camino lleno de baches, que le hacían dudar de si mismo. Se ha tenido que enfrentar a muchos conflictos en los que decidir si adaptarse a eso que llamamos normalidad o derribar todas las barreras para demostrar que es capaz de todo. Como era de esperar, optó por la superación de todas las trabas impuestas, tanto físicas como de actitud de la gente que le rodea. A lo largo de esta maravillosa historia le veremos sufrir bullying en el colegio, ver las reticencias de su compañera de trabajo de acercarse a él (por no saber como actuar) para acabar siendo grandes amigos, la rudeza de un padre que no acepta la realidad de su hijo, una madre sobreprotectora que solo quiere que su hijo sea feliz. Y todo esto se muestra en diferentes entornos, desde el laboral hasta el mundo de la noche, desde la consulta de su psicóloga hasta las discotecas, en el que el sexo desemboca por momentos en violencia.


El elenco trabaja de forma fabulosa en torno a la figura de Marcos Mayo. Ellos son Pablo RíosAlicia López Egea, Alfonso Masó, Garoa Bécares, Eban Gómez y Paula Susavila. Un elenco poderoso, en el que cada personaje está meticulosamente trabajado, con infinidad de matices y con las incertidumbres que a todos nos invaden por momentos. Un trabajo, tanto en lo individual como en lo colectivo, impecable. Pablos Ríos interpreta al "lado racional" de Marcos, una de las piezas más interesantes del texto, al mostrarnos la lucha constante entre las dos partes. Haciendo las veces de narrador, Ríos se compenetra a la perfección con Marcos, con resultados que se ven en escena y hacen crecer la obra

Junto a ellos, Alicia López Egea y Alfonso Masó dan vida a los padres de Marcos. Ella, que es quien abre la función con un emotivo y desgarrador monólogo, intenta estar siempre del lado de su hijo, comprenderle y apoyarle, enfrentándose en varias ocasiones a su marido. Esa sobreprotección que todos entendemos como natural, tiene su momento álgido cuando llega el momento de separarse, cuando Marcos decide independizarse. Deliciosa escena. El padre, por el contrario, es un hombre rudo, arcaico, chapado a la antigua, que no comprende la sexualidad de su hijo y eso le lleva a múltiples enfrentamientos con él, a la vez que intenta que su amor por él le haga cambiar y comprender. Completan el reparto Garoa Bécares (la psicóloga y persona de confianza de Marcos), Eban Gómez (interpreta a los diferentes amantes de Marcos) y Paula Susavila (la compañera de trabajo que se convierte en su gran amiga), todos impecables en sus papeles.




Y todo ello transcurre en un espacio por definir, ese espacio vacío en el que todo es posible y que en esta ocasión encaja a la perfección con el tipo de montaje y lo que se quiere contar. En escena sólo veremos unos conos, que los actores colocarán en determinados momentos para componer alguna de las escenas. El resto, sucede en un lugar indeterminado, porque eso no es lo importante, solo la historia que se cuenta lo es. Muy importante en este tipo de montajes tan "desnudos" de escenografía, la correcta elección de la iluminación, a cargo en este caso de Ros García, que hace un trabajo meticuloso, en el que juega con las tonalidades adecuadas en cada situación.



Hay que aplaudir la valentía y el coraje de Marcos Mayo al desnudarse de esta manera ante nosotros. El trabajazo que hace en escena es brutal, pero aún más importante debió ser tomar la decisión de convertir su diario en obra de teatro. Una vez dado el paso, el montaje resulta poderoso y emotivo, emocionante y divertido, transgresor y contundente. La precisa dirección de Montse convierte esta historia en una obra original, diferente, llena de bellos momentos salpicados con otros incómodos. Pero más allá del trabajo impecable realizado por la directora y el elenco, lo realmente importante es la necesidad de mostrar la realidad de las personas con discapacidad, que la sociedad vea, desde la mirada de Marcos, como es su vida. Una obra necesaria por lo que cuenta y emotiva por el modo en el que lo hace. Esperemos que tenga un largo camino por recorrer.

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Teatro: Teatro del Barrio
Dirección: Calle Zurita 20.
Fechas: Del 26 de Mayo al 9 de Junio. Domingos a las 20:30.
Duración: 90 minutos
Entradas: Desde 15€ en TeatroDelBarrio.


Ficha artística

Autoría: Marcos Mayo
Dirección: Montse Ortiz Esteban
Elenco: Alicia López Egea, Alfonso Masó; Garoa Bécares, Eban Gómez, Marcos Mayo, Paula Susavila, Pablo Ríos

Producción ejecutiva: Marcos Mayo
Iluminación: Ros García

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