Cuando la temporada teatral da sus últimos
coletazos ante la llegada del parón veraniego, el Teatro Lara nos ofrece una
pequeña joya. En pleno verano y los lunes; doble atrevimiento pero con un
resultado inmejorable. Se trata de Von Lustig la historia del hombre que vendió
la Torre Eiffel.
* * * * * * *
Cuando alguien me pide que le recomiende una obra de
teatro soy especialmente precavido. Hay muchos tipos de obras, muchos tipos de
espectadores y muchos tipos de teatros; de ahí mis reservas.
Pero lo cierto es que decidí ir a ver esta obra
siguiendo el consejo de una amiga con la que comparto no solo el amor al
teatro, sino también el hecho de tener un criterio semejante a la hora de
elegir una obra u otra.
Lo primero que hice al salir de la sala fue escribirle
para darle las gracias por la recomendación y comentarle “original y muy
divertida”.
Puede parecer un comentario simple pero nada más
lejos, en un mundo en el que parece que todo está inventado, de repente llega
alguien y te ofrece la oportunidad de ver algo distinto a lo que habías visto
hasta ahora es más que suficiente. Si a ello se añade que es muy muy divertida
que más se puede pedir.
La obra nos cuenta la vida y andanzas de Victor Lustig
y su infatigable (nunca mejor dicho) compañera de aventuras Kiki. Durante poco
más de noventa minutos vamos conociendo la vida de este, como llamarle
embaucador, estafador, trilero…..o como indicó el funcionario en el certificado
de defunción “un aprendiz de vendedor”.
De origen austro-húngaro Víctor fue un joven refinado
y locuaz. El hecho de hablar varios idiomas y sus cuidados modales hicieron que
se pudiera pasar sin levantar sospechas por un noble y fue así como surgió la
figura del Conde Von Lustig.
Pero fue largo el camino hasta que llegó a “el
negocio” por el que adquiriría fama internacional. Sus primeros trabajos fueron
en viajes en barco desde París a Nueva York, donde empezó vendiendo una máquina
para fabricar dinero.
Su ingenio y buen hacer en los negocios que emprendía,
le fueron llevando poco a poco a codearse con gente cada vez más influyente.
Llegando a tener relación con el mismísimo Al Capone. Pero como en toda obra
que se precie, no todo fue éxito ya que acabó preso en Alcatraz.
No se entendería la vida y el personaje de Víctor sin
la inestinable colaboración de Kiki. La imprescindible compañera de viaje,
fatigas y aventuras.
Entre historias, anécdotas y muchas risas nos van
guiando hasta el negocio por el que pasó a la posteridad; la venta de la Torre
Eiffel como chatarra y lo mejor es que lo hizo no sólo una vez sino dos.
La obra toca todos los palos, la historia se va
desarrollando entre bailes, canciones, coreografías, cabaret y diálogos muy
frescos.
La dramaturgia es obra de Alfonso Mendiguchía,
un texto original y divertido que desprende humor e ironía. Es harto complicado
hacer reír, y si encima se hace de un modo inteligente aún más. Una comedia
fresca y ligera, una historia como todas las buenas historias, sencilla y con un claro mensaje ¿quién
pretende engañar a quien el estafador o el estafado ?
Un texto donde los diálogos siguen el frenético ritmo
que ambos actores le dan a la obra; como decía con ironía y mucho desenfreno.
Natalia Hernández actriz , Licenciada en la RESAD con una dilatada carrera en
televisión (Periodistas, Policías…) y teatro donde
ha participado entre otras en La Ternura (premiada como Mejor
actriz secundaria de teatro por la unión de Actores), Edipo Rey, Shock 1
el cóndor y el puma o Shock 2 la tormenta y la guerra; es la
responsable de la dirección. Sobresaliente su trabajo que dota a la obra de un
ritmo frenético que hace que la hora y media que dura la representación se nos
haga incluso corta. Perfecta la sincronización entre los actores en los trepidantes
diálogos que sostienen a lo largo de toda la obra.
La propia Natalia es la responsable
junto con Víctor Mones de la cuidada escenografía que partiendo de la
recreación de un típico teatro del decadente París de los años 20 nos va
trasladando con apenas unos ligeros cambios de posición de una mesa y una silla
por los distintos espacios donde se va desarrollando la obra. El propio Víctor
y Suh-Güein se encargan de la iluminación
de un modo preciso. Reme Gómez se encarga del vestuario, muy variado y
acertado; con apenas una o dos prendas Patricia interpreta más de una docena de
personajes, excelente su trabajo. Ricardo
Santana es el encargado de la coreografía, una perfecta selección dada
la dificultad de trabajar en un escenario no excesivamente grande y finalmente David Bueno se encarga del espacio sonoro. El trabajo
de todos ellos tanto a nivel individual como colectivamente es una auténtica
maravilla y esto se transmite a la enorme complicidad entre los actores.
El elenco lo forman Patricia Estremear y
Alfonso Mendiguchía que componen la compañía Los Absurdos teatro, que
desde hace más de una década conforman una de las parejas con más química sobre
el escenario. Todavía recuerdo cuando les descubrí con la maravillosa Demasiado
al este es el Oeste hace muchos, muchos años; o la más reciente Gruyere.
Alfonso Mendiguchía, es actor,
director y autor de varios espectáculos teatrales. Doctor en comunicación y Licenciad
en Ciencias de la Información.
Autor
de una veintena de obras, entre ellas Gruyère, A protestar a la gran vía,
Desnudo, nadie es perfecto, Manténganse a la espera, Demasiado al este es el
oeste, Tierra de Nadie, El manuscrito de piedra… de las que, en muchas
de ellas, también ha sido director.
Sobresaliente
en su papel del Conde Lustig cínico y embaucador, elegante cuando hay que
serlo, charlatán, arrogante y seguro de si mismo.
En cuanto a Patricia Estremera me quedo con la
sensación que cualquier adjetivo se quedaría corto y no haría justicia a su
excelente trabajo. Simplemente maravillosa en todos y cada uno de los registros
que maneja a la perfección. Cada personaje de los innumerables que representa
está aún mejor que el anterior.
Respecto a la obra Patricia señala que “Es un
espectáculo que habla del mundo de las apariencias y, en especial, de la
importancia de lo que crean los demás que tú eres. Dependiendo de tu habilidad
para hacerte ver importante, así te abrirán las puertas. Eso forma parte de
nuestro día a día, en pleno siglo XXI”.
Y continúa indicando “¿Hoy
ese Von Lustig seguiría haciéndose pasar por un noble?. Pensemos en la
pandemia, en Luis Medina. Ese hijo del duque de Feria convertido en un
comisionista, tratando de forrarse vendiendo mascarillas que le compraban a un
precio desorbitado. Aquel caso fue lo que animó a Alfonso a escribir esta obra.
Lo que hizo aquel falso conde sigue siendo actual”.
La
obra ha sido candidata a los premios Max 2024 en las categorías de Mejor Autoría
Teatral, Mejor Actor y Mejor Diseño de vestuario.
Por si queda alguna duda, estamos ante un montaje muy
muy divertido y alocado pero sin caer en ningún momento en el chiste fácil. Como
decía al empezar una pequeña joya de la que podemos aún disfrutar los lunes de
julio y que espero y deseo se prolongue durante más tiempo y más días.
Felicidades al Lara, un verdadero acierto.
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Teatro: Teatros Lara.
Dirección: Calle Corredera
Baja de San Pablo, 15.
Horarios: 17 de junio a 24 de
julio.
Ficha artística:
Dramaturgia: Alfonso Mendiguchía.
Dirección: Natalia Hernández.
Elenco: Patricia Estremera y Alfonso
Mendiguchía.
Diseño de iluminación: Víctor Mones y
Suh-Güein.
Diseño vestuario: Reme Gómez.
Música original y espacio sonoro:
David Bueno.
Diseño de escenografía: Natalia
Hernández y Víctor Mones.
Coreografía: Ricardo Santana.
Realización escenografía: Readest.
Cartelería e identidad visual: Manolo
Pavón.
Vídeo y teaser: Javier Díez.
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