Esa distancia, la que separa el continente europeo del africano, hace tiempo que se ha convertido en un abismo, un cementerio en el que cada año mueren miles de personas, intentando alcanzar una vida mejor, dejar atrás las palizas, la penuria, los maltratos, el hambre. Una odisea vital que muchas veces acaba ahogada en esos escasos 14 kilómetros, lo mismos que separan dos mundos que deberían estar condenados a entenderse. Esta es la historia de uno de esos jóvenes no acompañados que llegan hasta nuestras costas en busca de una vida mejor y que están tan estigmatizados por una parte de nuestra sociedad. Ojalá, como se dice en la obra, los veamos con otros ojos al salir del teatro.
La sensibilidad y delicadeza con la que abordan y esculpen sus montajes, ha convertido al tándem formado por Juan Diego Botto y Sergio Peris-Mencheta en todo un referente de la escena nacional. Ahora regresan al lugar donde estrenaron su primer montaje juntos, aquel inolvidable "Un trozo invisible de este mundo". Más de una década después siguen emocionándonos con su inquebrantable compromiso con el teatro y con la sociedad en la que vivimos. Por ello, ese primer montaje guarda cierto paralelismo con la obra que estrenan estos días, con el tema de emigración como eje en el que sustentar la historia y sobre el que intentar hacer reflexionar al espectador.
Esta coproducción de Barco Pirata y el Teatro Español es de una crudeza desgarradora, pero también destila sensibilidad y dulzura, toda la que transmite el protagonista de la obra (trabajo impecable el suyo, que imaginamos tiene que ser todo un viaje en cada función). Tras el éxito incontestable de "Una noche sin luna", Sergio Peris-Mencheta y Juan Diego Botto vuelven a unir su talento para contarnos esta historia sobre un joven que intenta cruzar los 14,4 kilómetros que separan el continente africano de la península ibérica. El montaje nos recuerda por momentos (por su estética y ejecución escénica) a su anterior trabajo, pero lejos de resultar repetitivo, engrandece el montaje.
Todo comenzó a fraguarse en el año 2009, cuando Sergio coincidió conAhmed Younoussi en el rodaje del corto "Metrópolis Ferry" de Juan Gautier, en el que se cuenta la historia de tres hermanos que, volviendo de Marruecos, tienen un incidente en el puerto de Algeciras al descubrir el maltrato por parte de las autoridades portuarias a un chico marroquí que viajaba escondido en los bajos de un camión. Un guiño del destino les unió. Era el primer día de rodaje y el niño que debía protagonizar el corto no apareció y tuvo que ser Ahmed (el chico en el que estaba inspirada la historia) quien asumiese el papel de protagonista. Durante el rodaje, Sergio le dijo que "algún día contaremos tu historia". En aquellos días Ahmed tenía 17 años, había ido al rodaje acompañado de Borja, su tutor legal (al que conoceremos en la obra) para asesorar al niño que nunca apareció. Pasados los años, las palabras de Peris-Mencheta han tomado forma con esta deliciosa propuesta escénica.
Sergio Peris-Mencheta ("Ladies football club", "Lehman Trilogy", "La cocina", "Castelvines y Monteses") vuelve a demostrar su amor incondicional por el teatro con este montaje lleno de ternura, de desgarradora realidad, pero también de comedia y de una profunda reflexión sobre los jóvenes no acompañados que llegan a nuestro país con el único deseo de tener una vida mejor. Sergio se ha enfrentado al más difícil todavía, y ha conseguido realizar todo el proceso de dirección a distancia, por sus problemas de salud. La energía vital del director se transmite en cada uno de sus trabajos, llenos de dinamismo y de fuerza, de una energía que sabe transmitir a los actores (y ellos al público) para embarcarnos con ellos en las arriesgadas y monumentales puestas en escena que siempre nos propone. Una vez más, consigue emocionarnos y divertirnos, concienciarnos y golpear nuestras conciencias, todo desde la excelencia de un trabajo delicioso e impecable.
La historia entre Sergio y Ahmed es digna de una película, como ya comentamos antes. El director reconoce que "sorprendido por su capacidad para, sin ninguna experiencia, enfrentarse a un rodaje, a decir un texto, a resultar orgánico, me lancé a proponerle a Borja mi ayuda para buscarle una beca en alguna escuela de actuación de Madrid. Al año siguiente, Ahmed estaba cursando primero en la escuela de interpretación de Cristina Rota. Ya entonces les prometí a él y a Borja, después de escuchar su historia, que algún día él mismo se subiría a un escenario a compartirla con el público. Han pasado casi 15 años y parece que por fin el proyecto arranca y el círculo se cierra". Ojalá todas las historias de estos niños que llegan solos a nuestro país tuviesen un final feliz como el de Ahmed.
Este emocionante y necesario relato ha sido coescrito por Juan Diego Botto, Sergio Peris-Mencheta y el propio Ahmed Younoussi, protagonista real de la historia que vemos en escena. El texto nos invita a conocer la historia de uno de esos niños no acompañados que hacen todo lo posible por intentar llegar a Europa en busca de un fututo del que carecen en su país de origen, poniendo en riesgo su vida. El texto nos habla desde la verdad de quien lo ha vivido en sus propias carnes, un relato realista y doloroso, contundente y abrumador, pero no falto de la poesía y la belleza que impregnan las propuestas de Botto. Este viaje nos removerá, nos emocionará, nos golpeará con fuerza, pero sobre todo nos hará reflexionar sobre lo desgarrador que es dejar a tu familia y tu país por pura necesidad, por el propio instinto de supervivencia.
Juan Diego Botto cuenta que cuando se sentó por primera con Ahmed para comenzar a escribir su historia, lo primero que le dijo fue que "yo por encima de todo no quiero dar pena, o sea, no quiero que mi vida de pena". Y aunque es inevitable que el relato nos encoja el alma, el dramaturgo cuenta que "eso para mí fue la guía con la que me senté a escribir todo el rato, inspirado en no tener una mirada condescendiente, ni paternalista, ni occidentalista con Ahmed y con el fenómeno migratorio".
La obra nos cuenta la historia de un niño de nueve años, Ahmed, que escapa de casa por el maltrato que sufre por parte de sus padres, dejando atrás a sus hermanos, para comenzar a deambular por las calles de Tánger buscando cualquier cosa para sobrevivir. En ese lugar hostil comenzará su aventura, conocerá a chicos en su misma situación, los sueños se irán minando por culpa de las vicisitudes que va sufriendo, pero él solo tiene un objetivo que perseguirá por todos los medios, llegar a España. Para todos esos chicos, nuestro país es un paraíso en la tierra, un lugar donde poder vivir en paz, sin los miedos que les atenazan en las calles de Tánger. El final de un camino, el anhelo que busca todo explorador, la conquista mayor a la que pueden aspirar estos jóvenes luchadores.
Ahmed, un niño que con nueve años ya es un adulto castigado por la vida, consigue cruzar a la península escondido en un camión. Y aquí, en ese paraíso soñado, en esa tierra prometida tan anhelada y a la que muchos nunca podrán llegar, comenzará una nueva aventura, la cruda realidad que le va distanciando de sus sueños, aunque en su caso, después de muchas aventuras, acabe con final feliz. Él consiguió cruzar esos 14,4 km que separan esos dos mundos, pero hay muchos otros que se dejaron la vida en el intento. A Ahmed, la solidaridad, la suerte y el tesón le llevaron a poder contarnos su historia.
El trabajo de Ahmed Younoussi en escena es simplemente prodigioso. Porque tiene que ser realmente duro echar la vista atrás cada noche, recordar todas las desgracias vividas, los seres queridos abandonados por el camino, y no desmoronarte al contarlo. Una interpretación que transita todos los estados de ánimo, un viaje emocional que nos zarandea, una odisea en la que el actor sufre, se revuelve, se emociona, lucha contra viento y marea por conseguir su sueño, nos lleva de la mano para que conozcamos la cruda realidad, para que miremos de frente a esos niños que llegan a nuestro país con el alma destrozada por todo lo que han dejado atrás, pero con el único sueño de poder vivir en paz. Una interpretación delicada, cincelada con esmero por Peris-Mencheta para que en cada momento sintamos la cercanía del miedo, del dolor, de la angustia vital de este niño convertido en adulto de forma abrupta.
Y todo este prodigioso montaje sucede en un espacio escénico aparentemente sencillo, creado por Alessio Meloni, que se va reconfigurando para trasladarnos a todos esos lugares por los que transita Ahmed en su odisea vital. La composición (y sobre todo la deconstrucción) escénica nos recuerda por momentos a la inolvidable "Una noche sin luna", cuando el propio actor va construyendo la escena con los elementos que están escondidos bajo las tablas. Un prodigioso trabajo con momentos sublimes como el de la lluvia. Todo ello se completa con las impactantes videoescenas obra de Ezequiel Romero, que nos guían por la vida del niño. No podemos dejar de hablar de la cuidada e impecable iluminación de Javier Ruiz de Alegría, que transita la penumbra con maestría. Todo esto lo completa el envolvente espacio sonoro diseñado por Benigno Moreno y la composición musical original de Joan Miguel Pérez. Para terminar, no podemos dejar de hablar del ingenioso diseño de vestuario de Elda Noriega.
En definitiva, estamos ante uno de los montajes de una temporada que no se ha caracterizado por la excelencia. Una vez más, Sergio Peris-Mencheta y Juan Diego Botto nos vuelven a conmover con un montaje lleno de poesía y con un gran mensaje vital. Un texto creado en torno a lo vivido por Ahmed que el autor consigue diseccionar para introducirnos en la larga historia de invasiones y colonizaciones que los países europeos han realizado en el continente africano. Desde esa perspectiva quizás podamos entender algo mejor tanta migración, cuando hemos dejado devastados países enteros llenos de riqueza natural. La dirección es espectacular, dinámica y sorprendente, como todos los montajes de Sergio. Lo ha vuelto a hacer, nos divierte y nos emociona a partes iguales, nos golpea con la cruda realidad mientras nos hace disfrutar inmensamente del camino. Y todo esto no sería posible sin Ahmed Younoussi, protagonista de la historia y un actor que consigue emocionarnos en cada escena. Que valentía, que amor por el teatro, que fuerza para subirse cada noche al escenario y recordar todo lo vivido. Gracias infinitas Ahmed, por mostrarte y por dejarnos ver lo que son esos niños no acompañados que llegan a nuestras costas. Estoy seguro de que todas las personas que tengan la suerte de ver la función habrán cambiado para siempre la idea que tenían de los niños migrantes. Enhorabuena.
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